Ránking de miembros

22 de enero.- Leo en la prensa una entrevista que demuestra que Concha Velasco se ha depilado la lengua, aunque me parece que su voz será la de una profetisa que clame en el desierto.
Dice la Velasco –que, aunque sólo por la experiencia que acumula debería ser una especie de monumento nacional- que estamos pasando por una hora de enorme incultura, en la que se ha perdido todo el respeto (el mínimo ni se conserva) a las personas. En una de las primeras entradas de este blog ya hablaba yo de la tendencia a convertir a las personas en monigotes con la misma sustancia de los SIMs. Con nuestra inestimable colaboración se ha creado una enorme maquinaria que devora no ya a aquellos que se prestan a darle de comer (la gente de Gran Hermano o aquellos y aquellas que simulan montajes para ganarse unas perrillas) sino a aquellos que nunca buscaron una notoriedad que podían ganarse perfectamente por sus propios medios.
Habla la Velasco del apetito insensato de materia prima de una industria que necesita por todos los medios mantenerse funcionando veinticuatro horas diarias. Una industria que empezó como un juego inocente (aquel Qué me dices, de Chapis y Belinda, que, a su vez, venía de un programa argentino que se llamaba El Submarino) y que ha terminado chupándole la sangre y las vísceras a todos los famosos que se pongan a tiro (incluido el pobre Chapis, convertido también en carne de periodista desaprensivo).
De lo que no habla la Velasco es de la competencia insensata entre los medios que, combinada con una formación cultural bajo mínimos al nivel de la acera de la calle, está convirtiendo el país en un aquelarre de vecinas malas que cada día desayunan los hígados de una folklórica en estado terminal.
Como conocedor de la industria de la que hablo, sé que los profesionales poco pueden hacer para detenerla. Porque somos todos, tú y yo, quiens nos pirramos por conocer la tierna faz del hijo secreto de Alejandro Sanz, o tocar con nuestra mano, que algún día se comerán los gusanitos del campo, la llaga en la que se ha convertido el cuerpo decrépito de Fidel Castro (que igual que hay tomate para pobres, hay tomate para ilustrados y gasolina para cultos). Las Universidades y las propias televisiones crean para su consumo profesionales que, si quieren comer, tienen que amoldarse a estas circunstancias. De las facultades de imágen salen las pandillas de alcachoferos que aguantan a pie firme día y noche delante de un chalet de la Moraleja a que la Pantoja salga a hacer footing con el abrigo de visón. He conocido, sin embargo, casos de heróica negativa a servir a la bestia. Citaré uno:
Cuando yo trabajaba en el mundo perdido, trabajaba también en un magazine de tarde un ex cronista parlamentario que se llamaba F. R. P. (no sé si vivirá aún porque lo último que sé de él es que padecía una enfermedad grave). En aquel tiempo, el conde Lecquio decidió que, para alegrar un poquito sus índices de popularidad, nada mejor que enseñar el pajarito. Lo enseñó (lo cual seguramente le garantizó una legión de nuevas conquistas) y el director del magazine de tarde le encargó a F.R.P. la elaboración de un ranking de miembros de famosos. F. Que era un hombre muy divertido y muy inteligente (una especie de Luis Carandell con peor suerte) vino un día a visitarme y me dijo que, ante semejante encargo, se había despedido. Que había cosas que un hombre de bien no podía soportar. Que se sentía poco menos que palanganero de burdel. F.R.P. era muy bueno, y el director de ese programa (que es una de las personas que más sabe de televisión en España) era todo menos tonto. Así que llamó a F.R.P. y le relevó de su encargo. Otro hizo el ranking de miembros y el bueno de F.R.P. quedó encargado de seguir la trayectoria de un tal “Riqui Martín” (eran otros tiempos).
F.R.P. se sabía a sí mismo un dinosaurio en vías de extinción, las nuevas generaciones ya salen de la facultad con la marca de Caín.
Un compañero suyo del magazín que mencionaba, llegó un día a mi trabajo y mientras hojeaba un Nuevo Vale con aire displicente me porfiaba que “La Casa de Bernarda Alba” se llamaba en realidad “La Casa de la Bernarda”. Su argumento no tiene desperdicio:
-¿Y entonces...de dónde viene la expresión del coño de la ídem?
Hoy, como no podía ser de otra manera, es un presentador de éxito. Y no de los peores. Con él, por lo menos, te ríes.
PS: Esta nuit, Dragó empieza en el Diario de la noche .

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dicha expresión - "el coño de la Bernarda"- no está relacionada con la obra de F.García Lorca. A principios de siglos, en Madrid, existía una prostituta famosa, "La Bernarda". Parece ser que por sus dotes amatorias era frecuentada por todo el escalafón social. Es decir, allí "entraba" todo el mundo; previo pago, eso sí.
Saludos.