Peter Alexander canta "Wien, nur du allein", una de mis canciones favoritas sobre Viena


El país de las maravillas


26 de Octubre.- Hoy es el día de la austrianidad, conocido más correctamente como Nationalfeiertag o Fiesta Nacional Austriaca.
Tal día como hoy, hace más de sesenta años, se firmó el tratado que dio origen a la actual República Austriaca –la segunda-. Ningún día mejor para hablar de una de las constantes en la correspondencia que recibo a través de este blog (una correspondencia que, por su volumen, no puedo contestar todo lo rápido que yo quisiera).
Muchos de mis pacientes lectores sienten una ávida curiosidad por saber cómo es la vida real, de verdad de la auténtica, en esta ciudad que conocen mucho mejor que yo, a pesar de no haber estado nunca aquí. Juraría que encantadoramente ruborizados, me confiesan en sus correos electrónicos que, desde un lejano día de su infancia o su juventud, sienten por Viena una irresistible atracción, que les fascina su cultura, o su arquitectura, o el vaporoso encanto que envuelve a esta ciudad. Incluso, llegan a realizar heroicos esfuerzos de aprendizaje que me asombran y me admiran. Por ejemplo: desde un luminoso país tropical me llegó el otro día la carta de una amabilísima lectora que ha conseguido lo que yo, viviendo aquí, no he logrado aún: con inaudito tesón, ha aprendido alemán de manera autodidacta, mejorando su pronunciación utilizando videos de la ORF colgados en youtube. Mientras me hacía cruces ante semejante muestra de constancia, leí que me preguntaba sobre varios distritos de Viena en los que yo, lo confieso, no he puesto todavía los pies. Querida lectora: si estás leyendo este post, te pido un poco de paciencia. Estoy recabando opiniones más expertas para poder dar la respuesta que tu curiosidad merece.
Este y otros correos me hacen pensar en qué sabía yo de Viena antes de venir aquí. Dado que mis razones para hacerlo se debieron menos a la elección racional que a lo que podríamos llamar un afortunado impulso del destino, tengo que decir que esta admiración por el teatro de mi vida normal me produce una perplejidad cosquilleante ¿Qué se sentirá –me pregunto- estando enamorado de un lugar que no se ha pisado nunca? ¿Qué haría yo en ese caso? Por experiencia sé que la lejanía del sujeto amado favorece unos equívocos que la proximidad vuelve lamentables en algunos casos. Desde cerca, se ven los desconchones de las cosas, su cara más prosaica y silvestre. Algunas veces, resulta imposible cerrar los ojos para mantener el grado de ilusión imprescindible para que no se apague la llama de la pasión. Por otra parte, vivir en la tierra de los sueños de otras personas es una sensación extraña pero placentera. Por eso, cuando tengo un mal día, a veces pienso que, después de todo, debería estar agradecido por vivir en el país de las maravillas.
Y vaya si lo estoy.

4 comentarios:

Murmullo cucarachas dijo...
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Murmullo cucarachas dijo...
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amelche dijo...

¿Qué pasó aquí? ¿Te volvieron a atacar con propaganda de pastillitas para...? :-D

Paco Bernal dijo...

Jajajaja. No, no. Afortunadamente no. Fue un sarpullido de propaganda electoral para el concurso de 20 minutos ;-)