Felices pasajeros de un vuelo de la Austrian Airlines que aún no saben que tendrán que cambiar los menús guays por los comistrajos de la Lufthansa (angelicos)
Entretenimientos para antes del fin de los tiempos

14 de Noviembre.- Parece ser que por fin hay trato y que la Lufthansa se va a merendar a la Austrian Airlines. Una pena. Lo digo sobre todo como usuario. En la Austrian se come de puta madre (menús confeccionados por Do&Co) y en la Lufthansa te dan unas tarrinas de papel de plata que siempre llevan dentro una masa informe recalentada que uno quiere creer que es algo con pasta.
De resultas de la ingesta de uno de estos comistrajos, este que escribe, y que cuando puede no habla nunca de segundas nupcias, estuvo una vez malo de la tripa más de quince días. Pero claro, los menús buenos conllevan pérdidas, y las porquerías sin identificar mantienen rollizos los balances. Lo que no mata, ya se sabe.
Fuera de eso, parece que los funcionarios de correos amenazan con una huelga navideña (o sea, que juegan a asustar, que ahora la hago, que ahora no la hago) y los vecinos del norte tendrán que acostumbrarse a vivir en recesión. Hoy, el Heute, ese periódico gratuito que modela las capas más primitivas de la opinión aborigen, abría con un titular en el que le pedía al gobierno que despertase, que ahora hacían falta las ayudas, mientras pintaba un panorama apocalíptico de chiquillos mendigando en la calle por un plato de sopa y hombres hechos y derechos y con pechos en el pecho haciendo cola a las puertas de las fábricas pidiendo trabajo. Para olvidarme de que el fin de los tiempos se acerca, me doy un paseito por la Mariahilferstrasse, en donde los arreos navideños ya están puestos.
Dispuesto a darme un premio porque yo lo valgo, me meto en Thalia, que es una librería que a mí me sulivella.
Me lanzo sobre el estante de los libros en español y, aparte de no estar el último de mi amigo Teo (cosa que ya pone a este establecimiento en la cabegoría de Librerías B) me escandalizo de la dieta intelectual que tendría que seguir un hispanoparlante si leyera sólo lo que hay en el raquítico surtido de libros en español. A saber: Isabel Allende, Paulo Coelho –con esa pinta de engatusador de mujeres en edad madura que se gasta en las fotos-, un libro de Vázquez Montalbán del año 1963 (!) reeditado para alegría, supongo, de los herederos de uno de mis escritores favoritos; la sombra del viento de Zafón el ubícuo –y las novelas que escribió antes-,el Quijote, el criticón de Baltasar Gracián y un par de librillos de cuentos de Borges ¡Ah! Y se me olvidaba: un volumen de los de leer y tirar (por la calidad de la impresión, digo) sobre Rosario la Dinamitera. En fin.
En mi desesperación, me paso por la sección de libros en inglés (non fiction, que uno no está para polleces) y me encuentro con un par de tochos encuadernados en tapa dura sobre el Tercer Reich ¡Albricias! –me digo- y cuando los cojo de la estantería me encuentro con que no pesan nada. Esto debería estudiarlo alguien: si algún lector mío tiene a mano un volumen impreso en América que me diga si miento: a igual número de páginas, los libros americanos pesan muchísimo menos. Uno no es que sea un fanático de los tochos por los tochos, pero parece que si agarras un libro gordo (pongamos quinientas páginas, que por menos no hay que tomarse la molestia) y el dicho libro no pesa nada, como que uno se siente inclinado a no tomárselo en serio. No sé, como si en vez de hablar del reinado del terror de Hitler fuera una de esas cosas que escribe Shirley McClaine –una mujer que, por cierto, me cae de miedo- cuando habla del hilo de plata que le sale del ombligo y que une su cuerpo astral con este que será pasto de los gusanitos en algún momento del futuro lejano.
Total: que tras comprobar que los libros americanos son como de atrezzo, salgo a la calle y me conformo con premio que quemaré mañana (si Dios quiere) en el gimnasio: un pedazo de Kebab que tiembla el misterio. No es Do&Co, pero no tiene nada que envidiarle.

4 comentarios:

amelche dijo...

"Hombres hechos y derechos con pechos en el pecho", ¡ja,ja,ja! Nene, ¿te has equivocado o lo has dicho a propósito? ¿En qué estarás pensando con tanto pecho por ahí? :-)

Anónimo dijo...

Gostei tu blog.
paulo
Portugal

con Ka dijo...

Me pasó algo parecido con una edición mega-barata de la Odisea que me compré en un mercadillo. ¡Pedazo de ladrillo, y no pesaba nada! Las páginas parecían papel de cocina, de tan poca cola que llevaba el papel. ¿Cómo tomarse en serio una Odisea con la que puedes secar la encimera? No sé, siempre tuve la sensación de que le faltaban capítulos... ;)
¡Saludos!

Paco Bernal dijo...

Hola y gracias (¿O debería decir Obrigado?) Bueno, allá vamos:
A Amelche: es lo que tiene escribir bajo la presión del reloj, que a uno se le va la tecla. Por cierto, que también se me ha colado una cabeboría o algo así. No lo voy a corregir, para que se vea que VD se hace en riguroso directo :-)
A Paulo: obrigado, hombre, obrigado. Espero que te pases más de una vez.
A Karmele: ¿A que sí? Yo es que un libro que no pese no lo leo igual.
Saludetes,
P.