


15 de Marzo.- Dado que lo del soneto no ha colado, vamos a ver si hacemos un post cortito.
La verdad es que ando un poco desconectado de la realidad de este país que me acoge, porque últimamente he estado viendo cine. Austríaco, naturalmente. He visto una película que se llama “In totem Winkel” (en el ángulo muerto) que es una larga entrevista en la que la ex-secretaria de Hitler (Traude Junge) contó sus impresiones sobre Adolfito antes de morir. Comentando el flin, mis alumnos austríacos se sorprendían bastante de que yo dijera que, a mí, la señora Junge me había parecido una mujer muy inteligente aunque muy inepta. En mi opinión, no tienen por qué existir contradicciones entre estos dos adjetivos y se pueden juntar en una misma persona. Todos conocemos a seres en nuestra vida que no tienen ningún impedimento para manejar cantidades ingentes de información, hablar varios idiomas y ser personas con un alto grado de éxito en su vida laboral pero que, sin embargo, son auténticos desastres cuando se habla de su vida personal y, sistematicamente, acometen relaciones amorosas con sus peores enemigos o se maltratan tomando todo tipo de sustancias insalubres. La señora Junge, a base de autoanalizarse, llegó a conocer las razones por las que cayó en las redes del discreto encanto del dictador. Ella necesitaba una figura paterna y Hitler representó para ella ese papel. Cuenta que, en su vida privada, nuestro amigo Adolfito era un ser vegetariano y educadísmo hasta la manía. De hecho, lo describe con las virtudes que se le suponen a cualquier buen cliente de burdel: Hitler era muy cuidadoso en las relaciones personales, nunca hablaba de su vida privada o su trabajo y se lavaba las manos después de cualquier contacto con su perro Blondi (la criatura que, según Junge, más amaba Hitler en el mundo). Preguntada a propósito de por qué no había rechazado el trabajo, la señora Junge se queda perpleja y recuerda que, en aquellos días, Hitler era, probablemente, una de las figuras más relevantes de su tiempo (la más relevante en Alemania) y que, aunque nunca había sido una nazi convencida (de hecho, pasó el proceso de desnacificación sin mayores problemas) la pudo la curiosidad de situarse al lado de un gran estadista. Llama la atención que Junge diga que Hitler, durante su relación laboral, sólo le dicto cartas personales y que uno de su trabajos era contestar la ingente cantidad de cartas de amor que Hitler recibía todos los días (hace falta estómago). Y mi pregunta es: ¿Recibirá Berlusconi cartas de amor? ¿Putin recibirá proposiciones deshonestas? ¿Bush tendrá ofertas de relaciones impropias? ¿Qué tiene el poder que pone tanto sexualmente a los seres humanos?
La película es muy interesante, porque la señora Junge pasó las tres últimas décadas de su vida purgando aquellos pecados que ella consideraba que había cometido por omisión. Lo hizo leyéndole a ciegos y cuidando enfermos. Durante muchos años, la certeza de haber estado al lado de un monstruo sin haber tenido conciencia de ello, la hizo sentirse ensuciada por la garra inmunda de la bestia, y caer en una hondísima depresión que la apartó de su vida laboral. Un personaje complejo, la señora, y una gran película hecha con una cámara y un foco. No hace falta más.
La segunda película austríaca que he visto se llama Silentium, y está basada en la novela de igual nombre del escritor austríaco Woolf Haas. Silentium es divertidísima. Es una historia de detectives (Krimis, las llaman aquí) protagonizada por el comisario Brenner (el actorazo Josef Hader). Hader es un señor al que yo no conocía pero que, parece ser, es enormemente popular en Austria como actor de cabaret –un género en desuso en la península pero que aquí goza de mucho predicamento-; no tengo más que cosas buenas que decir de él. Es un actor enormemente divertido a base de ser inexpresivo y creo que es la encarnación del humor vienés: macabro, ácido, negro negrísimo. Brenner es un perdedor que investiga un suicidio en Salzburgo.
Tanto me gustó Silentium que me compré su antecedente “Komm, süsser Tod” (Ven, dulce muerte). También está basada en una obra de Woolf Haas (lamentablemente Haas no está traducido al español, que yo sepa). Esta película habla de una guerra entre dos compañías rivales de ambulancias. Como ejemplo del humor vienés, citaré una parte del diálogo que, en español pierde mucho sentido, pero que en alemán (y sobre todo, dicha por Hader) tiene mucha gracia.
Un hombre (Brenner/Hader) y su ex novia se encuentran en una ambulancia después de muchos años sin verse. Ella le dice:
-Entonces no tenías el pelo gris.
Y él dice, socarrón:
-Eh! Qué pasa. No es gris. Es la nueva moda: rubio cementerio.
Humor Vienés cien por cien.
La película es muy interesante, porque la señora Junge pasó las tres últimas décadas de su vida purgando aquellos pecados que ella consideraba que había cometido por omisión. Lo hizo leyéndole a ciegos y cuidando enfermos. Durante muchos años, la certeza de haber estado al lado de un monstruo sin haber tenido conciencia de ello, la hizo sentirse ensuciada por la garra inmunda de la bestia, y caer en una hondísima depresión que la apartó de su vida laboral. Un personaje complejo, la señora, y una gran película hecha con una cámara y un foco. No hace falta más.
La segunda película austríaca que he visto se llama Silentium, y está basada en la novela de igual nombre del escritor austríaco Woolf Haas. Silentium es divertidísima. Es una historia de detectives (Krimis, las llaman aquí) protagonizada por el comisario Brenner (el actorazo Josef Hader). Hader es un señor al que yo no conocía pero que, parece ser, es enormemente popular en Austria como actor de cabaret –un género en desuso en la península pero que aquí goza de mucho predicamento-; no tengo más que cosas buenas que decir de él. Es un actor enormemente divertido a base de ser inexpresivo y creo que es la encarnación del humor vienés: macabro, ácido, negro negrísimo. Brenner es un perdedor que investiga un suicidio en Salzburgo.
Tanto me gustó Silentium que me compré su antecedente “Komm, süsser Tod” (Ven, dulce muerte). También está basada en una obra de Woolf Haas (lamentablemente Haas no está traducido al español, que yo sepa). Esta película habla de una guerra entre dos compañías rivales de ambulancias. Como ejemplo del humor vienés, citaré una parte del diálogo que, en español pierde mucho sentido, pero que en alemán (y sobre todo, dicha por Hader) tiene mucha gracia.
Un hombre (Brenner/Hader) y su ex novia se encuentran en una ambulancia después de muchos años sin verse. Ella le dice:
-Entonces no tenías el pelo gris.
Y él dice, socarrón:
-Eh! Qué pasa. No es gris. Es la nueva moda: rubio cementerio.
Humor Vienés cien por cien.

3 comentarios:
A ver [o, como dicen algunos en el ‘messeñier’, haber]: a lo primero tengo que remitirte a lo que un profesor que tuve en el instituto (del cual aprendí mucho) denominaba “la erótica del poder”. En algún sitio leí una frase que ahora no recuerdo si estaba sacada del diálogo de una película o era una cita a secas. Decía algo así como: “¿Te has fijado en que hasta las personas más malas tienen amigos?”. Pues algo así viene a ser lo que tú comentas. Para simplificar las cosas y a modo de [triste y actual] ejemplo, puedes pensar en una clase de colegio en la que hay el grupito de acosadores que la toman con una pobre alma en desgracia y le hacen la vida imposible. De buenas a primeras, podríamos pensar que semejantes sujetos tendrían que ser repudiados por todo aquel que los viera en acción. Lo cierto es que no, ya que dichos sujetos gozan de la idolatría y apoyo de muchos de los espectadores pasivos del espectáculo. Los hay que se limitan a mirar sin actuar; actitud que se entiende por aquella norma no escrita de “no te metas o recibirás tú”. Pero también los hay (y muchos) que, no sólo son testigos del espectáculo, sino que además lo disfrutan y saborean con el morbo malsano de saber que están siendo espectadores privilegiados de un espectáculo despiadado a costa de alguien que ni siquiera se presentó al casting para aspirar al papel de vilipendiado. Pues eso: como dijeron una vez en la tele, si hay un dictador es porqué hay gente que le apoya. Y lo mismo pasó con Hitler: tenía sus seguidores, por raro que parezca.
A lo segundo… no conocía a nadie de los que has citado, pero siempre es bueno ampliar conocimientos (en este caso de cine, una de mis pasiones). Sobre el humor vienés no tenía referencias previas. Siempre se habla del humor británico, que tiene fama de difícil, peculiar y sarcástico. ¿El vienés es parecido? Sea como sea, el humor siempre es bien recibido, que buena falta nos hace. ¿O no? Veo que los motivos de tu desaparición y/o ausencia de posteos son fruto de tu frenética vida cinéfila. En tal caso; queda usted absuelto. =P Deduzco entonces que no habrás tenido tiempo de enterarte de lo que se cuece por el país alpino. Bueno, bueno. Sin que sirva de precedentes, seré yo quien te sirva de conexión con el mundo exterior. Resulta que cierta persona ha sido galardonada con un importante premio periodístico (el tercero de su carrera) que se concede cada dos añitos en Austria. El galardón, que va de la manita con la nada despreciable suma de 7000 euros [no sé si eso es mucho o poco en el país alpino], acredita a su receptor como una persona tenaz, perseverante y constante a la hora de ejercer su labor periodística; cualidades que le son reconocidas mediante la concesión de este importante premio (que lleva nombre de Dr.) otorgado por la asociación de prensa austriaca. Por esta vez quedas absuelto del delito cometido contra mi persona de ocultación de información molona. Pero, ¡¡Paco, coñe !! ¡Que tú vives ahí, y en el mismo barrio! =P Ándate con el ojo y el objetivo puestos.
En fin, que estos días también yo voy de pompis. Por si fuera poco, he recibido la Besuch de ya sabes quién. Siguiendo tus consejos, Kinder en cantidades industriales. A la espera de más textos tuyos, se despide tu corresponsal de la agencia “EME”.
Ein Kuss.
Hola, hace poco leí tu blog porque estaba buscando información acerca de la película "Komm, susser tod ", la cual me bajé de internet porque leí buenos comentarios acerca de ella, además de la excelente banda sonora que tiene. Leí que tu también la habías visto, y pensé que podías ayudarme si es que habías visto los subtítulos de aquella película, ya que me la bajé del emule pero hasta ahora no puedo ver, ya que está en alemán. Espero me respondas, me gusta tu blog.
Hola!
-En primer lugar, comunicante Anónimo, agradecerte que te hayas pasado por mi blog y que hayas tenido la paciencia de leer alguna cosilla. Espero que se repita. En cuanto a "Komm...", la verdad es que me la compré en una edición muy salada de un periódico. Si estás en España, algo asi como las películas que daba El País dentro de la colección UN PAIS DE CINE. Algunas de las películas tienen subtítulos en inglés, otras, como "muttertag" (que me aseguran que también es la caña) no. Si de verdad te gusta, te diría que te la comprases original. En España dudo que la puedas conseguir, pero en www.amazon.de está a 13,45. Piénsatelo: son dos copas y la tendrás para siempre. Y merece la pena. Ahora, que también te aviso: los subtítulos son en inglés (te lo digo antes de que te embarques en una compra onláin).
-En segundo lugar, para mi M., que me distingue con su fidelidad, decirte que no tenía yo noticia de que nuestro amigo molón de ricitos de oro hubiera ganado ningún premio de periodismo. No es por desmerecerle, y líbreme Dios de poner en duda los méritos del mushasho, pero piensa también que le dan premios de periodismo a Federico Jiménez Losantos (que ya es dar) :-). De todas maneras, no hay quien dude de que el chico se lo merece por haber entrevistado a Natascha con tanto tacto. Completamente de acuerdo con tu análisis de la tiranía. Particularmente con la parte final: las dictaduras son como enfermedades políticas que se generan cuando existe un clima para que se generen. Es como si el cuerpo social se atiborrase de sustancias nocivas que terminan haciendo eclosionar el huevo de la serpiente. Normalmente, los dictadores se nutren de climas de extremo descontento social. Hitler nació de la inflación provocada por las medidas aliadas para dejar fuera de combate a Alemania después de la Primera Guerra Mundial. De cualquier manera, el mejor remedio, en mi opinión, es mantener a la población informada convenientemente, sanamente, desde diferentes puntos de vista. Inculcar en los futuros votantes, desde niños, la sana duda, el sanísimo espíritu crítico y de libertad que les permita protegerse de fulanos que vengan a ofrecerles la luna o a venderles la torre Eiffel por cinco euros. Y aún ni siquiera esa vacuna funciona. Tantos cultos ha habido y hay que justifican regímenes totalitarios amparándose en la teoría del mal menor que uno empieza a pensar que el ser humano necesita caudillos y jefes para simplificar...Aunque luego abomine de ellos.
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