Raul Castro, Jefe del estado cubano
Reacción alérgica a la propia medicina

Retomando el resbaladizo asunto del sentido del humor, sugiero comprobar a qué niveles de paranoia y perroflautismo ha llegado la defensa del más televisivo de los gobernantes internacionales. El nunca suficientemente ponderado señor Chávez Frías, lenguaraz entre los lenguaraces, locuaz entre los más impenitentes hablanchines, cuyos partidarios han visto un perverso complot contrarevolucionario, antibolivariano, etcétera, en la publicación de una foto en la que el mencionado mandatario quedaba transformado en Mickey Mouse por obra y gracia de un encuadre (Ver más abajo).
A esto me refería yo cuando apuntaba el otro día que el humor rara vez es inocente, y recordaba yo a mi sobrina la necesidad de usarlo con moderación.
Lo que a mí me resulta más asombroso es que los señores de los medios digitales afines, no le afean al señor Mouse, digo Chávez, que utilice en Aló, Presidente chistes fanfarrones de cuartel y sin embargo se rasgan las vestiduras de la manera más tonta cuando su showman favorito es transformado de forma tan ingeniosa en un personaje de tebeo (que, por otra parte, es una versión de los hechos que se acerca bastante a la realidad).
Sin abandonar nuestra sección de ases del humor, leo que el jovencito Raul Castro, sucesor de su hermano Fidel (aquella frase del comandante en la que justificaba lo de su hermano diciendo "que había que dejar sitio a las nuevas generaciones" no tiene precio), continúa con su trabajo de hacer que los ciudadanos de Cuba gocen de una calidad de vida adaptada a los estándares del siglo.
No se sabe con qué ánimo, el señor Castro ha autorizado la recepción en el territorio que administra de programas de televisión internacionales. Con lo cual, los hasta ahora inocentes ciudadanos de la isla caribeña se verán expuestos a todo tipo de sevicias con las cuales nos atorra la caja más imbécil (Gran Hermano, Está Pasando, Tengo una Pregunta para Usted, Alto y Claro con Curry Valenzuela, Gente (viva y muerta),El programa de Ana Rosa... incluso Aló Presidente, si es que no lo ven ya).

La foto de la discordia (Reuters)

Naturalmente, los apologistas del actual sistema de gobierno cubano (en sus diferentes generaciones) han obviado siempre su carácter personalista, y defendido sin ocasión de desaliento que Cuba es ese país en el que la Democracia resplandece más que el sol. Sin embargo, los felices cubanos no podían hasta ahora tener acceso legal a fuentes extranjeras de noticias. El sólo hecho de instalar una antena (y eso ya no es gracioso) hacía que se pusiesen en peligro de ser crujidos con muy democráticas multas. Y si uno no puede valorar diferentes posibilidades, si alguien decide por uno que parte del espectro político es perverso y le niega acceso a la información ¿Dónde queda la Democracia?
Los defensores, tanto de nuestro amigo bolivariano como de nuestro amigo el jovenzuelo, gozan, en sus islas de santidad rodeadas del hediondo mar capitalista, de la posibilidad de aislarse, de apagar la tele, de no leer periódicos que promuevan falacias y publiquen fotos mendaces o tendenciosas. Incluso, gozan de la posibilidad de escandalizarse con las groseras mentiras emitidas por los medios del lado oscuro de la fuerza, y pueden reafirmarse en su verdad y respirar aliviados por haber elegido el camino correcto. Tienen la posibilidad de elegir.
¿Estarían dispuestos a vivir los defensores de estos prístinos gobiernos en el régimen de abstinencia informativa en el que viven sus súbditos? ¿Podrían sobrevivir si alguien les dijese lo que tienen que leer, ver, lo que pueden o no pueden escribir? ¿Qué pasaría si alguien se erigiese en guardían de su ortodoxia?

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