El escritor W.G. Sebald
Libros regalados

6 de Enero.- Sus Majestades de Oriente, a estas horas, estarán durmiendo agotados, después de descargar por las casas españolas cantidades de ilusión. En Viena, la cosa es ligeramente distinta. Los Reyes Magos no dan, sino que piden. Este año para remediar las hambrunas y las enfermedades de los lugares más desfavorecidos de Africa. A cambio del lujo de poder contar con la compañía de las Reales Personas, los ciudadanos dan un óbolo que los monarcas emplearán en echarle una mano a los niños más pobres de la tierra. Como testimonio de su presencia, los Reyes dejan en el dintel de la puerta del donante sus iniciales escritas y el año. Estas anotaciones en tiza duran muchas veces hasta la siguiente epifanía y son uno de los rasgos más distintivos de las casas austriacas.
A mí los Reyes me han traido ropa deportiva (que ya me iba haciendo falta) y hoy voy a hacer mis carreras y mis levantamientos más bonito que un San Luis.
Sin embargo, quería hoy hablar de otro tema relacionado. Una de las cosas que más me gustan es que me regalen libros. En Viena, debido a mi pereza (librerías españolas hay, pero me pillan lejos de casa) los libros son para mí un bien precioso. Míos tengo pocos (siempre demasiado pocos) y en cada viaje a España me desprendo de un par para poder traerme otro que me alegre la vida. Por eso también, muchas veces, cada vez que un visitante me pregunta qué quiero de España, qué echo de menos (pensando en el chorizo, el aceite de oliva o el Cola-calo) yo me resisto y digo:
-No, si aquí hay de todo, de verdad, no tienes que traer nada...
-Pero algo querrás.

Y yo:
-Bueno, si te empeñas...Tráeme un libro.
-¿Y cuál?
-El que tú quieras, el que tú quieras.
La gente piensa seguramente que es una respuesta de compromiso (“este chico, qué modesto es”) pero la verdad es que los libros me hacen más feliz que cualquier cosa de comer (bueno, casi: los turrones de mi vecina Tere y de mi madre también me hicieron muy feliz).
Además de por la escasez, los libros me hacen feliz por otro motivo: porque muchas veces mis visitantes eligen volúmenes que yo nunca hubiera comprado motu proprio y, de este modo, me abren las ventanas del espíritu.
Todo esto viene a cuento de que el sábado recibí “Los anillos de Saturno” de W.G. Sebald y llevo ya doscientas páginas. Soy incapaz de parar y sólo siento que se me va acabar demasiado pronto. Es un libro bellísimo, de una totalidad conmovedora. En donde la mentira y la verdad se mezclan de una manera deliciosa. Páginas seguidas en las que ni falta ni sobra nada, en las que el lector (yo) es al mismo tiempo espectador y creador de su propia aventura. En resumen: una experiencia.
También me pasó con “Algún día” el último libro de mi amigo Teo García, que ya glosé en su día (ver post “Un libro cojonudo (y me quedo corto)”). Un volumen en el que pasé sumergido cuatro días trepidantes y que ahora, en España, lee mi padre (por cierto, amigo, feliz año, que todavía no hemos hablado). Y también con “El abrecartas” de Vicente Molina Foix, que sigue siendo una de mis relecturas predilectas (cuando uno tiene pocos libros siempre se ve en la placentera obligación de releer). Hay varios momentos en “El Abrecartas” en los que a uno se le empañan los ojos.
O el libro de poesía que me regaló mi primo X., o el de citas ingeniosas de mi amigo O.
Los libros que otros eligen para nosotros tienen la virtud de venir incontaminados de prejuicios y por lo tanto, según la precisa definición platónica “entran en nuestra alma y la forman en la virtud” con más eficacia que aquellos que nosotros elegimos por el mero placer egoista de encontrar algo que buscábamos antes.
Así pues, gracias a todos mis amigos que me han regalado libros.

5 comentarios:

RBD dijo...

Querido Paco: Las vacacioens me traían vuelto loco y no había podido leer tus últimas entradas. Claro que ya me puse al día con todas. Ésta última me recordó que quiero releer El Principito, me arranco a una librería gozando el privilegio de que prácticamente todo está en español ;)

Un saludo afectuoso y muy feliz año nuevo.

Rafael Barceló Durazo

Anónimo dijo...

Hola, buenas
Feliz añoooo. Me ha venido fenomenal los títulos, quiero autoregalarme un libro por esto de los reyes majos. Estaba pensado en el último de Ken Follet, pero, ..... voy a mirarlos.
un besote muy fuerte. Nuria

Paco Bernal dijo...

Hola a los dos y gracias por vuestros comentarios.
Querido Rafa: feliz año, compañero :-) A mí también me gusta mucho El Principito ("lo esencial es invisible a los ojos") y lo regalo mucho porque creo que es un libro lleno de enseñanzas !Qué suerte lo de poder perderse en una librería bien surtida! No sabes cómo te envidio... :-) Léete algo a mi salud. Un abrazo.
A Nuri: hola guapa! Conociéndote, El Abrecartas te va a encantar (se lee en un suspiro) y Algún Día, en serio, es uno de los mejores libros que yo he leido en mucho tiempo. El abrecartas creo que es de Anagrama, y por 25 o 30 Euros seguro que lo encuentras (igual, con lo del Nacional de Literatura, hasta hay edición de bolsillo todavía más barata) y Algún Día es de Roca Editorial. Lo encuentras en cualquier Corte Inglés o en la FNAC. En fin, que los disfrutes los dos. Un besote.
A los dos, cuidaros mucho.

Teo García dijo...

Me alegro de que disfrutaras tanto con la lectura de Algún día, estimado colega. Yo me lo pasé muy bien mientras la escribía, y a pesar de tener la historia en la cabeza, deseaba traspasarla a los folios para mi disfrute personal. ¿Me creerás si te explico que de vez en cuando me visitan los personajes?
Prosit Neujahr!

P.D.- Recuerda nuestra última conversación; ya sabes: novelas y blogs.

Paco Bernal dijo...

Hola compañero! Prosit, prosit :-) Disfruté mucho con Algún Día y me creo que los personajes te visiten. Es el privilegio de los que los tenemos en la cabeza.
En cuanto a nuestra última conversación, no la echo en olvido, no te preocupes. Me he acordado mucho de ti estos días por aquello que hablábamos de que "la mejor palabra es la que se queda en el pecho". Ya te contaré.
Un abrazo