Una escena de la obra "Rey y Rey" (Foto: EL PAIS)
Cuando un príncipe, de repente, le regala flores (a otro príncipe)
Sangre vertió tu boca soberana, /porque, roja victoria, amaneciese /llanto al clavel y risa a la mañana.

15 de Febrero.- La noticia: según el periódico español El País, la sociedad vienesa se encuentra escandalizada por el estreno de una obra para niños que se llama Rey y Rey. Para los que comprendan la lengua vernácula, aquí pueden ver la página oficial del teatro. Esta obra trata de un príncipe que se enamora de otro chico. Como el amor es recíproco, los dos contraen matrimonio y viven felices y comen perdices.
La obra ha sido producida con capital público por la municipalidad de Viena a través de un organismo antidiscriminación y pretende, según la concejala competente, enseñar a los chiquillos que lo de discriminar a las personas por su orientación sexual está feo.
Hasta ahí fenomenal.
Sin embargo, en estas cosas no siempre llueve a gusto de todos, claro. Y como siempre, desde el lado más salvaje de la política austriaca se han oido las voces que claman al cielo. El señor Eduard Schok, delegado del ultraconservador FPÖ (el partido de nuestro entretenidísimo Heinz Christian Strache) ha dicho que el estreno de la obra, con capital público, supone (y cito de El País) “entrar por la puerta trasera para hacer apetecible la homosexualidad”(!) . Y, sudoroso, aún ha dicho más:

-Los socialdemócratas intentan destruir la familia como base de la sociedad.

Quién hubiera dicho que una obra para niños pueda ser tan peligrosa. Toma jeroma.
Así pues, ¿Cual es la postura de los austriacos con respecto a la homosexualidad?
Como la cosa va de cuentos, también contaremos nosotros uno.

Érase una vez que se era un pequeño país llamado Austria, gobernado por un partido muy conservador llamado ÖVP, capitaneado por un señor bastante soso llamado Wolfgang Schüssel. En la oposición había un partido que, cada vez que podía, le decía al señor soso:

-Tiene usted que permitir que los homosexuales se casen. La Unión Europea ha recomendado a todos los estados que igualen los derechos de los gays y de los heteros.

Al escuchar esto, el señor Schüssel se ponía un poco más pálido que de costumbre, miraba al suelo y se entretenía en contarle a los señores de la oposición cierta teoría hortofrutícola a propósito de peras y manzanas y de mezclar peras y manzanas y tal. Mientras lo hacía, pensaba:

-¡Omeingot! ¿Cómo lo hará Ana Botellen, que le sale tan bien? Yo siempre me lío...Joé.

A todo esto, llegaron las elecciones al pequeño reino. Y los chicos de la oposición dijeron:

-Ciudadanos (gays, sobre todo) si nos votáis, pondremos a Austria en la vanguardia de los derechos civiles. Austria, vuestro pequeño país, entrará en el exclusivo club de los países avanzados, como Holanda, como la España de ese...de cómo se llama...de...

Schumacher! –gritaba alguien entre el público.

-Eso quería decir yo exactamente: Zapatero. Ese chico tan majo que ha hecho que España, ese sitio a donde todos vamos de vacaciones, por fin salga en los periódicos por algo más que por sus playas y su paela.

-¡Se dice Paella, joé, con Yot!

Y contestaba el político:

-Ya nos salió un purista, leches.

En fin.
Llegó el día de la votación, y todos los gays de Austria acudieron con sus parejas a votar (algunos, también con sus niños, que habían adoptado en secreto o tenido de sus relaciones heterosexuales). Y (casi) todos votaron a los chicos de la socialdemocracia (o sea, a los defensores de la igualación de derechos).
Pero hete aquí que, al salir los resultados de las elecciones, se publicó que había sucedido un hecho lamentable: a pesar de todos los esfuerzos de los chicos de la izquierda, a pesar de las esperanzas y de los cruces de dedos de todos los gays de Austria, se había producido un empate técnico. El país debería ser gobernado por una gran coalición. El señor soso y pálido del principio ya no gobernaba, pero casi daba igual: todas las medidas que la socialdemocracia quisiera tomar, tendrían que pasar por el cuello de botella de los conservadores. Que ya se sabe lo apegados que estaban a las frutas y las verduras. A pesar de lo cual, los gays no perdieron las esperanzas. Durante los primeros tiempos de la gran coalición, los socialdemócratas intentaron cumplir su promesa, es verdad. Incluso, empezaron a aparecer, tímidamente, programas en la televisión en los que salían parejas homosexuales con niños. Unas parejas de chicos majísimos y de chicas majísimas a los que sus vecinos idolatraban. Incluso señoras mayores que decían a cámara:

-Pues mis vecinos los mariquit...Digo los gays, son unos padres fantásticos. Nadie diría que son gays ni nada, oyes.

A pesar de lo cual, los conservadores no se ablandaron. Incluso le mandaron a la señora del reportaje una caja de Mon Cherís.
(Tranquilos que ella los tiró a la basura, porque nunca se sabe lo que hay dentro de los bombones si no los compras tú mismo).
Pero claro, si los señores del FPÖ tienen razón, quién sabe. A lo mejor, después del estreno de esta obra para niños, el cuento va y cambia.
Cosas más raras se han visto.

4 comentarios:

Mújol dijo...

Nunca he estado orgulloso de vivir en España. Nunca me ha parecido un dato relevante. Y aunque aún no lo estoy, me siento muy orgulloso de que aquí el amor y la familia sean eso: amor y familia.
(Al menos de momento. Lo mismo en pocos meses se vuelve a ir todo a la mierda).

RBD dijo...

Estuvo graciosísima tu entrada, me reí como enano (que no sé de cierto si se rían mucho, pero así dice el dicho...). Muy relevante la información, valioso el análisis e hilarante el estilo. Un abrazo afectuoso,

Rafael Barceló Durazo

Paco Bernal dijo...

Hola a los dos!
a Mújol: sólo puedo a usted decirle: !Diga usted que sí, caballero! Yo estoy muy orgulloso de que España sea mucho más tolerante que alguno de sus políticos (y, por descontado, mucho más tolerante que muchos políticos austriacos)
a Rafa: gracias mil jejeje. Me alegro muchísimo de que te divirtieras. Es el propósito de este blog entretener informando y, de vez en cuando, parece ser que se consigue :-)
Abrazos para los dos,
P.

Ernesto ERO dijo...

Desde México me reí muchísimo. Coincido con Rafael. Acá se ha montado la obra de teatro y hasta ahora nadie ha puesto el grito en el cielo. Muchos aplausos han recibido los Príncipes por su boda. Y parece que muy pronto en esta ciudad de México podría aprobarse la boda de los mariquitas y las lenchas.

Un abrazo cariñoso.