No me cuente usted su vida

26 de Noviembre.- Querida sobrina: me gusta pensar que soy un hombre amistoso. Una de las cosas en las que más me he concentrado en la vida ha sido en ser buen amigo de mis amigos. Soy de la opinión firme de que la amistad es un sentimiento en el que vale la pena profundizar y perfeccionarse. Es la forma más generosa del amor que podemos ejercer quienes no tenemos hijos.
A mí no se me puede entender sin mis amigos e incluso, en lo que te puede parecer una contradicción, sigo manteniendo amistad con gente que piensa que ya no es amiga mía, porque siempre cabe la posibilidad de que los ofuscamientos sean pasajeros (aunque duren años) y que el que hoy deja de quererte mañana se eche atrás.
Si de algo me acuso es de que, con relación a mis amigos, he ejercido algunas veces las argucias del coleccionista. Algunas amistades mías son producto de una decidida premeditación por mi parte. No quiero que creas sin embargo que mis móviles han sido materiales, sino, en todo momento, de una decidida índole espiritual.
Con la edad, sobrina, descubrirás que uno de los pocos lujos que el ser humano puede darse impunemente es el de la buena conversación ¡Y existe tan poca gente con la que se pueda tener una conversación informativa, rica, divertida, ligera o profunda!
Por eso, cada vez que en mis cercanías he localizado a alguien con ese potencial, me he acogido al conocido refrán de la buena sombra que te cobija debajo del buen árbol: lo que la gente nos enseña gratis no tiene precio.
A cambio de eso he intentado con toas mis fuerzas (aunque sin conseguirlo siempre) remover los obstáculos que nos convierten en islas. Procurando ser cariñoso, comprensivo, srvicial y atento; respetuoso y educado, discreto y colaborador. Siempre he querido que nadie pueda decir que no me encontró si me buscaba y, cuando los inevitables roces se han producido, he intentado reaccionar con toda la nobleza que me ha sido posible (algunas veces más y otras, desgraciadamente, menos porque tu tío no tiene ninguna madera de santo).
De todas formas, sí que tengo que confesarte que yo, que podría haber ganado hace años cualquier campeonato mundial de paciencia, cada vez tengo menos. Quizá porque soy consciente de que el tiempo de que dispongo es limitado (con suerte, entre ochenta y noventa años, y ya he consumido un tercio). Me resigno cada vez menos a que la gente me cuente sus películas más por motivaciones bastardas (generalmente meterse con un tercero) que porque de verdad aprecie mis consejos o necesite alguna ayuda mía. Cada vez más tengo tentaciones de hacerme una camiseta con aquella frase que un conocido representante de artistas madrileño tenía encima de la mesa: “No me cuente usted su vida”.
En esto, como en todo, supongo que la clave es la selección. Una cuidadosa decantación de tus amistades y una decidida apuesta por la calidad (que empieza por uno mismo) te ahorrarán muchos momentos desagradables. Al fin y al cabo, esa es una de las metas de la vida ¿No te parece?
Besos mil de tu tío que no te olvida.

11 comentarios:

Marona dijo...

Ay, la amistad. Creo que estar aquí en Austria me ha servido para dos cosas. Una es darme cuenta de quiénes son mis amigos a pesar de esos tropocientosmil kilómetros que nos separan, que la amistad de verdad se nota hasta en esas distancias tremendas. Y la otra es que hemos conocido a gente interesantísima y muy especial, nuevos amigos que te hacen pensar que el mundo es mejor con ellos en él.
¡Feliz miércoles!

Marona dijo...

Uy, se me olvidaba, ¡una foto preciosa!

Te de llimona dijo...

Hola, Paco.

En catalán decimos "No em vinguis amb romanços!", o sea "no me vengas con romances", o "con historias", que sería un poco lo que tú dices en este muy bien redactado post. Pues sí, cierto, hay que tener buen criterio para escoger las amistades. Te ahorras mucho más tiempo... aunque una servidora aquí, que tiene mucha paciencia y que tiene una edad similar a la tuya, no deja de sorprenderse que aquellos que una vez consideró sus amigos, de repente, por otros intereses, se alejen (y no me refiero a la distancia física). Una no acaba de entender por qué...
Un abrazo (a mí me encanta también conversar y sacar provecho de ello:-))

Anónimo dijo...

La vida es así, a lo largo de ella, vas dejando gente por el camino, por un motivo u otro, y conociendo nueva. Pero a mí el tiempo, a mis taitantos(jejejeje), me ha enseñado que las cosas buenas se guardan en tarros pequeños y los amigos, de verdad, se reducen a un número cortitooooo.
un besote muy fuerte. nuria

amelche dijo...

En muchas cosas me siento identificada contigo: en lo de mantener las amistades aunque no te hablen, en la paciencia casi infinita (que a mí también se me está acabando con los años), en lo del arte de la conversación... Vamos, que me dieron ganas de plantarme en Viena para charlar contigo ante un café vienés (a pesar de que no me gusta mucho el café) horas y horas.

Te de llimona dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Te de llimona dijo...

Amelche! Yo también me apunto a ese café vienés! (que, además, a mí sí que me encanta).
Un abrazo.

amelche dijo...

PACO: Prepara café, que vamos p'allá Té de llimona y yo. :-) Y luego un té de limón, claro.

Arantza dijo...

De acuerdo con Marona, en lo de que la distancia provoca una especie de "limpieza general", que hace que los que son de verdad tus amigos correspondan al esfuerzo que uno hace por mantenerlos, porque, como ya he dicho en algún que otro post y comentario, la amistad es un deporte en el que tienen que sudar un poco las dos partes. En cuanto a lo de hacer amigos nuevos en el pa­ís de acogida... mmm, complicado Ahí le ando. Quizá el problema es que yo vivo con un "nativo", que ya tenía su círculo. Céirculo que me encanta, pero ya sabes... no los he elegido yo. Y cuando he querido hacer nuevos amigos... me he dado cuenta de que a partir de los treinta, o una es más selectiva, o es más difícil. Por ahí tengo una muy buena amiga en potencia, creo que lo que necesitamos es tiempo para construirnos una histora amistosa juntas. Perdona por la mega-confesión, si es que escribes de una manera que da ganas de hablarte como a un amigo ;-)

Paco Bernal dijo...

Hola!
Gracias por vuestros comentarios y perdón por haberme retrasado un poquito al contestar.
A Mar: es verdad que con la emigración uno se da cuenta de con quién puede contar. Y también se conoce a mucha gente encantadora que, de otra manera no se hubiera conocido (vosotros sois el botón de muestra :-). Besos mil, guapa. Por cierto, la foto la he cogido de internet. Pero gracias :-)
A Te de llimona: las amistades, quiera uno o no, se construyen sobre afinidades. Y lo mismo que cambiamos pues la gente cambia. También hay hermanos y hermanas del alma, que vienen y permanecen con nosotros toda la vida. No se eligen. Son una especie de familia (a veces tiene uno con ellos lazos más fuertes que los de la sangre). De todas maneras, mientras la gente está a nuestro lado, hay que disfrutar de ella.
A Amelche: pues nada, mujer, cosa de coger un avión y ya está jajaja Si Viena está a un tiro de piedra jajaja. Y a te de llimona le digo lo mismo, eh?jajaja Saludetes.
A Nuria: es verdad que los amigos de verdad, los que están ahí a las duras y las maduras, son bien poquitos. Besos mil, guapa.
A Arantza: yo creo que es más fácil incluso hacer amistades con otros españoles en el extranjero porque la sitúación tiene más "fuerza vinculante". Aunque creo que eso es tema para otro post.Besos.

JOAKO dijo...

Yo es que me dedico a la venta, con lo cual escuchar la vida de los demás es parte del trabajo.