Sendas imágenes del Raben Hoff
Pucheros y Jipíos
4 de Abril.- Hace unas semanas me compré en una tiendecilla del primer distrito un libro de segunda mano sobre la historia de Austria. Conmemoraba los sesenta años de la firma del tratado que constituyó la segunda república austríaca (la actual). Con motivo de esa efemérides el estado austríaco montó una exposición en el palacio de Belvedere, en la cual se exhibían diferentes fotografías, imágenes y objetos relacionados con la historia de este país, prestando particular atención al período 1938 (fecha de la anschluss)- 1950. Hojeando el libro, me topé con una foto terrible en la que se veía a un grupo de soldados de las SS poniendo en fila a un grupo de personas para detenerlas, ante la mirada (no se sabe si pasiva o aterrorizada) de un grupo de ciudadanos. La terrible escena se desarrolló en un lugar por el que pasé ayer: el Raben Hoff y, al reconocer el sitio, tuve la misma sensación desagradable que cuando el diario El País publicó, hace algún tiempo, las fotografías que Robert Capa tomó de la Gran Vía desierta, llena de rastros de la vida diaria hecha cascotes, durante la guerra civil.
Fui ayer al Raben Hoff a visitar a mi amigo C. que vive en uno de los bloques que lo componen. El RH es una gran manzana de casas construida en los años 20 y que, por más veces que la hayas visto, te impresiona siempre como la primera. Da entrada al complejo un gran arco ojival que te devuelve al mundo de los nibelungos; y las ventanas cuadradas y las líneas horizontales hablan de un art decó estilizado que la primera república decidió utilizar como marca artística frente al historicismo arquitectónico que había caracterizado a la monarquía de los Habsburgo, y cuyos ejemplos más evidentes pueden verse en los últimos añadidos al Hoffburg o en el edificio del Ministerio de la Guerra, cerca del Urania, en la Ringstrasse. Los edificios del RH son de protección oficial (la ciudad de Viena es el mayor agente inmobiliario de Austria, con un tercio de las casas de la ciudad en propiedad), lo cual se traduce en el hecho de que las personas que viven en ellos –jóvenes y otros colectivos que no pueden acceder en igualdad de condiciones al mercado libre- pagan una renta asequible a cambio de que la casa no pase a ser nunca de su propiedad (Ver post “Visitantes ilustres”).
Mi amigo C. vive en un apartamento que da a un frondoso bosque interior. Es una casa blanca y ordenada, muy acogedora, con un cierto aire nórdico. Ayer, C. me ofreció unas lentejas que había hecho y, mientras la tarde declinaba tranquilamente, nos comimos el sabroso guiso charlando de nuestras cosas. De fondo, el ruido de los niños que jugaban en el patio, como si fueran los sonidos de unas extrañas aves marinas.
En un momento de la conversación, C. y yo estuvimos hablando de las películas que nos habían hecho llorar.
Esto de llorar en el cine es una cosa curiosa, porque es que a mí, particularmente, me gusta. O sea, que yo, lloro en el cine y salgo de un descansado que te cagas. O sea, como que bien. Pero, eso sí, yo solo lloro con material de calidad. O sea, las pelis tipo “La casa de la pradera”, en las que te están metiendo el dedo en el ojo para que llores, no me gustan. A mí me mola tragarme el anzuelo sin darme cuenta. Irme metiendo en la historia y que de pronto, esa historia me empiece a empañar los ojos y, antes de darme cuenta, terminar con jipidos y pucheros (no es coña, que yo termino así). En mi ránking particular de jipidos y pucheros destacan:
-“Cinema Paradiso”: la vi de re-re-reposición un día en Telemadrid, sin saber bien a qué me exponía. Ese niño con esas orejas tan grandes, el viejecito del cine, que se muere...buaaaaaaaaaaaaa. Vamos, que no pude con la vida.
-“Billy Elliot”: y seguimos con las pelis con niño. En el momento en el que Billy Elliot está haciendo los exámenes en la superescuela pija fue para mí mortal.
-“El jorobado de Notre Dame”. Sí: con esa también. Recuerdo que la vi en la plaza de la Opera, en Madrid y que, a mi lado, había una madre y una hija. Yo lloré con esa desde el principio. Cuando cantan la canción de “Out there” yo ya era una fuente (es la primera canción de la película). Y para ridi supremo, la madre le preguntó a la niña: “Mamá, mamá, y al señor este, que le pasa”. No sólo me llamó llorón, sino que encima me llamó viejo, la jodía niña.
-“Brokeback Mountain”: sí: lloré a pesar de que no hay quien se crea el bigote postizo que le calzan al vaquero moreno (¿Quién hizo el maquillaje de esa película, Benito, el de manos a la obra?). En esta ocasión decir que me pilló de vacío. O sea, que yo no sabía a lo que iba...Y claro.
-“Locos en Alabama”; hay una escena particular de esta película que, cada vez que la vemos en familia, mi gente espera con impaciencia. Es la escena de la piscina donde muere el chico negro. O sea, es que no me puedo contener. En mi casa, por supuesto, se mean de risa y se dan codazos impacientes esperando el momento, los muy ladinos.
En fin, no sigo, que me estoy cubriendo de oprobio.
Pero es que C. me confesó que un amigo suyo, que es un corazón de oro, había llorado viendo “Sonrisas y lágrimas”.
Y es que el mundo, queridos lectores y lectoras, está lleno de gente más güena que el pan.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo recuerdo que lloré con "El inolvidable Simon Birch" y con "En sus zapatos", en la parte en la que sale una ancianita. También lloré con "The Holiday" cuando le hacen un homenaje a un anciano guionista. Y bueno... con muchas otras pelis. Bueno, yo es que soy del club "easymoco". A veces me han hecho llorar incluso anuncios de la tele. :P

Por cierto: no sé si es en el palacio Belvedere o en algún lugar que se llama así. Pero es el lugar en el que van a homenajear a mi rubiales de oro y a entregarle su premio. Radar en marcha.

Anónimo dijo...

Creo que me estoy volviendo más sensible con los años, y ahora hasta lloro con lás últimas películas de Almodóvar - El almodóvar más maduro que describe, y a veces parodia, esa España que tanto me falta.- Pero sin duda hay dos películas con las que sí he tenido una buena pelotera:
"La vida es bella" y "Brokeback Mountain".

Tema aparte, el ambiente Nórdico del piso es gracias a los muebles del Ikea, lo más probable. Y si te gustó la lentejada, creo que el Domingo 22 de Abril, podría repetirlo.