La televisión ha muerto. Viva la televisión.


21 de Febrero.- Leo en la prensa digital que los videos de la MTV van a estar colgados de manera gratuita en el servidor de Skype. Esta noticia, junto con el imparable ascenso de Youtube y otros portales de cuelgue de videos como Dailymotion, hacen presente lo que ya se veía venir desde hace unos años: la muerte de la televisión tal y como hoy la conocemos. Tiemblen los programadores, porque, por fin (aunque uno no sabe hasta qué punto) los espectadores no sólo tenemos el mando, sino que tenemos el págüer. Veremos lo que queramos, a la hora que queramos y durante los minutos que queramos. Grabaremos nuestros programas favoritos en el disco duro del ordenador –o de ese aparato mixto que venga a sustituir a la televisión actual- y los reproduciremos cuando nos salga del sursum corda. Teóricamente, en estos momentos, nos encontramos frente al caos primigenio. Esto quiere decir que, teóricamente, los espectadores tenemos ante nosotros todo el material televisivo producido hasta ahora que, otros iguales que nosotros, han procesado con su aparatito y han colgado de la red. Yo mismo, dejé aquí colgado el otro día un episodio de Murphy Brown. Los vídeos son, de momento, de mala calidad, pero el progresivo aumento de la velocidad en las conexiones hará que terminemos viendo los programas como los vemos ahora en la tele.
Ahora sólo queda un ingrediente: la tele es, ante todo, un arma política al servicio del poder establecido. El instrumento a través del cual el poder y la sociedad se piensan a sí mismos. Así pues, dentro de poco empezarán a surgir voces que clamen por que internet se regule, porque se decida qué contenidos son aptos y cuales no aptos para ser difundidos y, por lo tanto, para ser reproducidos. Aunque, naturalmente, no se dirá con estas palabras diáfanas sino que, naturalmente, se buscarán subterfugios. Las compañías que proceden del viejo mundo, de ese mundo pre-internet, y de la programación hecha como cañonazos para matar a las moscas, ya están empezando a poner el grito en el cielo. Se quejan de que los internautas, a quienes las leyes nacionales protegen a la hora de difundir copias de los archivos sin ánimo de lucro, no pagan derechos de autor y tratan de patalear inutilmente contra los portales, como Youtube que les sirven de cobijo. Los grandes dinosaurios del mundo de la comunicación, dirigidos por respetables señores de más de cincuenta años, no se dan cuenta de que el futuro les está pasando por delante de las narices sin que ellos puedan evitarlo. Sólo algunos tímidos, como el fundador de itunes, se han dado cuenta del potencial del nuevo medio que terminará, seguramente, por sustituir a todos los existentes mediante una oferta poliédrica. Y si es posible vender música por internet ofreciendo lo que el cliente quiere, también será posible vender vídeos, programas y lo que se tercie, siempre que se dé con la diana de lo que el consumidor quiere. Toda la industria de la televisión está pasando por un proceso de redefinición revolucionario. De aquí a diez años el trastito que hoy nos sirve imágenes será una cosa del pasado: un invento que sólo usarán los consumidores que no estén dentro de la corriente principal del mercado.
La tele ha muerto y el mundo que yo conocí ahora es tan solo una entidad que tiene la misma realidad que las estrellas que, después de fallecidas, siguen enviándonos su luz lejana.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Good morning!

La verdad es que este es un tema complejo que podría dar para un largo y maratoniano debate del cual, a buen seguro, no se sacaría ninguna conclusión sólida. Lo cierto es que, con la rápida evolución del mundo de la tecnología, todo es cada vez más efímero y los aparatejos se quedan obsoletos en un abrir y cerrar de ojos. Hoy te compras un mp3 y mañana ya está demodé (claro que aquí también entra en juego la facilidad para sucumbir al consumismo de cada uno; yo, con mi mp3 normal y corriente, estoy más que contenta). Los DVD se presentaron como la gran revolución tecnológica de hace unos años y, aunque en un principio hubo escépticos [yo entre ellos] que dudaron de la capacidad del neonato para echar de nuestras vidas al VHS, lo cierto es que el dividí fue implacable y acabó imponiéndose casi como quien no quiere la cosa. Todo sea dicho: yo aguanté en la resistencia hasta que mi vídio pasó a mejor vida después de varios meses de agonía. Entonces sí: adquirimos un dividí. Más que nada porque: a) A mai fader se lo regalaron en la empresa, b) En casa vieron que había llegado la hora de renovarse o morir y c) En los vídioclús ya casi no había cintas VHS. Lo malo es que mi dividí es muy señoritingo y muy legal y el tío sólo acepta originales. Jaté. A veces pienso si no será un esbirro de SGAE. Lo cierto es que sigo echando de menos a mi vídio.

Por otra parte, creo que la industria audiovisual tendría que empezar a aceptar que tiene la batalla perdida. Ya hace días leí en la prensa que los empresarios televisivos se estaban cagando en la madre que parió a Youtube y estaban exigiendo la retirada de muchísimos videos por vulnerar, según ellos, los derechos de autor. De hecho, muchos de los vídeos que tenía guardados en mi lista de favoritos han sido retirados por violar las leyes de copyright. Traduciendo: están pidiendo su parte del pastel. O reciben money money (el que makes the world go round), o piden la sentencia de muerte para ese descarado y depravado violador de copirraits llamado Youtube. Antes nos gravábamos las canciones de la radio y nadie decía nada. Antes gravábamos las series, programas y películas cuando no podíamos verlas por no estar en casa y no pasaba nada. Ahora, Youtube hace esa misma función pero a lo grande. Entiendo que la piratería es robar (dejando aparte el precio de los discos y los DVD’s) y que pierden mucho dinero con ello; entiendo que los consumidores a veces nos pasamos de listos y casi casi exigimos que nos lo den todo gratis. Pero de ahí a querer censurar al pobre Youtube…

Vamos: que, cómo tú has dicho, tenemos el pagüer y tenemos a Youtube. De momento.

Paco Bernal dijo...

Querida amiga:
El argumento de ellos es que alguien está ganando dinero sin arriesgar nada. Hacer un programa de televisión cuesta bastante dinerito (independientemente de la calidad del resultado). Entre youtube y el VHS que tú te grababas en tu casa, existe la diferencia de que tú no podías difundir al mundo entero tu VHS, en tanto que los videos de Youtube son de uso público. De cualquier manera, la industria de producción de contenidos (del tipo que sea) está cambiando porque el consumo de los bienes culturales está cambiando también. Por ponerte un ejemplo de esto: en las audiencias de los programas no se cuenta a aquellas personas que graban el programa mientras están viendo el de la competencia. Y esas personas también son consumidores de ese producto (aunque no al mismo tiempo que se emite). Otro ejemplo: en España, que es el caso que yo conozco, los audímetros están colocados siguiendo una muestra estadística condicionada por la población. Esto es: Andalucía es la comunidad más poblada de España -lógico: es la más grande- pues también es la ue más audímetros tiene.Resultado: todo el país está viendo a los Morancos porque los andaluces se sienten identificados. No tienes más que ver lo diferentes que son las teles autonómicas para darte cuenta del despropósito que es el sistema de medición de audiencias. Comparas TV3 con Canal Sur y es que te da un pasmo. No parecen ni del mismo país...

Anónimo dijo...

Bueno, yo también pienso igual que tú: todo cuesta dinero y, evidentemente, no podemos pretender que todo sea gratis. Quizás no me he expresado bien; evidentemente no es lo mismo el VHS que el Youtube; pero hay que aceptar que la industria está cambiando y, sinceramente, creo que Youtube les beneficia en muchos aspectos porqué los programas tienen una difusión internacional que antes no tenían (yo veo cositas de la ORF a través del Youtube).

En cuanto a lo de los audímetros, nunca he creído en su fiabilidad porqué: ni yo tengo uno, ni conozco a nadie que tenga uno, ni conozco a nadie que conozca a nadie que tenga uno. Para empezar: no creo en la estadística; esa ciencia que dice que si tú tienes 1000 euros y yo no tengo ninguno, tenemos 500 cada uno. [Es simplificar mucho, lo sé. Pero para poner un ejemplo]

^^