Los ochenta, aquellos años en los que todos los chicos teníamos rozaduras en las axilas debido a la altura de la cinturilla de los pantalones (Olé Olé y Marta Sanchez posando gracilmente en las jierbas después de haber tenido una pelea atroz con su peluquero)
Cómo se me va la pinza
(este artículo debió publicarse ayer, pero debido a problemas informáticos ajenos a mi voluntade, sale con un día de retraso)
9 de Agosto.- Hoy, por segunda vez en tres días, me han revisado mi fahrschein (o sea, mi monatskarte, o sea, mi tarjeta que vale para un mes de transporte público).
Una pareja de revisores camuflados de manera peculiar se ha subido al vagón de metro y, cuando las puertas se han cerrado, con voz educada pero firme, han empezado a pedirle a todo el mundo su billete. A mí, en esas ocasiones, siempre se me pone cara de haber robado un kilo de azúcar en SIMAGO (ahora Champion) y siempre me alivio mucho al encontrar en mi cartera la tarjetita salvadora.
Una pareja de revisores camuflados de manera peculiar se ha subido al vagón de metro y, cuando las puertas se han cerrado, con voz educada pero firme, han empezado a pedirle a todo el mundo su billete. A mí, en esas ocasiones, siempre se me pone cara de haber robado un kilo de azúcar en SIMAGO (ahora Champion) y siempre me alivio mucho al encontrar en mi cartera la tarjetita salvadora.
Pero no iba yo a eso: de resultas de las pintas del pica y su compañera, me ha venido a la cabeza una cosa que hablaba yo un día con mi amigo I. (por cierto, cómo me reí ayer con él) y es que Viena es una especie de cápsula del tiempo en las cosas relativas a lo estético.
Por ejemplo, en Viena, en este siglo XXI del bakalao, las pastis y las luces progresivas, sigue habiendo punkis. Misteriosamente. Y campean a sus anchas como cuando Nina Hagen triunfaba sobre los escenarios y hacía giras por Soria (forrándose). También ocurre que, gracias a la inestimable ayuda de las tiendas Kik diskount y otras de ropa a bajo coste, la moda de los vieneses de cierta clase social (aquellos que no van turrados por los rayos UVA y usan trajes italianos) se ha quedado en aquellos limbos ochenteros de los pantalones llenos de bolsillos y las camisas de estampados imposibles.
¿Dónde, si no en Viena, se pueden encontrar chandals de tactel en pleno uso fuera de los supermercados de la droga? Esa prenda, reservada en los países mediterráneos a los yonkis en estado terminal, cobra una nueva actualidad en Viena combinada con las sandalias con calcetines blancos.
De vez en cuando, se ve alguna niña vestida como en Malasaña (una golondrina expulsada por un huracán de su hábitat normal) pero, en general, se puede decir que la moda en Viena se ha quedado estancada en el agradable estadio provincial que va, para ellos, de las bermudas estampadas a media pantorrilla (que a mí antaño me parecían patrimonio de culturistas en guerra sin cuartel contra la elegancia) a las sendas más agrestes del look abertzale (esos pendientes de aro, esos cortes de pelo a lo canalla que garantizan un uso erróneo del condicional). Ellas se conforman con las faldas acampanadas y las blusas sin mangas tapando los hombros, con botones queen size en los lugares más inverosímiles. Algunas, hasta llevan sombrero flexible de hombre como Madonna cuando era pequeña y cantaba que se sentía como una virgen tocada por primera vez.
¿Dónde, si no en Viena, se pueden encontrar chandals de tactel en pleno uso fuera de los supermercados de la droga? Esa prenda, reservada en los países mediterráneos a los yonkis en estado terminal, cobra una nueva actualidad en Viena combinada con las sandalias con calcetines blancos.
De vez en cuando, se ve alguna niña vestida como en Malasaña (una golondrina expulsada por un huracán de su hábitat normal) pero, en general, se puede decir que la moda en Viena se ha quedado estancada en el agradable estadio provincial que va, para ellos, de las bermudas estampadas a media pantorrilla (que a mí antaño me parecían patrimonio de culturistas en guerra sin cuartel contra la elegancia) a las sendas más agrestes del look abertzale (esos pendientes de aro, esos cortes de pelo a lo canalla que garantizan un uso erróneo del condicional). Ellas se conforman con las faldas acampanadas y las blusas sin mangas tapando los hombros, con botones queen size en los lugares más inverosímiles. Algunas, hasta llevan sombrero flexible de hombre como Madonna cuando era pequeña y cantaba que se sentía como una virgen tocada por primera vez.
Madonna (Como diría mi abuela: "es que no parece ni la misma, oyes")
Qué tiempos aquellos. Recuerdo que, cuando yo también era pequeño y leía el PRONTO y la TELEINDISCRETA para estar informado (nunca después lo he estado mejor), Madonna era lo más escandaloso entre lo escandaloso (ya ves tú) después de la escandalosa y misteriosa muerte de Rock Hudson poco después de rodar un episodio de Dinastía en que besaba a Linda Evans (luego se supo que el pobre hombre había palmado de SIDA, pero claro, entonces el SIDA era una afección desconocida para el gran público).
Y es que yo, aparte de que la mujer esta –Madonna- salía mucho en la portada de NUEVO VALE (o Diez cosas que tienes que hacer para volver loco a tu chico tía jaté) que era la revista que se compraba mi tía Paqui para luchar contra su adolescencia y que tenía cierto tufillo picantón, no le veía yo a Madonna nada escandaloso (era mucho más escandalosa Alaska cantando que quería ser santa, seamos serios). Y me dejaba las pestañas cuando el vídeo de "Like a Virgin" salía en Tocata (con Beatriz Pecker) o en Rockopop, intentando averiguar qué cosa era lo que hacía a Madonna mercancía tan peligrosa (¿Sería el león? ¿Sería la góndola? ¿Serían los abalorios que ella llevaba por encima como un árbol de navidad? ¿Sería el chicle que mascaba con la boca abierta? Oh, misterio)
Seguí sin ver por qué era Madonna tan mala para el Vaticano cuando hizo aquel vídeo de las cruces en llamas (Al fin y al cabo el KKK lleva quemando cruces toda la vida y el Vaticano no ha dicho ni media) y ya, me despiporré totalmente de risa cuando el mencionado PRONTO (esa Biblia en donde aprendí de las pasiones humanas a base de leer memorias de folklóricas) anunció a bombo y platillo que, shit yourself little parrot, “La isla bonita” estaba dedicada a España (¡).
Recuerdo, inocente de mí, haberme preguntado mientras pasaba mi infantil dedo índice por las líneas del artículo, desde cuando España era una isla y haber pensado “será por las Canarias o algo”.
De vez en cuando, para limpiar, me pongo “The inmaculate collection” (osea, los greintes jís de Madonna) que me trae recuerdos de esas épocas de mi vida en las que todo (aún) era un misterio tan insondable y, sin embargo, tan aceptado, como la hispanidad de la diva incombustible y, con la bayeta en una mano y el limpiacristales en otra, sigo muriéndome de risa cada vez que la Ciccone (que así se llama la virgen tocada por primera vez ) dice aquello de “el te diho que ti ama” (con ese acento de ser una inglesa en la costa del sol hasta las orejas de chopitos). Y no puedo dejar de imaginármela en el vídeo, con aquella bata de cola imposible, roja, a topos negros, retorciéndose entre las llamas dramáticas de su españolidad (vamos, que parecía mayormente que estaba hasta las trancas de carajillos o poseida por algún espíritu maligno, la pobre mujer).
En fin, cómo se me va la cabeza. Y todo porque hoy el revisor me ha mirado la monatskarte por segunda vez en tres días.
Y es que yo, aparte de que la mujer esta –Madonna- salía mucho en la portada de NUEVO VALE (o Diez cosas que tienes que hacer para volver loco a tu chico tía jaté) que era la revista que se compraba mi tía Paqui para luchar contra su adolescencia y que tenía cierto tufillo picantón, no le veía yo a Madonna nada escandaloso (era mucho más escandalosa Alaska cantando que quería ser santa, seamos serios). Y me dejaba las pestañas cuando el vídeo de "Like a Virgin" salía en Tocata (con Beatriz Pecker) o en Rockopop, intentando averiguar qué cosa era lo que hacía a Madonna mercancía tan peligrosa (¿Sería el león? ¿Sería la góndola? ¿Serían los abalorios que ella llevaba por encima como un árbol de navidad? ¿Sería el chicle que mascaba con la boca abierta? Oh, misterio)
Seguí sin ver por qué era Madonna tan mala para el Vaticano cuando hizo aquel vídeo de las cruces en llamas (Al fin y al cabo el KKK lleva quemando cruces toda la vida y el Vaticano no ha dicho ni media) y ya, me despiporré totalmente de risa cuando el mencionado PRONTO (esa Biblia en donde aprendí de las pasiones humanas a base de leer memorias de folklóricas) anunció a bombo y platillo que, shit yourself little parrot, “La isla bonita” estaba dedicada a España (¡).
Recuerdo, inocente de mí, haberme preguntado mientras pasaba mi infantil dedo índice por las líneas del artículo, desde cuando España era una isla y haber pensado “será por las Canarias o algo”.
De vez en cuando, para limpiar, me pongo “The inmaculate collection” (osea, los greintes jís de Madonna) que me trae recuerdos de esas épocas de mi vida en las que todo (aún) era un misterio tan insondable y, sin embargo, tan aceptado, como la hispanidad de la diva incombustible y, con la bayeta en una mano y el limpiacristales en otra, sigo muriéndome de risa cada vez que la Ciccone (que así se llama la virgen tocada por primera vez ) dice aquello de “el te diho que ti ama” (con ese acento de ser una inglesa en la costa del sol hasta las orejas de chopitos). Y no puedo dejar de imaginármela en el vídeo, con aquella bata de cola imposible, roja, a topos negros, retorciéndose entre las llamas dramáticas de su españolidad (vamos, que parecía mayormente que estaba hasta las trancas de carajillos o poseida por algún espíritu maligno, la pobre mujer).
En fin, cómo se me va la cabeza. Y todo porque hoy el revisor me ha mirado la monatskarte por segunda vez en tres días.
3 comentarios:
Yo prefiero Open your Heart ó Dear Jessie. ¡Gustos personales!. Anecdotas aparte, Madonna mola. Aún hoy sigue interpretando musica muy aceptable, visto el panorama.
¡Anda! Miss Sánchez en los tiempos de ¡Olé, olé! Qué hartón me pegué yo de escuchar el "Con solo una miraaaaada, con solo una palaaabra, me puedes derretir, me puedes convertir, en lo que quieras túuuuuuu". A la Madonna nunca le he visto yo el qué. Su música nunca me ha gustado pero bueno: para gustos se hicieron los colores. Pues nada... que lo pase usted bien.
o tempora, o mores!
Estoy haciendo una recopilación musical de mis discos de esos años en un blog: Repaso de música
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