17 de Mayo.- Hoy, toda Austria está de Feiertag, porque se celebra la Ascensión del Señor. Sin ningún ánimo de resultar blasfemo a estas alturas (y remitiéndome a un libro estupendo y entretenidísimo del Profesor Juan Eslava Galán que se llama “El fraude de la sábana santa”) quisiera contar una historia un tanto chusca que relaciona esta fiesta católica con la no menos católica ciudad de Viena.
Jesucristo nació dentro de la comunidad judía y, por lo tanto, fue circuncidado. Durante muchos siglos, fue tema de debate en la Iglesia Católica qué había pasado con este trocito de la piel del cuerpo del Salvador que, obviamente, los sacerdotes del Templo de Jerusalem no habían podido tirar a la basura (ignoro lo que se hará en los hospitales modernos). Las teorías, expuestas en varios concilios, eran dos: a) que este trocito del cuerpo de Cristo se había desintegrado o b) que había permanecido incorrupto durante los treinta y tres años de vida terrenal de Jesucristo y había ascendido al cielo junto con el Salvador reintegrándose a su corporeidad celeste. El tema llegó a ser de tanta importancia que, parece ser, se trató incluso en el concilio de Nicea (en el mismo en que se debatió acaloradamente, si la memoria no me falla, si las mujeres tenían alma, como los hombres, o no la tenían como los animales) pero la falta de acuerdo de los teólogos hizo que se aparcase la cuestión a la espera de indicios más fidedignos. Mientras tanto, se hizo tema común de meditación para las enclaustradas aquel trocito del cuerpo de Cristo, que se les proponía a las novicias como sustituto del anillo de desposadas de su marido terrenal. Este tópico, que nos puede parecer un poquito sonrojante en el siglo XXI, parece ser que fue moneda de uso común durante muchos siglos. Hasta el XVIII, en el que se dice que una monja vienesa, al ir a comulgar, sintió en su lengua el tacto delicado de aquel trozo de piel (oye, risas no, ¿Eh? Que si no, no sigo) pues eso, que la señora esta, mantuvo en secreto esta sensación, pero al cabo, convirtiéndose esta en una obsesión, no tuvo más remedio que comunicársela a su confesor (un estricto confesor vienés) que escribió la misiva pertinente al Vaticano, cuyas autoridades declararon, tras sesudo examen de los testimonios presentados, que el sobrenatural prodigio confirmaba que el prepucio de Jesucristo había asendido junto con él durante la fiesta que hoy se conmemora y que formaba parte de su cuerpo celeste.
Para estas y otras anécdotas tan jugosas, me remito de nuevo al libro del Profesor Eslava Galán, que las cuenta con mucho más salero que yo (y probablemente, con más aporte de datos técnicos, porque yo estoy citando de memoria, porque el libro lo tengo en Madrid). Cuenta el Profesor Eslava Galán (autor también de una novela muy buena que se llama “En busca del Unicornio”) que entre la nómina de despojos que se conservan de la Sagrada Historia se encuentran algunos tan curiosos como un huevo de la paloma del Espíritu Santo, un diente de la burra que llevó a la Sagrada Familia en su huida a Egipto, plumas de las alas del Arcángel San Gabriel, un variado guardarropa de la Virgen María (parte del cual se guarda, por cierto, en la Schatzkammer, del Hoffburg de Viena), la lanza con la que el centurión Longinos atravesó el costado de Jesús en la Cruz (curioso que este personaje haya llegado a nosotros con su nombre) –dicha lanza está también en Viena- y trozos de la cruz suficientes como para formar un bosquecillo. Y no olvidemos que el Santo Grial –según las más solventes autoridades eclesiásticas- se guarda en la Catedral de Valencia.
En fin, para encarar con más alegría mi trabajo y llegar fresco al lunes (día de mi debut) me iré a Croacia viernes, sábado y domingo, para disfrutar de las playas de Rovinj en donde no he estado nunca y que, me aseguran, es una de las pel-las del mar Mediterráneo.
Para estas y otras anécdotas tan jugosas, me remito de nuevo al libro del Profesor Eslava Galán, que las cuenta con mucho más salero que yo (y probablemente, con más aporte de datos técnicos, porque yo estoy citando de memoria, porque el libro lo tengo en Madrid). Cuenta el Profesor Eslava Galán (autor también de una novela muy buena que se llama “En busca del Unicornio”) que entre la nómina de despojos que se conservan de la Sagrada Historia se encuentran algunos tan curiosos como un huevo de la paloma del Espíritu Santo, un diente de la burra que llevó a la Sagrada Familia en su huida a Egipto, plumas de las alas del Arcángel San Gabriel, un variado guardarropa de la Virgen María (parte del cual se guarda, por cierto, en la Schatzkammer, del Hoffburg de Viena), la lanza con la que el centurión Longinos atravesó el costado de Jesús en la Cruz (curioso que este personaje haya llegado a nosotros con su nombre) –dicha lanza está también en Viena- y trozos de la cruz suficientes como para formar un bosquecillo. Y no olvidemos que el Santo Grial –según las más solventes autoridades eclesiásticas- se guarda en la Catedral de Valencia.
En fin, para encarar con más alegría mi trabajo y llegar fresco al lunes (día de mi debut) me iré a Croacia viernes, sábado y domingo, para disfrutar de las playas de Rovinj en donde no he estado nunca y que, me aseguran, es una de las pel-las del mar Mediterráneo.
3 comentarios:
Vaya, chico. Hay que ver la cantidad de cosas que se aprenden contigo. Dicho sea de paso... hace poco tuve la ocasión de ver un reportaje en el que se trataba el tema de la circuncisión (con su correspondiente demostración audiovisual del proceso quirúrgico) y me mareé cual pato en el Dragon Kan. En fin... que mucha suerte para el lunes. Besitos molones. =P
Esos temas me encantan. Me parece divertidísimo esa costumbre cristiana de guardarlo todo y disfruto encontrando relicarios en las iglesias y en museos. de hecho creo ya haber visto también algún trozo de prepucio por algún sitio, justo con trozos de la cruz de Cristo (creo haber leido en algún sitio que si algún día los juntan todos se podría hacer una cruz que diera la vuelta al mundo), etc. Cachitos de historia real o ficticia con los que la gente se ganaba la vida sobre todo en el Medievo vendiendo así al comprador de tal o cual cachito de santo, de la virgen o del mismo Cristo ciertas indulgencias o un acceso VIP en la entrada al paraiso. Y no hay que ir tan lejos ¿no decían que tenía Franco el brazo incorrupto de Santa Teresa?
Mi iglesia favorita en Zaralonia es la de Santa Engracia. Pobre mujer, que no sólo murió martir en tiempos romanos de la ciudad y por si fuera poco le cortaron el cráneo por la mitad para cederle est a una iglesia mejicana y es que como seas santo no descansas ni después de muerto. No se si será como una reminiscencia de pueblos caníbales que al comerse a un pariente buscaban tenerlo cerce de si para siempre y si se comían a un enemigo era para apoderarse del vigor o virtudes que tuviera en vida.
Si te pasas por Zaragoza la cripta de Santa Engracia es un monumento a tener en cuenta no por su belleza, que no tiene nada de particular sino por las historias que sus reliquias poseen.
Un abrazo.
Como al pobre de San Juan de la Cruz que, recién muerto, le descuartizaron y se llevaron los trozos debajo de las capas. O la pobre Santa Teresa, que también anda despiezada por ahí. Si voy a Zaralonia, me pasaré por la iglesia que me dices con mucho gusto. En Rovinj, en donde acabo de estar, se veneran los restos de Santa Eufemia, la mujer, que fue devorada por los leones en tiempos de Diocleciano (hay que ver qué cosas guarda la gente). Besos mil
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