HC Strache (dcha.) y Faymann (izda.) en el debate de ayer. Foto: www.kurier.at
Políticos (y política) basura

17 de Septiembre.- Ayer por la tarde estuve viendo el debate que enfrentó a HC Strache con el candidato socialista Faymann. Mientras veía las fintas y paradas de los dos personajes me vinieron a la cabeza dos cosas:
a) Que el combate era desigual: Strache tiene más trucos que una película de chinos;Faymann se las vio y se las deseó más de una vez para deshacerse de los abrazos de su rocoso rival.
b) Que fuera de la política aquellos dos hubieran tenido un porvenir discretísimo.
Strache no pasa de ser un chulopilinguis. Para mis lectores españoles: un vendedor de pisos de Tecnocasa armado de morro y desparpajo, de los que junto al reloj gigante (esfera negra y números fosforitos) lleva una de esas pulseras que se compran en los puestos callejeros. Faymann es, directamente, un burócrata borroso e inexpresivo, enfrentado a la árida tarea de defender ideas difícilmente defendibles, agarrándose a ese buenismo políticamente correcto, ligero, melífluo, huidizo como el mercurio, que se ha convertido en la marca de fábrica de cierta izquierda europea. Mucho ofrecer un panorama sonriente sin que la realidad dé motivos para el optimismo, mucho proporcionar recetas para ponerse la venda antes de que llegue la pedrada. Mucho vender humo, en suma.
Y mi pregunta, como creyente fervoroso en la democracia que soy, es: ¿De verdad nos merecemos que personajes así dirijan nuestros gobiernos, administren nuestros impuestos? O peor aún: ellos no dirigen nada y los que de verdad son los amos del cotarro –murallas verdes de billetes les protegen- nos ponen delante esas siluetas de cartulina recortada para que nos conformemos.
En otras palabras: ¿Nos merecemos estos políticos basura? ¿Nos merecemos que el debate político haya degenerado hasta convertirse en ruido, en clínex que se usan y se tiran?
Acabado el debate austriaco, meintras le daba gracias a Dios por no tener que votar el día 28 –decisión comprometida- me pongo a ver la tele española. Sale el presidente del Gobierno de la nación que me vio nacer. Amaga malamente una actitud de firmeza que, a estas alturas, ya no se cree nadie; con mucho juego de manos (de ese que recetan los asesores de imagen) perpetra unas declaraciones que parecen pensadas para indignar a todo aquel que tenga un nivel educativo superior a primero de primaria. Yo mismo, que estoy ya en segundo, tengo que pellizcarme para terminar de creerme que el presidente del gobierno de mi país haya dicho la sarta de g*******eces que ha dicho. Frases vacías, cobardicas pero, sobre todo, y peor: dolorosamente bobas.
Si yo me presentase a una entrevista de trabajo soltando las vaguedades que este señor ha dicho con luz y taquígrafos, me correrían a gorrazos.
No es que enfrente –por los conservadores- estén mejor, pero lo de este señor es sangrante, incómodo, casi obsceno. Más porque, escuchándole, uno tiene la oscura sospecha de que lo que dice ni siquiera ha salido de su caletre: se lo ha escrito un asesor cualquiera, un negro gris que cobra por pergeñarle al presidente cuatro cosas para decir hoy y desmentir mañana.
España, mi España, nuestra España, se encuentra ahogada en una crisis que sólo puede compararse con las tinieblas económicas de principios de los setenta, y el presidente del Gobierno tiene el dedo metido en la manguera pensando que así podrá detener el chorro.
¡Es la hora de sacar pecho! No es el momento de echarle la culpa al sistema financiero internacional. La economía española se hunde porque tenemos unos activos sobrevalorados, y la fuerza de trabajo que podría darnos competitividad no vale lo que cuesta, entre otras cosas porque décadas de incuria han descuidado la instrucción de los españoles, que salimos de los centros educativos sin saber hacer la o con un canuto. Sin tener ni idea de lo que es el esfuerzo, o la excelencia, perfectamente preparados, eso sí, para poner unos ladrillos que nadie quiere; o para vender pizzas, móviles de saldo, o kebabs a precio de coste.
Y mientras, nuestros políticos, los de allí y los de aquí, sueltan flatulencias, vaguedades, bonitas mentiras que se deshacen en añicos cuando chocan contra el duro cemento de la realidad.

7 comentarios:

Anónimo dijo...
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amelche dijo...

Si sabes inglés, aquí tienes un vídeo de las dobles de Hillary Clinton y Sarah Palin.

Anónimo dijo...

Me temo que el término “políticos basura” es un pleonasmo, estimado amigo. De todas formas, creo que hasta para un escritor como tú es difícil reflejar la situación con el pulso que requiere la situación, porque si les denominamos “políticos de mierda”, en realidad les ascendemos de categoría. ¿Qué nos queda?, ¿cagarnos en sus madres? Eso les resulta indiferente: saben que sus mamás son lavables; no existe mejor jabón que observar la nómina que les pagamos entre todos. ¿Recordamos a sus muertos? Es estéril, les resulta indiferente porque ellos, con tal de mantenerse en el poder, hasta cocinarían un caldo con sus huesos. La solución: defraudar todos los impuestos que podamos y no votar. Me ha gustado tu expresión: “trucos de chinos”. Sin embargo, no debes olvidar que el truco chino, al igual que el cuento chino, está concebido para no ser creído. Sí, es ese acuerdo diabólico que se estableció entre políticos y paganos: ellos saben que no creemos lo que nos dicen, y nosotros sabemos que lo que nos dicen es mentira. No obstante, cuando ponen una urna a nuestro alcance y nos lanzan un eslogan bonito, la gente acude a votar con el paso de pingüino; además lo hace con la elegancia del pájaro bobo: aunque los “pájaros” son ellos; y los bobos, nosotros. ¡Qué bonito y tierno!, ¡qué guapo está el pingüino con frac y zapato fino!
En cuanto a España (¡cuánto te duele!) y los españoles…más de lo mismo: soberbia de paleto revenido; alergia a la reflexión; y contumacia en el rechazo al aprendizaje. Ésas “virtudes” forman parte de nuestra idiosincrasia de igual manera que el whisky se relaciona con Escocia, el bacalao con Noruega y las putas baratas con Rumania. Es cierto que los políticos sueltan flatulencias, aunque no debes olvidar que es su manera de darse aires, no de grandeza precisamente, pero aires al fin y al cabo. Quizá en “soltar flatulencias” radica el éxito del truco: saben que la gente perdió el olfato.
Saludos.

Anónimo dijo...

Bueno, me arriesgaré: no estoy en absoluto de acuerdo con lo que dices. Y siempre he dicho lo mismo: el que se queja y no hace nada por cambiar las cosas, forma parte del problema. Si crees que tú lo harías mejor que ellos, ya sabes lo que tienes que hacer. NADA te lo impide. Pero es más cómodo sentarse delante de un teclado y usar el discurso manido hasta la saciedad de "Los políticos que nos gobiernan son unos inútiles". Es un discurso que (no lo negaré)queda bien, gusta a la gran masa atea políticamente y proporciona frases jocosas. Pero, para mí, no deja de ser equiparable a esas personas anónimas que salen en "Tengo una pregunta para usted" que buscan su minuto de gloria y hacen preguntas tales como: "¿Qué vale un café?", "¿Tiene usted un cigarro¿", "¿Cuánto cobra usted?": buscando el aplauso fácil. En definitiva: creo que el papel de "ciudadano cabreado" ya está muy visto y muy explotado.

Lo de los discursos que otros escriben me resulta curioso. Lo comentaba hace poco con una compañera de trabajo: hay mucha gente que critica a los políticos, los acusa de títeres oportunistas con telepronter programado para contentar a las fieras... pero luego jalean y babean cuando la aspirante a majestad católica suelta un discurso en catalán (aprendido fonéticamente y escrito por otra persona) o su segundo marido pronuncia un discurso en euskera. Eso sí que me parece obsceno. Pero la gente está randiante de felicidad con estas chorradas y está encantada de que la aprendiz de princesa se haya operado la nariz con "su propio dinero" (sí, he llegado a escuchar esta expresión unida a la operación nasal de la Doña). Incluso esperan dos horas bajo el sol Mallorquín para gritar lo guapos que son y las hijas tan rubias que tienen. Eso sí: cuando ZP se va de vacaciones a Doñana o Aznar casa a su hija en El Escorial la gran masa se siente ofendida. ¡Oh! ¡Con nuestros impuestos! (Por esa regla de tres, los funcionarios tendrían que rendir cuentas hasta de la lista de la compra).

En fin, que ya sabes lo que pienso de este tema. Hay políticos mejores y peores (aunque TODOS tienen el vicio del "Y tu, más" para justificar sus errores). Pero acusar a los que creen en la clase política de indocumentados ignorantes... no me parece de recibo, francamente. En el tema educación, coincido. Aunque creo que TODOS tenemos nuestra parte de culpa, no sólo los políticos.

Anónimo dijo...

En política, creo que tenemos lo que nos merecemos porque tampoco hacemos nada para modificarlo (manifestaciones, huelgas,...)
Nos fijamos más en que el vecino tiene esto y pues yo también. Que si Blanca, mujer del Borja está pachucha, si Leonor ha empezado el cole,...
Vamos que somos un país de porteras y de envidias.
nuria

Anónimo dijo...

Uf, me temo que estoy con Nuria, aparte del interés flagrante que existe por parte de la televisión - que es taaaaan neutral- de mantenernos completamente apollardaos como se dice en mi tierra, tratándonos como a subnormales (también porque lo permitimos). Tampoco entiendo por qué con este gobierno hay tanta condescendencia, y al menor fallo del anterior hala, a la yugular, todos, los medios y los cuartos. Y conste que yo no voy con ninguno. No hay más que ver los programas que había para niños no hace tanto y los que hay ahora. Además los niños están ávidos de saber, y los programas educativos tienen buena acogida... por qué hacen tan pocos?
Lo siento se me ha ido la olla, perdón por ser cansina.

Paco Bernal dijo...

Hola a todos.
Gracias por vuestros comentarios.
A Amelche: el video de Sarah Pallin y de Hilaria mola mogollón !Lo que me he reido! jaajaja. Muchas gracias.
Al pobre: sabes bien que, a pesar de reconocer todos los fallos del sistema, soy de los que actúan siempre con corrección para que, por lo menos, no quede por mí. No estoy de acuerdo en hacer trampas (defraudar en los impuestos, no votar) porque eso significa minar un sistema que no es malo de por sí, pero que necesita que la gente lo use, y se comprometa con él. De España, me temo que el cáncer está en la educación. Un pueblo culto es por definición un pueblo demócrata; un pueblo cuyas instituciones mejoran, tienen calidad. En cuanto a la supuesta paletez hispana, con una tele y un sistema educativo como el que tenemos, cae por su peso. En fin...seguiremos intentándolo.
A m. En primer lugar, ¿Y quién te dice a ti que sentarse delante de un teclado es no hacer nada? Aunque sólo sea predicar en el desierto, es hacer algo. En mi opinión, de cualquier manera, el problema que tenemos es que la política se ha convertido en un quehacer de profesionales. Y eso no está bien. Los profesionales, a falta de poder resolver realmente los problemas de la gente, controlando de manera eficiente los recursos, tienen que buscarse cortinas de humo para rellenar el tiempo. Debates bizantinos y estériles como, por ejemplo, el de la memoria histórica; medidas publicitarias como tener una ministra de defensa que es más famosa por su embarazo que por las medidas que toma desde su cargo. U otra que es más famosa por su inventiva lingüística, que proporciona un titular diario, que por lo que de verdad hace.
En cuanto a ser un ciudadano cabreado, me temo que no es un papel tan manido como dices. Imagínate que tú le dieses a alguien poderes para que administre tus asuntos ¿No estarías dejando en tus responsabilidades si no le sometieses a control de vez en cuando? Y si pensases que es un inútil, o que no hace bien su trabajo, ¿No harías bien relevándole? Desgraciadaente, un político tiene cuatro eternos años para hacer y deshacer a su antojo sin que nadie pueda volver a votar y echarle. Son trabajadores que no están sometidos al mismo sistema de control que tú y que yo en una empresa normal. Y, aún peor, no pasan por los filtros de selección que, se supone, pasamos los demás,para que nos contraten para un trabajo.
Y los funcionarios, tendrían que rendir cuentas, efectivamente, de la lista de la compra y de la grapadora que gastan si esa grapadora se ha comprado con dinero público. Y teóricamente es así. El estado debe ser eficiente y austero para que todos vivamos mejor y nos aprovechemos de sus servicios. En Austria hay un clima de exigencia del contribuyente hacia las instituciones que en España sería impensable y que, a mí, ahora que lo he probado, hasta me parece poco. Lo de los "servidores públicos" no es solo una figura retórica. Tiene que ser de verdad. En cuanto a la nariz de la princesa, yo de ella no puedo decir nada porque no la he votado. Cuando ese cargo sea electivo, entonces ya hablaremos.
En cuanto a los indocumentados. Te propongo que hagas un ejercicio: pon un telediario cualquiera y prueba a encontrar un político, del lado que sea, al que no dé vergüenza escuchar por la calidad de la expresión, o porque diga cosas originales o sensatas. Los podrás contar con los dedos de la mano. Y te sobrarán dedos. Desgraciadamente.
A Nuria: desgraciadamente, cuando la educación falla, falla todo. Tenemos efectivamente lo que nos merecemos, pero no creo que el tema se arreglase con una huelga, o con manifestaciones. Se tiene que instalar un clima de exigencia. Un cambio de paradigma, en el que los ciudadanos no aceptemos para los demás lo que el sistema no acepta para nosotros. Si tú haces mal tu trabajo, te exigen que lo hagas bien o te echan. ¿Por qué no es así con un político?¿Por qué trabajan practicamente en la impunidad y sólo cuando su comportamiento es flagrantemente delictivo se hace algo? ¿Quién pagará por los miles de parados que va a producir la crisis, por ejemplo? Una crisis de la que los gobiernos que han alentado la burbuja inmobiliaria son directamente responsables.
Y es sólo un ejemplo.
A Myriam: no creo que exista condescendencia con este gobierno en particular. De hecho hay una nutrida cantidad de medios que se oponen a él hasta llegar al más franco ridículo. El problema yo creo que reside en la perniciosa idea de la alternancia. Cuando este se gaste, pondremos al otro. Y así. Hemos llegado al artificio Canovista, del siglo XIX.
En cuanto a los programas educativos y el apollardamiento -me ha gustao la palabra- en una tele que sólo se mueve por criterios comerciales, un programa para niños no gana dinero. Los niños no consumen, luego no son sujetos de interés. No son público objetivo.
En fin, saludos a todos otra vez, y gracias por vuestros comentarios de nuevo.
Saludetes,
P.