Cualquier tiempo pasado da mucha lástima

11 de Julio.- Aprovechando la repentina ola de frío que se ha abatido sobre Austria (hoy he visto en el Österreich, tan dado a las escandaleras, que hasta ha nevado por algunos sitios) he empezado a liquidar parte del material audiovisual que me he traido de España y que ha consistido en lo que podríamos llamar Operación Nostalgia, o sea, Tele de Barrio. Porque al final, queridos y queridas, lo que termina uniendo a las generaciones (por lo menos a aquellas que hemos crecido frente al tubo catódico) son las series de Televisión.
Así que ayer, mientras cenaba un bocata de jamoncete (que también ha sido importado desde la Madre Patria en forma de envasado al vacío) me despaché dos episodios de Remington Steele, aquella serie que hizo mis delicias cuando era un infante que no sabía lo que hacía (y, que por lo mismo, se lo tragaba todo). Ays qué dolor, queridos lectores que formáis legión. Porque el choque fue tan fuerte que estuvo a punto de destrozar el cálido y regocijante recuerdo que yo guardaba de Pierce Brosnan y de su compañera Stephanie Zimbalist, transfigurados en Remington Steele y Laura Holt. Qué ingenuidad. Volví, por obra y gracia de las nuevas tecnologías, a los Estados Unidos de la era Reagan, con su conservadurismo galopante. La verdad es que la serie, vista hoy, no tiene desperdicio. Empezando por los personajes principales que son encantadoramente falsos. Ese Pierce Brosnan que antaño nos parecía el colmo de la elegancia, y que hoy ha encogido hasta adquirir las proporciones del horterilla con pretensiones que realmente es. O esa pobre Zimbalist, cuyo papel en las tramas es tan machista que extraña que las feministas no se encadenaran a las puertas de la productora de la serie mientras llevaban los sujetadores en la boca.
Remington Steele se ha quedado como un ejemplo de un binomio que ha funcionado estupendamente bien a lo largo de la historia de la tele: o sea, personaje femenino que representa los valores maternales/sensatos, cuya actividad está condicionada por un personaje masculino con cierto tirón sexual y un pasado sinvergüenza que no llega más allá de las gamberradas que todos hacíamos en segundo de BUP. Hasta antes de ayer mismo, productos de tan indudable progresía como "Farmacia de Guardia" o "Los Serrano" han seguido explotando este lado de las relaciones humanas.
De producción, pues la verdad, Steele y Holt se pasan los episodios saltando muros de cartón piedra, visitando decorados cuya simpleza recuerda a las casas que salen en las pelis porno de serie Z, y recorriendo las calles de los suburbios de LA en una limusina con un teléfono que tiene cable. En fin, encantador todo.
Pero es que, no contento con revisitar Remington Steele también me compré una de las series que más me hicieron reir en mi infancia: Aló, aló. Qué recuerdos. Mi hermano y yo todavía lloramos de risa al recordar al Herr Flick de la Gestapo. A aquel Herr Flick. Porque ahora, vista con su doblaje neutro, la verdad es que hay pocos chistes de Aló Aló que tengan auténtica gracia. Ha pasado mucha agua bajo el puente y hemos visto series mejor escritas. Pero aquellos chistes simples, la verdad es que te hacían reir. Quizá porque entonces éramos todos más ingénuos.
Para otro día dejaré el comentario de "Fortunata y Jacinta" (yo es que entré en la FNAC en plan salvaje), que eso sí que tiene miga.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya... veo que la cosa va de recuerdos del pasado, ¿eh? Precisamente el otro día, que me encontraba yo traurig perdida, conseguí revisionar una película que me encantó en mi niñez y que busqué durante mucho tiempo (y que pensaba que jamás volvería a ver). Casualidades de la vida... la conseguí (en inglés) y pasé una tarde deliciosa amortizando sofá y recordando viejos tiempos. La película (que a muchos 'modernos' les parecería una moñada vomitiva) es, ni más ni menos, que "The slipper and the rose". No veas la emoción al tenerla entre mis manos. ¡Buf! Ese Richard Chamberlain cantando el "Oh ho ho!
What a comforting thing to know!!" Momentos freak de la menda lerenda comiendo croissants delante de la tele [porque lo que se tiene que guardar son las curvas y no la línea] Oh, oh oh! What a comforting thing to do. Un besín.

Anónimo dijo...

nuria
Ohhh, dios mío, que infierno de hombre, Pierce Brosnan. Mi hermana y yo nos poníamos delante de la tele a ver Remington Steele, como dos buenas hermanitas, previa pelea anterior. Estábamos las dos loquitas por él. Y creo que, todavía, le consideramos un tipo guapo y elegante aunque el hombre ha perdido bastante.
Ahhh, como decía Lina Morgan, "Como se estropean los cuerpos".
un besote

Anónimo dijo...

Bueno, bueno, sin generalizar. ¿Y El Equipo A?¿Y Doctor Who?¿Y Luz de Luna al principio? Hasta MacGyver tenía su gracia, con un corte de pelo que parecía Rod Stewart. No todo tiempo pasado fue peor.

Paco Bernal dijo...

El primer episodio de Luz de luna marcó un antes y un después en mi vida. Y Mc Giver...Ese peinado, solamente superado por la crestilla (o amago) que luego se marcó Julia Otero en el 3x4.

En cuanto a Richard Chamberlain, marcó un hito en El Pájaro Espino, con Rachel Ward, tan mona, y que luego, con los años, se ha estropeao tanto la mujer. Y una de las últimas cosas que hizo Barbara Stanwick, antes de hacer los Colby, junto a Charlton Heston. Un spin-off de Dallas en el que salía Joan Collins, que acumulaba apellidos de casada según avanzaba la serie (Alexis Carrington Colby Dexter, que yo recuerde).

Ayss...Qué tiempos