Recuerdos del más allá
foto: Tanz Club Jenseits

19 de Febrero.- La noche guarda rincones que se esconden detrás de puertas negras. El sábado por la noche, junto con un grupo de amigos, sin saber cómo ni por qué, me encontré delante de una de ellas. Se trataba de la del Tanzclub Janseits (Más allá), que yo no conocía. El Janseits es un lugar que sorprende antes de entrar, porque hay que llamar a la puerta. O sea, que hay que llamar a un timbre. Cuando te abren, pasas a un local no demasiado grande –tampoco pequeño- con pinta de whisquería. Ningún detalle falta para evocar los puticlubs de las películas de Clint Eastwood de los años setenta. Ni el papel plástico imitando fastuosas grecas de terciopelo falso, ni las lámparas de muro con sus casquillos en forma de vela de plástico -churretón de cera incluido-, ni los veladores de mármol, ni los asientos tapizados de cretona color cereza. El sábado por la noche, pinchaba un nostálgico de los sesenta, que aliñó la personalísima decoración del establecimiento con música cool y easy listening. Yo quise, en el acto, comprarle toda su discoteca. Por poner algunos ejemplos, puso el Pata-Pata de Miriam Makeba, una versión de Celia Cruz de I will survive que se llama “Yo Viviré”; a Julio Iglesias cantando en portugués Mañana de Carnaval, a Ray Charles cantando Hit the road, jack...Si uno cerraba los ojos podía pensar en las fiestas de Truman Capote y Diana Vreeland, en aquellos tiempos en los que el amor era un exceso y la vida una raya de cualquier sustancia estupefaciente. Desgraciadamente, todas las caras tienen su cruz. Estos austríacos, así les maten, no bailan. Así pues, yo practiqué el sienting que consiste en bailar sin levantarse de la silla –así mismo canté lo que me sabía, que era mucho-; estos deseos míos de darle alegría a mi cuerpo (Macarena) hicieron exclamar a mi amiga S. –la finesa, ver post especial nochevieja-:

-Hay que ver este Paco lo rápido que se integra.

Y es que yo, queridos lectores, soy una mente simple: todo lo que tenga ritmo me arrastra. Y allí estaba yo.

También estaba con nosotros una pareja de Tirolesa y Vienés (en este país estas cosas son muy importantes) que estaban de visita en Viena y a los cuales, la frenética actividad de una tarde sabatina en la capital de este país, les había dejado para los leones.

A la una y media, tras la protocolaria última copa, me volví a casa. Llegué sobre las dos y media –en el camino a casa hubo alguna que otra parada para sucesivas últimas copas que, en mi caso, fueron cervecitas-; al llegar a mi vivienda, con el cachondeito nocturno, no tenía sueño, así pues sintociné la tele a ver qué había. Me sorprendió un programa de Canal sur que se llama mil y una noches ( presentado por un señor encantado de haberse conocido, por cierto). Este programa viene a ser como aquel que, en aquellos días de dulce recuerdo, tenía Pedro Ruiz en la segunda cadena. O sea, que el presentador lanza una pregunta de anuncio de compresas (¿A qué huelen las cosas que no huelen?) y se queda mirando al entrevistado con pinta de intelectual y la cabecita torcida para un lado.

Esta manera de entrevistar tiene la ventaja de que no es agresiva para el espectador, pero la desventaja de que sus resultados dependen mucho del día que tenga el entrevistado (todos tenemos días de habernos fumado un tampax y días en los que estamos de lo menos ocurrente). El otro día la entrevista era especial porque el programa fue un monográfico Ortega Cano. Viéndole, me vino a la cabeza que Ortega Cano tiene que ser una persona muy sufrida y muy noble. Me pareció un hombre muy comedido y que, cualquiera que fuera la naturaleza de su relación con Rocío Jurado, no puede dudarse de que la quería. Hay cosas que no se pueden decir si uno no está realmente enamorado de otra persona. También me pareció un hombre muy digno y muy pudoroso con su dolor.

Como nota frívola, decir que, entre pregunta y pregunta, de vez en cuando, ponían actuaciones de Rocío Jurado. Y la verdad, queridos míos, hay últimos discos que nuestros ídolos no debían haberse permitido, ni atuendos que nadie les debería haber dejado llevar. Pusieron una actuación de LMG (La Más Grande) cantando “Sobreviviré” de Mónica Naranjo, enfundada en un traje pantalón negro de cintura sobaquera, que la verdad...En fin, los comentarios sobran.

Para remediar el shock me puse mi DVD de su recopilatorio (Rocío Jurado, Señora) (sí: lo tengo, qué pasa, y el de Camilo Sesto, con su famosa caída de rodillas de Jesucristo Superstar también, porque uno es muy mitómano) y me recreé en los inverosímiles estilismos de la de Chipiona allá en sus buenos tiempos. La mujer parecía una gamba (por la importancia de la cabeza con respecto al resto del cuerpo). Esos cardaos que hacen flipar a mi cuñada (más que nada por saber cómo fueron posibles), esos trajes de noche con hombreras extragigantes para disimular que dicho cardao, en determinados casos, puede ser una adicción necesitada de tratamiento. Esa dependencia patológica de la laca. Ese clavel que siempre estaba colocado estrategicamente encima del piano para el último “se nos rompió el amooooooor, de tanto usarlo”. Esas uñas como garras pintadas de fucsia. Ese dominio del silencio. Ese dominio del “Admiradores, este es mi perfil derecho” y del “Fans del mundo mundial, este es mi perfil izquierdo”...En fin, que entre unas cosas y otras, me acosté a las cuatro pensando, como muchas veces, en mi abuela, que siempre decía:
-Como las artistas de antes, ná.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Aix, Paco, Paco. Cada vez me entran más ganas de venirme al país alpino. Como ya sabrás, la menda no es amante de la juerga y/o fiesta nocturnas pero, por tu descripción de los hechos, creo que el "más allá" es un lugar en el que no me habría sentido como un pececito fuera de sus aguas. Claro que, de momento, tendré que conformarme con el "menos allá y más acá". Todo llegará, todo llegará.

En cuanto a lo de la mitomanía: oye, no tienes que avergonzarte de ná, querido Paco. Cada uno admira a quien admira. Hay quien admira a actores (¿quién no ha pasado por esa época de efervescencia hormonal adolescente en la que empapela las paredes de su habitación con fotos de su inalcanzable actor/actriz?), otros admiran a futbolistas por la gran contribución de estos a solucionar los problemas de la humanidad y también, por qué no, para ver el reflejo material de lo que ellos anhelarían ser.

Unos admiran a cantantes y otr@s admiran a periodistas rubios a los que, por supuesto, tan sólo llegarán a conocer en sus más dulces y fantasiosos sueños a no ser que ocurra lo imposible, volviéndose posible por esos caprichos que tiene el destino a veces. Ya ves, Paquiño. Lo de la mitomanía no tiene edad, ni condición social ni nivel de madurez mental. No deja de ser una buena forma de soñar despierto y evadirse de una realidad que, a veces, sería mejor ignorar. ^^ Bicos.

Paco Bernal dijo...

Guten Morgen! No, no, si a mí, que me guste la Jurado y Camilo Sesto, no me produce ningún trauma. Si acaso a los demás :-)Además, lo que pasa es que estando aquí se te suben las hormonas patrias y te termina gustando Julio Iglesias. No te digo más, las catástrofes que tiene vivir en el extranjero XD
Por lo demás, soñar es gratis y no paga impuestos. Pero no hay que soñar y estarse quieto. Sino que hay que soñar para intentar transformar la realidad,nuestra realidad, dentro de lo posible, en un lugar más acogedor. Hay un personaje de Los Gozos y las Sombras -novela que te recomiendo- que dice:
-Con el destino, y aún contra él, está nuestra voluntad.
Cada día está lleno de posibilidades que pasan delante de nosotros. Posibilidades de hacernos la vida más fácil. Como el anuncio de Balay. Personas que nos hablan y a los que hay que esforzarse en saber escuchar. Lugares intrigantes que sólo están esperando a que sepamos descubrirlos porque están siempre ahí, delante de nuestros ojos. Campos del conocimiento apasionantes de los que nunca hemos oido hablar...Hay tanto que hacer... :-)

Dalia dijo...

¿Por qué quieres que baile un austríaco? Como baile como un alemán, en el mejor de los casos tendrás unos movimientos bien ejecutados pero faltos de alma y te lo digo con conocimiento de causa que me toca ir con cierta regularidad a tierras teutonas.
By the way, ¿Y a tí qué te ha llevado a Austria: amor, desamor, aventura, necesidad de cambio, un siroco o simplemente una oferta de trabajo?
Curiosona que es una.

Y pensar que a mi me avergonzaba reconocer que me gusta la copla y que con una copichuela en el cuerpo me pongo a homenajear a la Piquer como si estuviera trastornada... ya veo que en todas partes cuecen habas ¡y qué razón tenía tu abuela como las artistas de antes "ná de ná"
Un saludito desde debajo de mi montón de exámenes por corregir.

Paco Bernal dijo...

Hola!
Hombre, yo quería que la concurrencia bailase principalmente porque yo me moría de ganas y allí no se arrancaba ni el tato. Y uno no estaba aún suficientemente bolinga como para marcarse un solo de Celia Cruz. Pero no hubo manera...De todas maneras te diré que los austríacos se consideran a sí mismos una versión emocional de los alemanes, o sea, que ellos se ven como un pueblo preso en sus contradicciones: italianos por el sur y teutones por el norte. O sea, que son más extrovertidos que los de más al norte (doy fe) pero no llegan a nuestro grado de desinhibición.
Aunque de esto de la desinhibición habría que hablar algo más. Porque ellos, fuera de su patria, son muy desinhibidos. Para muestra: hace un par de años estuve con un grupo de extranjeros (austríacos entre ellos) en Casa Patas -un tablao flamenco muy famoso de Madrid- y mientras que los españoles estábamos como intimidados, los guiris se lanzaban a gritar "Olé" y "Viva tu madre" y, a poco que les azuzaran, se marcaban unas sevillanas (gansas, pero sevillanas) sin ningún problema.
Y en cuanto a por qué vine aquí...Yo, como Humphrey Bogart a Casablanca: a tomar las aguas :-) No, en serio, me vine porque necesitaba un cambio y porque quería aprender alemán. Y de momento, sigo en las dos cosas :-)
Suerte con esos exámenes. Espero que tus alumnos te aprendan mucho.
¿De qué das clase?

Dalia dijo...

Doy clase de inglis pitinglis, bueno, eso dice mi contrato, en realidad creo que me pagan para que los adolescenten estén lejos de la sociedad por unas horas sin herir a nadie ni destrozar nada.