Pedazo de la España en que nací
28 de Junio.- Lo sé, lo sé. Estáis todos deseando saber qué me ha parecido Madrid después de más de un año de ausencia. Exactamente un año y casi un mes. La última vez que estuve aquí, acababa de fallecer LMG (La mah grandeh).
Pues bien: en primer lugar, y comparando con mi recuerdo, debo decir que he encontrado Madrid hecho un mosaico multicultural y colorido, muy colorido. Por la calle se oyen todos los idiomas. También tengo que decir que España está hecha un bosque de grúas. Que en un año, han crecido los barrios de una manera insostenible y que ahora, entre Madrid y mi pueblo -antaño un desierto- una ardilla podría ir de balcón en balcón -o de cosa raquítica enrejada a cosa raquítica enrejada- sin tocar jamás el suelo (podría encaramarse también en algunos arbolitos esquemáticos, recién llegados, como si dijeramos, al mundo vegetal).
También he encontrado entrañable el hecho de que los españoles (nuevos y antiguos) somos de tamaño más recogidito que la media europea. Por consiguiente, aquí, todo, desde los cuartos de baño a la altura de los escaparates de las tiendas, es más bajito. O sea, como para hobbits. Los autobuses también me han parecido modernísimos y, en general, todo lo que sirve para ganar elecciones (y aquí las ha habido recientes) es de una insultante y cromada novedad (por cierto, casi todo pintado en azul PP, o por lo menos en lo que antes era su azul distintivo). Asimismo, he empezado a darme cuenta de que estaba en España cuando el conductor del autobús ha sido brusco conmigo, cuando he visto pintadas en todas las superficies expuestas a la intemperie graffitera (algunas, extrañas, como una que decía "Castilla entona canciones de guerra"), cuando, al pasar, chicas jóvenes de aspecto hosco y vestidas en Bershka de profesionales del sexo de pago, me han echado el humo de los cigarros a la cara. Ays, cómo me ha emocionado esa proverbial hospitalidad del pueblo soberano. Esos piercings en todas las ternillas susceptibles de ser taladradas. Esos tía, macha, etcétera, que me ponen la carne de gallina, porque son parte de mi infancia. Ese "Pronto", en una de cuyas portadas se afirma, sin temor a equivocación posible, que Rocío Jurado ahora descansa más tranquila puesto que se ha hecho justicia con su herencia.
Mañana quizá, si me acuerdo de traerme el cable USB a la vera de este compiuter que me sirve de hilo con el mundo, pondré fotos, que he hecho y muchas, siguiendo mi costumbre. Hoy de momento, quiero que os quedéis con esta imagen de la fealdad entrañable de Madrid, del suburbio en el que cada día multitudes de Juanis y de Borjas, y de Yonathans, luchan por su vida, para luego, gastarse los novecientos euros mensuales en uno de los enormes centros comerciales.
Ays....
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