Isabel y Manuel, dos modelos estéticos: dos formas de entender la mesa
En Viena, comemos como Isabel
22 de Diciembre.- Siguiendo los consejos de Isabel Preysler y de mi amigo H. (internista vienés de fama internacional) he decidido que los lunes van a ser, a partir de ahora, “el día de la fruta”.
Según la autorizada opinión de mi amigo, el consumir un día a la semana sólo fruta y verduras (en las cantidades que se quiera, que tampoco es cosa de ponerse anoréxico) ayuda a prevenir una serie de enfermedades relacionadas con el páncreas como la diabetes, la hipertensión y una larga serie de molestísimas (y graves) afecciones.
Yo lo hago por eso, claro. Naturalmente me gustará conservarme sano de cara al siglo XXI. Pero también me doy a la fruta porque estas navidades están siendo devastadoras para mi figura.
Es lo que tiene la vida del modelo: que tienes que cuidar tu cuerpo quetecagas.
Esta preocupación no es algo nuevo en mí, naturalmente. Recuerdo perfectamente ese momento en que, estando mi amigo B. y yo en los vestuarios del gimnasio, recién duchadicos, nos miramos al espejo y, al observar yo ciertos cambios en mis apolíneas hechuras, le dije:

-B., se nos está poniendo cuerpo de padre.

Él me miró con esa suficiencia que, aunque no se lo propongan, tienen los tipos atléticos:

-Será a ti –me dijo él. Y efectivamente, comparé su tableta de chocolate con mi mullida tripilla y tuve que admitir que tenía razón.

Es lo que yo llamo “la alarma de la gomilla de los gayumbos”.
Compañeros: cuando al ponerte los calzoncillos tienes que elegir entre que se te vea el ombligo o te queden como a Fraga en Palomares, ha sonado la primera trompeta del Apocalipsis.
Porque claro, tras notar yo que se me estaba poniendo cuerpo de padre vino el torbellino de la emigración, la sabrosa dieta austriaca (una aberración, en la opinión de mi amigo el internista, pero es que si le haces caso a los médicos estos no comes nada ¡Mira que llamarle a la panceta grasa subcutánea!), las galletitas navideñas, el pin y el pan. Total, que me he dicho:

-Paco, como no te cuides, vas a terminar haciéndote los trajes en la misma sastrería que Falete.

Suerte, como lo siento lo digo, que también están ahí las madres (y las vecinas) de España. Cada vez que voy al sur, la señora Carmen, que me conoce desde mi más tierna infancia, me dice pellizcándome un moflete:

-¡Ay, pero qué guapo que te has puesto desde que vives en Austria! ¿Ves, hombre? Si con unos kilitos estás mejor.

Y es que las madres (y las vecinas) de España sólo te ven bien cuando estás rollizo, como si te fueran a vender al peso.
Así que nada, a partir de hoy, todos los lunes, frutilla.

5 comentarios:

Te de llimona dijo...

Pues nada, a cuidarse! Aunque no sé si estas fechas son las más adecuadas para ponerse a régimen. Bueno, quizás sin ninguna fiesta destacada cae en lunes jeje...

Paco Bernal dijo...

Hola!
Bueno, yo soy un chico muy disciplinao jajajaja. La verdad es que no creo que pueda librarme del cochinillo y eso, pero por lo menos algo amortiguaremos.
Saludetes

amelche dijo...

¡Ja,ja,ja! Y yo que pensaba que los hombres pasábais olímpicamente de todo eso y os daba igual tener o no barrigón cervecero... A las vecinas yo creo que lo que les pasa es que te tenían envidia cuando eras un fideo, pero ya, cuando te ven rollizo, como que te ven más en su onda y te dan la bienvenida al club diciéndote lo guapo que estás con unos kilos de más, pa que te animes a seguir comiendo y llegar a su nivel. :-)

Te de llimona dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
JOAKO dijo...

Doy fe de los estragos de las fiestas, y la doy en mi linea de flotación tocada y hundida