Señora de Penafiel
31 de Enero.- En el Heute de hoy (el periódico que dan en el metro), aparecen nuestros príncipes de Asturias en una foto que no necesita palabras pero que, a pesar de eso (era de temer) las ha tenido. Algo así como “Cena con besitos en palacio”, no recuerdo exactamente el titular, pero creo que ni la señora esta de Corasón, Corasón (magistral Corbacho diciendo aquello de Cabesón, cabesón) se hubiera atrevido. Y es que, los Austríacos tienen un mono de monarquía que tumba (uno siempre tiene mono de lo que no tiene que pagar).
Como ya he dicho aquí más de una vez (y en otros sitios) nuestros amigos de Austria se sienten nostálgicos de la murga esta cortesana. Y es que las Repúblicas son sosas. Al margen de las ideologías. Porque las monarquías, quieras que no, por lo menos dan conversación y, lo que da conversación, amigos míos, da de comer a muchas personas humanas que trabajan en el ramo de la información. Y no sólo allí en la España de mis amores, sino también aquí. ¿Qué sería de las revistas modelo Qué me Dices (que aquí también las hay) si no anunciasen la desgracia semanal de Letizia? Cuando yo estaba parado e iba al mercado con más asiduidad, siempre me paraba en el estante de las revistas a comprobar lo que le había pasado a Letizia en la semana de autos. Entre octubre y junio del año pasado, la pobre Letizia sufrió (según estas publicaciones) todo tipo de desgracias: la niña tuvo cáncer, Felipe le puso los cuernos, la Reina no le dejaba ver a la niña, ella misma tuvo anorexia y estuvo en un tris de morirse de desnutrición....Y las señoras seguían comprando estas revistas en las que se citaba a un tal “Jaime Penafiel” (esto es verídico, porque las criaturas estas no tienen eñe) como un “Experto en los asuntos de Palacio”. Yo me partía la caja. Sobre todo por lo de Penafiel (¡Ay, esa tipografía que escribe recto con renglones torcidos!).
Curiosamente, todas estas desgracias que se le adjundicaban a nuestra Letizia, eran calcos de las que se adjudicaban a Sissi en las pinículas que poblaron mi infancia de Posenhofenes y salones rococó. Y es que ya lo hemos dicho (ver “Polvo de Estrellas”) en las películas, Francisco José, el hombre, salía como un calzonazos que estaba entre la espada de su señora y la pared de la bruja de su madre. Una estructura narrativa que es como el eterno retorno del filósofo. Nunca te volverás a bañar dos veces en el mismo río, pero en cualquier producto narrativo para consumo masivo siempre encontrarás a una nuera virginal y a una suegra bruja. Así ha sido desde blancanieves y se ha perpetuado en Cristal, Rubí, la Dama de Rosa y, ahora, en las aventuras de Letizia en Palazio (Penafiel dixit).

Recuerdo que una de las primeras cosas que hicieron la madre de M. y su hermana fue, que cuando fui a verlas (ese primer café junto a la casa del lago) sentaron a toda la familia (los chavales grandes y pequeños, las novias y los arrimaos) y, al objeto de que las criaturas practicaran la lengua de la reina Isabel y de satisfacer su curiosidad, me preguntaron por los pormenores de nuestra familia real, cuya perfección, perpetuada hasta la saciedad por las revistas de aquí y de allí, apenas pueden creer. Me preguntaron por la reina (esa persona misteriosa), por el príncipe (al que todas las mozas casaderas del país, y algún mozo casadero también, quisieran ver divorciado para lanzarse a su caza), por el Rey y sus motos y sus barcos, pero el objeto máximo de su interés era Letizia de Penafiel. ¿Qué opinión tienen los españoles de ella? ¿Os gusta Letizia? ¿Con lo estricto que es el protocolo de la Corte Española (otra especie difundida por las pelis de Sissí) qué le ha parecido a la nobleza (¡) que el príncipe se case con una plebeya? ¿Letizia es simpática? Su apetito de información regia era insaciable. Y más cuando les dije que estos ojitos han visto a las reales personas en carne mortal, y que, incluso, parte de mi familia (mis abuelos, eso lo contaré algún día, porque es de morirse de la risa) incluso habían tenido un téte a téte con el príncipe y con su Majestad Don Juan Carlos en el que, incluso, se habían atrevido a dar sugerencias (mis abuelos) acerca de la política matrimonial de la Familia Real porque, señores, como los abuelos de España, hay pocas cosas en esta vida (con más morro, se entiende).
En fin. Un soneto me mandaba hacer violante, que nunca me había visto yo en tal aprieto (no me se ocurría nada hoy de qué hablar) y mira tú por dónde, ya estoy a mitad de otro cuarteto. Yo, que pensé que no hallara consonante.
Quisiera terminar con un sentido recuerdo a un lugar en donde fui feliz (aunque lo mío me costó). Víctima de una operación comercial, desaparece Pasapoga, una de las sucursales del cielo (me está entrando a mí también el complejo Corasón, Corasón) y de la canalla. El lugar en donde bailaron Ava Gardner y Dominguín, el corazón subterráneo de la vida golfa. Sic transit gloria mundi.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hallo!
Vaya… con Letizia hemos topado. Intentaré no sulfurarme porqué esta chica puede con mis nervios.
No sabía que en Austria tenían tanto interés por los ‘royals’; será, como tú dices, porqué no los pagan. Sinceramente, creo que Letizia ha hecho más daño que bien a la familia real española porqué, aunque se empeñen en vendernos la estampa de cuento de hadas de la periodista superdotada y el principito que se casa por amour, todos sabemos lo que hay. Algo había oído de que en la prensa extranjera se tiende a glorificar a Letizia elevándola a la categoría de diosa del periodismo (todavía recuerdo una revista francesa cuyo titular rezaba “El príncipe de España se casa con una estrella de la televisión”) cuando lo cierto es que, la frase más repetida cuando se anunció el enlace fue “¿Quién es?”. El colmo fue que nos martillearon con su “currículum vitae” hasta que no los supimos como el abecedario, como si se tratara de algo fuera de serie. Querían que los españolitos nos quedáramos con la boca abierta diciendo: “Ooohhh, ¡qué portento de la naturaleza!”. En fin, que me reitero en lo dicho al principio: no quiero sulfurarme con este tema. Pero vamos; para estrella de la tele, tu vecino el rubio sesuarrr (lo siento, lo tenía que poner). ;D
PS: Respecto a este blog... (tara, tata, taaaa) I'm loving it!!

Anónimo dijo...

Leche, qué mal ha quedado lo de arriba. Decía que puedes dirigirte a mí como "La princesa de Bequelar". Esque así visto, "la p....", se ve muy feo. xD

Paco Bernal dijo...

Gruss Gott!
Si te gustan el berrenchín, el sopitipando y la pataleta como género literario te sugiero que te cojas de la biblioteca más próxima (comprarlo no, que da como grimilla) el libro de Urdaci "Días de ruido y furia" en cuyas páginas centrales se cuenta cómo el héroe de cecé oó sacó a la futura santa del príncipe Felipe de la oscuridad y la catapultó al estrellato. El libro está muy bien escrito -en la Uni de Navarra saben hacer las cosas- aunque sea todo él una obra de política-ficción.
En cuanto a Letizia...Me faltan datos. Aunque te digo una cosa: si hace chinchar a Peñafiel, bienvenida sea, aunque nos cueste los euros...Con ese sí que no puedo :-)

Anónimo dijo...

Ok, intentaré hacerme con un ejemplar. A mí, Peñafiel, de hace mucha gracia porqué siempre está metiendo el dedo en las llagas reales. Y a la del título de ropa interior no puedo ni verla. Pero bueno: para gustos, los colores. Ale, con esto y un bizcocho, hasta mañana a las 8. :P

Anónimo dijo...

hola yo misma tiene gracía (con esto y un bizcocho hasta mañana a las 8) eso es del año la tos.