la Frau Heide Schmidt, candidata liberal

Ya llegó el invienno
15 de Septiembre.- Mientras la economía mundial se derrumba estrepitosamente, debido a la crisis de las subprime –una aluminosis financiera que ha clavado sus dientes en las mayores fuentes de pasta de los Estados Unidos- a Viena ha llegado el invierno. El viernes en manga corta, y hoy con abrigo. Toma ya. Mientras escribo esto, hace un día completamente navideño fuera. O sea: lluvia, nublados, silencio...Gente andando por la calle con la cara enterrada en los cuellos de los tabardos. La verdad es que uno tenía ganas ya de que llegasen los fríos. El otoño me pone melancólico y un verano indefinido, como el que estábamos pasando, era una situación rara, antinatural.
De la crisis financiera a mí lo que más me preocupa es las consecuencias que tendrá a otros niveles, verbigracia políticos. Por ejemplo, la segunda guerra mundial fue hija directa de la crisis del 29. Siempre que hay un apretón de pasta, suben al poder los indeseables que llevan al mundo al desastre. Ni pensar quiero lo que puede suponer esta crisis de las subprime, esta vaguada profunda en el latido del dinero. Cómo será el tema de chungo, que hasta los propios bancos se han aliado para acudir en socorro de los mastodontes financieros que se ahogan. En Austria y en los Estados Unidos ( Próximamente, ¿Estados Hundidos?) hay elecciones. En España ya las tuvimos, con los resultados que todos sabemos, y que no me pararé a juzgar porque, como todos sabemos, no es objeto de este blog hablar de política internacional. En el pequeño país alpino ha hecho su aparición una nueva candidata, que aspira a concitar las simpatías de aquellos que no pueden con la vida con los partidos tradicionales. Se trata de la señora Heide Schmidt, que se presenta por el partido liberal, y que pide más “Fairness” para el gobierno. El porqué pide Fairness en inglés, es un misterio que no intentaremos resolver.
(Se abre paréntesis: es curioso pero los austriacos que van de culturetas, trufan su parla de anglicismos, como nuestros intelectuales de la ilustración trufaban su charla de términos en francés, o nuestros poetas culteranistas, de términos en latín. Se cierra paréntesis).
De la señora Schmidt, aparte de esto de la Fairness, se sabe poco. Que es una señora culta y simpática y que es liberal, con un pasado político un tanto salvaje (empezó al lado de Haider). Lo de simpática se sabe, principalmente, porque en el año 2007 acudió al programa Wir Sind Kaiser, el espacio revelación de la ORF, y se portó muy bien con el actor que lo presenta.
Otro corto inciso: Wir Sind Kaiser es un talk show que sólo podría existir en Austria. Un cabaretista juega a que él es el Káiser, utilizando para ello todas las referencias culturales que quedan en Austria de los tiempos de la monarquía. El humor se produce porque un káiser puede preguntar cosas que sólo puede preguntar un káiser, y decir cosas muy antiguo régimen que resultan hoy tan bestias que te hacen reir.
Ejemplo de gag:
El káiser va a visitar una escuela, una niña le entrega un ramo de flores, él la besa en las mejillas y luego le dice:

-Hala, ya te puedes ir a trabajar a la fábrica.

En fin, dejo el vídeo de la Sra. Schmidt para que mis lectores puedan juzgar por sí mismos lo rebonito que es este talk show y lo comparen con los de sus respectivos países.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca me gustó “sumar” peras con manzanas, a no ser que fuera para elaborar un pastel, claro está. Creo que te precipitas al afirmar que la II G.M. es consecuencia del “crack del 29”. En cambio, yo tengo otra opinión: tanto el “crack del 29” como la II G.M. son consecuencias de la I G.M.; o mejor dicho: de la nefasta gestión de la victoria que hicieron los aliados —me refiero a la I G.M.— así como de las condiciones draconianas e imposibles de cumplir que impusieron a uno de los países (Alemania) que marca la pauta en Europa. Ahora bien, sí es cierto que las condiciones económicas dimanantes del Crack del 29 favorecieron el auge del nazismo; pero ello, por sí solo, tampoco es el catalizador del conflicto. No debemos olvidar que en esa época también existía una ideología —el comunismo— que demostró mayores ansias de expansión que el nazismo; es decir: subyacía una conflagración ideológica. Muchos consideran que la política hitleriana de re-armamento y la cuantiosa inversión en infraestructuras perseguían reactivar la economía alemana, como así fue; pero no es menos cierto que USA también vislumbró las posibilidades que le ofrecía entrar en una guerra: enderezar su economía (durante la década de los 30 la depresión todavía coleaba) al satisfacer la demanda de productos que un conflicto semejante provoca y participar en el nuevo reparto mundial que surgiría después de la contienda; y entreverado entre todo eso, una nueva guerra ideológica. El tema da para mucho.
No temas, estimado amigo, las condiciones para un conflicto mundial ya no se repetirán. Ahora, sin embargo, esa espita que se abre de vez en cuando para nivelar presiones, provoca conflictos locales y de baja intensidad. No obstante, lo que sí se mantiene inamovible es la cobardía de los políticos, que es la causante de tensiones sociales, conflictos futuros, problemas económicos y algún que otro “inconveniente”. Sea como sea, es lo que nos merecemos, porque cuando las sociedades ríen a pesar de escuchar chistes malos y siempre acuden sin saber a qué…
Afortunadamente siempre nos quedará la nariz de Letizia y el primer día de colegio de la que nunca reinará. ¡Está todo tan “subnormalizado”!
Salud y república.

Paco Bernal dijo...

Hola!
Gracias por tu comentario.
En primer lugar !No me mientes a las peras y las manzanas, podió! Esperaba yo una metáfora más digna del estro vuestro :-) En segundo lugar, tienes razón. La Segunda Gran Guerra fue provocada en 1918-19 con los acuerdos de Versalles. Sin el ánimo vengativo de los vencedores, quizá no hubiera habido un Hitler.
En cuanto a las lecciones del difunto siglo XX, mejor ni hablar. Yo, eso sí, no comparto tu optimismo: el ser humano siempre se las arregla para fastijoder las cosas. Espero, de todas formas, que tengas razón, por la cuenta que nos trae a todos.
Un abrazo,
P.