Tom y su maletín que no tiene fin (foto EL PAIS)



Operación Walkiria


20 de Julio.- Hoy se cumple el aniversario número 63 del intento de Claus von Stauffemberg de acabar con Hitler mediante una bomba. El hecho está de actualidad porque esta semana ha empezado en una zona boscosa cercana a Berlín el rodaje de la película protagonizada por Tom Cruise a propósito de este episodio (el final) de la vida de Stauffemberg.
Cómo no, el rodaje de la película ha levantado mucha polémica en toda el área germanoparlante, debido a que Tom Cruise, como todos sabemos, es miembro (y junto con John Travolta, realiza una abundante labor de proselitismo) de la iglesia de la Cienciología que, aquí, en esta civilizada Europa que nos acoge, es considerada una secta.
Sin embargo, Cruise no se ha dejado amedrentar y ya han salido en la prensa (ver El País, por ejemplo) fotos de nuestro cienciólogo favorito vestido con el uniforme gris del aguilucho y la cruz gamada (por cierto que, yo no sé si será por exigencias del guión, pero el uniforme le sienta fatal).
Von Stauffemberg fue el encargado de ejecutar un plan, llamado Operación Walkiria, que consistía en intentar matar al tito Adolfo durante una reunión en su búnker subterráneo. Este plan se frustró debido a la diabólica buena suerte de Hitler que le salvó en numerosas ocasiones. Un misterioso soplo parecía avisarle de los peligros que le acechaban y así, con esta legendaria baraka, algunas fuentes aseguran que sobrevivió a más de cuarenta y dos intentos de asesinato, que quedaron frustrados en diferentes estadios de preparación.
El que nos ocupa tuvo lugar el 20 de Julio del año 1944, momento en el cual debía celebrarse en la guarida del lobo (o cuartel general del ejército nazi) una reunión al más alto nivel, durante la cual se debía tratar la situación general de las tropas alemanas en la guerra europea.
Von Stauffemberg (herido de guerra y prestigioso soldado prusiano) llevaba dos maletines con explosivos que debían ser colocados debajo de la mesa alrededor de la cual se celebraría la reunión. Primer punto a favor del equipo de los malos: sólo consiguió activar uno. Después, debía poner el maletín al lado de Hitler, de manera que le explotase la bomba y le diese de lleno. Segundo punto: Von Stauffemberg colocó el maletín en el lugar correcto, pero al salir de la habitación, no pudo darse cuenta de que le molestaba a uno de los asistentes, que lo apartó y lo colocó cerca de una de las patas de la mesa, en el lado más alejado de Hitler (y demasiado cerca del taquígrafo que tomaba notas de la reunión, que palmó, la criatura). Como tercer punto y definitivo para la derrota de los buenos: la reunión, que originariamente debía celebrarse en un bunker subterráneo (lo cual hubiera concentrado la onda expansiva de la bomba y la hubiera hecho más mortifera) se celebró en un barracón con grandes ventanales. Resultado: la bomba explotó, pero Hitler recibió sólo un impacto lateral que le destrozó los pantalones y le produjo algunas magulladuras, amén de una lesión en el tímpano. Eso sí: el taquígrafo murió, como queda dicho. Pasada la confusión inicial, hechas las primeras curas, el führer se dirigió a recibir a Benito Mussolini que, casualmente, venía de visita.
Von Stauffemberg, que no se había enterado de que su objetivo había sobrevivido, fue detenido en Berlín y muerto. Su familia fue también detenida e internada en sendos campos de concentración hasta el final de la guerra (uno de sus cuatro hijos llegó a alto mando del ejército alemán terminada la contienda) y muchos cómplices (más de 5500 en toda Alemania, según la fuente que me informa) perecieron bajo la acusación de estar más o menos directamente implicados en el complot. Algunos, de una muerte terrible: por ejemplo, estrangulados lentamente con cuerdas de piano. Ejecuciones que fueron filmadas y fotografiadas para que Hitler se convenciera de que allí no se había salvado ni el tato.
Los restos de Von Stauffemberg fueron desenterrados en los días finales de la guerra, despojados de sus condecoraciones e incinerados. Los medios de comunicación nazis insistieron en su condición de traidor y no fue hasta después de la guerra, cuando quedó clara su implicación en toda la trama golpista, cuando fue rehabilitado como uno de los luchadores por la democracia en Alemania y tenido por el héroe que es hoy.
(Para que Tom pudiera hacer el flin)
El libro gordo te enseña, el libro gordo entretiene (o lo intenta) y el libro gordo te dice....Hasta la entrada que viene.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Vaya por DioR. Algo me habían dicho de que Tomás Crucero estaba levantando polvareda por esos lares a causa de una película que estaba rodando. En la foto que has puesto no lo había reconocido. Vaya con lo del tito Adolfo... eso sí que es tener buena suerte (o buenas fuentes de información). Bueno... yo casí diría que, en vez de ser Adolfito un suertudo, el resto de la gente (los que sufrían las consecuencias de su mandato) tenían muy poca suerte [o carecían de ella]. Bueno... dejemos a Adolfo descansar en paz, que bastante guerra dio en vida. Besiños.