El osito Misha (Miguelito) y el logotipo de las olimpiadas de Moscú 80
El osito Misha

3 de Noviembre.- Anoche, cuando me acosté, una lluvia que se intuía fría y molestísima golpeaba los cristales del balcón y devolvía un eco textil al batir contra las plantas de la terraza. Esta mañana, a las siete y media, la lluvia se había convertido en una mansa nieve que, sin embargo, no caía con fuerza ni en cantidad suficiente como para blanquear los tejados.

En Radio Niederösterreich, la emisora que escucho mientras me ducho, el locutor le quitaba hierro a las inclemencias del tiempo, diciendo que lo que estaba cayendo era una manera de nevar que los aborígenes llaman eingezuckert (o sea, nieve de azúcar) por evocar su blancura, delicadeza y suavidad al glasé que se utiliza en pastelería.

Ya camino del gimnasio, la gente llevaba la cara enterrada en el cuello del abrigo. En los días de nevada (aunque sea dulce y azucarada como esta) el silencio del metro se vuelve más esponjoso, húmedo, y algo más denso. Suena el frufrú de los abrigos y la gente va resignada e inexpresiva, atenta a los vaivenes del tren para no piñarse, escuchando los chismes que les aligeran el trayecto o leyendo los horrendos periódicos gratuitos locales.

Hoy, el Österreich lleva a su portada la primera muerte en territorio austriaco a causa de la gripe cochina. Se trata de una niña de once años. Asimismo, se recrea en la trágica historia de dos hermanos que han muerto atropellados por un turismo. Los pies de las fotos que mostraban a los dos chavales también tenían su miga. El mayor, diecisiete primaveras, era aprendiz de mecánico pero el segundo era Técnico de Redes (!) a los quince años. Dado que Austria no se caracteriza precisamente por su tradición pesquera, hay que pensar que el muchacho se dedicaba a las redes que trasiegan megabytes por internet. Al tener delante semejantes ejemplos de precocidad uno no tiene más remedio que levantar los ojos al cielo (cuidando de que no se le meta un copo en el ojo) y preguntarse lo que está haciendo con su vida.

Después de la media hora de bicicleta que hago cuando no tengo ganas de correr, mientras esperaba que el agua de la ducha se calentase, he mirado por la ventana hacia el algodonoso cielo color plomo y me he acordado de una historia que a los aborígenes les hace mucha gracia. Cuando yo era niño, en aquel Madrid que gozaba sin saberlo de unos inviernos envidiables, nevaba muy poco (generalmente a principios de febrero) y, cuando lo hacía era como aquí hoy. Un polvillo blanco, inofensivo que, sin embargo, era capaz de provocar resbalones y apocalípticos bochinches circulatorios. Aquellas escasas mañanas, mi madre o mi padre nos despertaba y nos decía en voz baja algo que aquí es inconcebible:

-Hoy está nevando y hace mucho frío, quedaros en la cama.

Naturalmente, saltábamos para mirar, embelesados como quien contempla algo que sólo parece posible en la tele, los coches cubiertos de un par de dedos de nieve acumulada durante la noche.

Ya frente a la taquilla, mientras me estaba secando, he visto otra cosa que me ha retrotraído a aquellos días. Un aborígen en la mitad de la veintena se estaba vistiendo a mi lado. Se ha puesto los calzoncillos, sobre ellos unas mallas termo como para esquiar (la versión tecnológica de los tradicionales manolos) y, por último, los vaqueros.

(“Hay gente que no aguanta ná, colega”).

Me he acordado de que, en lo más crudo del suave invierno madrileño (¿Dos? ¿Tres grados bajo cero?) mi madre nos dejaba el pantalón del pijama debajo del uniforme del colegio. Inmediatamente me ha venido a la mente el primer pijama mío que recuerdo. Marrón oscuro y color vainilla con un sonriente osito Misha en la pechera. 

2 comentarios:

JOAKO dijo...

¡Curioso!,el primer pijama que yo recuerdo teía los aros olímpicos y el logo de Montreal.

Anónimo dijo...

Vaya, que olimpicos nos habeis salido jajajajaja....

Aqui casi es imposible que nieve, recuerdo que lo hizo cuando yo estaba en COU, que espectaculo!! jajajaj...todo el mundo se convirtió en niños aquel día (recuerdo que tuvimos guerra de bolas de nieve con unos señores muy trajeados de la Diputacion Provincial) asi que me das un poquitin de envidia.

Un beso

Maite