Foto: Flickr; usuario: René Venturoso
La Gran Pregunta
30 de Marzo.- Hace días que me ronda una idea extraña por la cabeza que es el fruto, sin ninguna duda, de mis idas y venidas por la red.
Vamos a ver si consigo decirla: si la blogosfera existe, si en todas partes del planeta, los seres humanos (tan poco originales) hemos decidido abrir ventanas a nuestra vida y nos dedicamos a contar con una impudicia nunca vista nuestras idas y nuestras venidas (incluso, y perdón por el chiste, nuestras corridas), ¿Para qué sirve la literatura? ¿Cuál es el nuevo papel de la ficción? ¿Qué se puede escribir que supere la vida real? Quizá “superar” no sea la palabra más adecuada para explicar lo que quiero decir...En otras palabras: ¿Qué puede ofrecer la literatura que no esté en un blog bien escrito? ¿Qué argumentos se les puede dar a las personas más jóvenes, para quienes los libros están pasando a ser un objeto tan poco atractivo, para que aborden la lectura de algo que, sin duda, sólo es un pálido reflejo de la realidad? En otras palabras ¿Para qué leches quiero yo escribir una novela como las de antes, si las novelas como las de antes ya son material muerto? ¿Merece la pena consagrar tanto esfuerzo a una forma de comunicación, de selección y muestra de la realidad que, en pocos años, será pasto de eruditos o envoltorio para pescado –si es que el pescado no se extingue antes-? Es más, ¿Será verdad que, en pocos años, la literatura en papel será pasto de los eruditos o envoltorio de pescados?
¿Por qué escribir?
¿Para quién?
Soy consciente de que las personas de más de treinta años pertenecemos a la última generación que fue educada con el libro como fuente primaria de saber, como depositario prestigioso de la cultura. Recuerdo el diccionario enciclopédico Salvat, de rojos lomos, de letras doradas y pastas de polipiel, de donde copié todos los trabajos que hice para mis maestros del colegio. Ellos eran unas personas que hacían una letra de palo impecable y cuyos totems tecnológicos eran las máquinas de escribir Olivetti (esas entrañables antiguayas) y las plumas Parker (fetiche de la generación de los escribientes de postguerra). Y los recuerdo con nostalgia, pero porque pertenecen a un tiempo que, soy consciente, muere deprisa. Cuando todos los libros estén en la red, ¿Qué serán las bibliotecas sino grandes cementerios de elefantes? Los chavales de ahora ya llevan colgados del cuello dispositivos electrónicos que les alejan del libro, de una cultura de la palabra que se muere sin que nadie lo lamente demasiado. Actualmente, los dispositivos electrónicos que permiten leer son rudimentarios, toscos, grandes y pesados, pero cada vez es más frecuente ver a gente comiéndose un bocadillo con el ordenador portátil sobre las rodillas, mientras leen los periódicos del día gracias a la internet sin cables. Es sintomático que tantas publicaciones prestigiosas –Life es la última- estén muriendo ya en el mundo físico de papel y se estén pasando a Internet, a esa Second Life en la que, poco a poco, estamos entrando todos. Un medio sin duda mucho más ecológico, pero que nos quita a los románticos la posibilidad de practicar el fetichismo de la novela sobada. Páginas que constituyen un instrumento de conexión potente, que se enlazan con otras, que nos ayudan a obtener información más rápida y más comodamente sobre los temas que más nos interesan. Que nos abren un mundo infinito de posibilidades, una nueva manera de pensar, de relacionarnos con el mundo.
Y más aún, aunque no quiero aburrir: si todos somos escritores, si cualquiera puede contar en una web más o menos sofisticada las andanzas de su vecina Maripuri para deleite de sus amigos, si el mercado de lectores y escritores se atomiza tanto que el escritor deja de ser ese ser que impulsó el romanticismo, tocado por la musa, ¿Qué papel tiene el escritor en la sociedad? ¿Para qué escribir?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesante reflexión que viene a ser una continuación de lo que comentabas en una ocasión anterior. Es triste, pero cierto. La cultura de la palabra escrita en formato tangible parece destinada a la extinción total de su especie. Aunque no se puede negar que en cuestión de tecnología las cosas se han sofisticado mucho y han hecho que la vida sea mucho más cómoda,lo cierto es que al mismo tiempo se ha ido perdiendo la esencia de muchas cosas.

A ver: recuerdo cuando, en el colegio, tenía que hacer proyectos a base de noticias de periódicos. De hecho, en primero de carrera tuve que hacer uno. Antes, tenía que ir a la biblioteca y coger un montón enorme de periódicos a los que les faltaban la mitad de hojas, empezar a buscar y rebuscar noticias que guardaran algún punto de conexión con el tema del trabajo, fotocopiarlas en la máquina de la biblioteca con los consiguientes: “Mierda, no me acepta las 5 pesetas. Mierda, no llevo suelto y la máquina no devuelve cambio. Mierda, la hoja no cabe y la fotocopia sale cortada. Mierda, alguien ha puesto el zoom a 200 y me sale tan sólo la inicial del titular, etc, etc, etc”.

Al no tener escáner en mi casa, tenía que pegar la noticia a la hoja que siempre se sobresalía, se levantaba en las esquinas y quedaba hecho una boñiga. Ahora todo es mucho más cómodo: me ponto en el buscador de noticias, introduzco las palabras clave “empresa – joint venture – holding”, le doy al Intro y me aparece una relación con 50 noticias entre las que elegir para usar en mi proyecto. O, si tengo la suerte de encontrarla en el periódico físico, las escaneo en la multifunción y quedan de lujo.

Con esto me refiero a que ahora las cosas son más fáciles. Precisamente hablaba un día con el padre de un alumno de este mismo tema y él me decía: “Es que cuando tú o yo estudiábamos, teníamos que usar la enciclopedia por narices. No había otra manera. Ahora se puede decir que ya no hace falta tener una enciclopedia en cada porque TODO está en la red”. Esto tiene la ventaja de la comodidad, pero tiene la desventaja del copy-paste y ya tengo un trabajo para presentar. Ya sabes que a mí me encanta leer y prefiero tener el libro entre mis manos para poder ir pasando las páginas. Parece que el libro me guste más.

En fin, que la tecnología nos ha ayudado en muchas cosas y nos ha perjudicado en otras. Ya sabes… ahora el acoso escolar se ha sofisticado. Viene con el cable USB incluido. Ains…