El político español Santiago Carrillo (derecha, con peluca) junto a su amigo Teodulfo Lagunero, quien, en compañía de su esposa, le condujo a Madrid.
Carrillo y yo

22 de Enero.- Santiago Carrillo, hoy un jovial nonagenario, vivió muchos años, como todo el mundo sabe, exiliado en París. A la muerte del general Franco protagonizó uno de los episodios más rocambolescos de la transición a la democracia cuando, disfrazado con pelucón y gafas, cruzó la frontera para establecerse en Madrid, al objeto de coordinar desde el interior las actividades del entonces clandestino PCE (Partido Comunista de España). Cuando contaba esto en la estupenda serie que TVE produjo para explicarnos este periodo de nuestra historia (La Transición, Victoria Prego), Santiago Carrillo explicaba su gozo por volver a su patria con una anécdota que, francamente, yo suscribo en días como hoy.
Como fondo de unas imágenes de archivo de aquel Madrid de mediados de los setenta, la voz de Carrillo explicaba que, en París, lo que más había echado de menos había sido “la calidad del sol”. La luz del astro rey en Madrid es diferente (naturalmente, la latitud es distinta) y, aparte de que el sol madrileño calienta más y digamos que tiene un resplandor digamos más decidido que el de Centroeuropa, resulta en conjunto un bien mucho menos escaso.
Cuando yo era pequeño y vivía en España siempre iba por la sombrita y el hecho de “tomar el sol” me parecía un placer propio de abuelos. En 2006, cuando un aborigen me propuso comer en su terraza a una temperatura de seis grados, al grito (y no exagero un pelo) de que “hacía un sol espléndido” pensé que estaba de coña. Pensaba también que eran unos flojos los aborígenes que, para consolarse, se gastaban una pasta en lámparas de luz de espectro completo (las mismas que se usan en los supermercados porque enseñan los colores naturales de la comida); y creía que estar melancólico por falta de sol era de gente con el ánimo más delicado que el pellejo de las brevas.
Pero es que, entre unas cosas y otras, llevamos más de un mes sin dos días seguidos de solete, y la verdad es que el cuerpo me pide a gritos que brille la luminaria que, según el Génesis, Yahvé colgó de la bóveda celeste para separar el día de la noche. Ayer, viendo un documental sobre Brasil (vistas aéreas de ríos verdes centelleando al sol tropical) sentí en el pecho una hondísima nostalgia del sol, de la suave brisa de la primavera, del verdor.
¿Estaré grave?

11 comentarios:

amelche dijo...

Es verdad, yo pensaba que eso de añorar el sol era una tontería como tú dices, pero luego hay que vivirlo. Y no es lo mismo. Que a las 3.30 pm sea ya de noche en Irlanda del Norte en diciembre hace que a las 8 pm estés ya pensando que son las 11 pm por lo menos y, cuando ves que sólo son las 8... Te da algo. Lo bueno es que en mayo a las 4 am era de día, con una claridad que entraba por las ventanas sin persianas que yo creía que eran ya las 9 o las 10, me había dormido y llegaba tarde a trabajar. Tenía que mirar dos relojes para asegurarme de que no, de que sólo eran las 4.

amelche dijo...

Para tu consuelo te diré que en este Mediterráneo mío tampoco hemos visto mucho el sol en los últimos meses. Ha llovido, ha estado nublado y ha hecho más frío que en los inviernos habituales. Bueno, el domingo sí hizo sol, por fin. Y fue bonito.

Anónimo dijo...

El ser humano es curioso, siempre quiere lo que no tiene. Bueno, he de confesar que a mi el sol, en cantidades bárbaras me supera. Pero en pequeñas dosis, es maravilloso.

Claro que aquí en Zaragoza después de estar dos meses a una media diaria de 40º, echas de menos el frío, lógicamente.

En fin, como dice una amiga, Jorge, no hay nada perfecto. Y que razón tiene.

con Ka dijo...

Pues fíjate que yo empiezo a notar que los días ya no son taaan cortos... y eso que aún queda febrero.
Este invierno he descubierto otras luces, las de interior. Me encanta ver cómo las gentes de por aquí llenan las casas de lámparas y velas.
Hale, a ver si el finde tienes suerte y puedes hacer la fotosíntesis un rato :)

cleira dijo...

No estás grave, tienes síntomas de cansancio Centroeuropeo. Tu terapia sería darte una vuelta por suelo patrio, sentarte en una terracita al sol, darte un paseo y tomarte un par de cervezas. Luego vuelves nuevo y hasta la próxima recaida. Nuestra especie no está hecha para vivir en la sombra y en el frio de tan largos inviernos.

Marta dijo...

Siempre te queda la ilusión de que al volver a casa tendrás ese sol añorado. Para tu consuelo aquí en el norte tambien hace tiempo que no vemos el sol, llueve y llueve y no tenemos la esperanza de que el sol está esperandonos en casa.
Pero no te apures que ya estamos restando los días que nos lleven a la primavera.
Saludos

Anónimo dijo...

Y pensar que uno de los nietos de Carrillo trabaja en Viena...
Yo también soy de la opinión de "Con Ka": los días ahora me parecen más largos.

Arantza dijo...

Eres normal, Paco, si es que tal estado del ser existe. Las mismas lamparitas aquí son un "boom", y las agencias de viajes se forran vendiendo viajes a Cuba y a México en febrero, a los pobres quebequeses que optan por ir una semana a quemarse el azulado cuerpo de nórdico en la playa, en lugar de beber/comer en exceso o tomar antidepresivos. Yo, en cuanto la temperatura sube de nuevo al positivo (dentro de unos, uhm, tres meses), me siento ídem, y tomo el café en el patio (con gorro y plumífero, aclaro). Toma vitamina D y suplementos de omega-3, que parece que ayudan a contrarrestar los efectos de este encerramiento invernal. El chocolate también, pero tiene efectos secundarios :-)

Arantza dijo...

... y yo he llegado a soltar algún lagrimón, a finales de febrero, viendo imágenes de árboles llenos de hojas verdes balanceándose en la brisa. Y es que vengo de una zona muy verde de España, y eso de vivir en un desierto blanco la mitad del año a veces se me hace "un poquitín" cuesta arriba. El antídoto del quebequés: sal, haga la temperatura que haga. Si hace mucho frío, andar no basta, así que cálzate unos esquíes, unos patines, unas raquetas. No compensa la falta de hierba, pero remonta el ánimo. (Qué plasta te he metido. Uf, voy a salir un rato :-)

JOAKO dijo...

Siempre he pensado que eso es lo que mas echaría de menos de Madrid, y así fue, en Londres, ciudad en la que vivi apenas un par de meses, se hacía de noche prontisimo, y además días y días, y días sin ver el sol.Lo de los Guiris en la terraza del Hard Rock Café de la plaza de colón en Madrid, sentados al sol a 35º es un expectaculo. Tengo un par de amiga extranjeras que al principio de su estancia en España no entendian porque la acera del sol estaba vacia en verano, o la expresión "ve por la sombra", en fin no se valora lo que se tiene hasta que se pierde.

Paco Bernal dijo...

Hola:
Gracias por vuestros comentarios.
A Amelche: aquí en Viena, en verano, pasa igual: a las cuatro de la madrugada empiezan a cantar los pajaritos en el balcón que te cagas en la naturaleza y en la madre que la hizo. Por suerte, el finde está siendo soleado (de ahí mi falta de tiempo para los comentarios).
A Jorge: es que a vosotros, cuando viene el calor os viene a lo bestia, por lo de la depresión del Ebro. Pero sí, se echa de menos, eh?
A Ka: sospecho que el primer invierno todavía se lleva. A mí me ha empezado a atacar a partir del tercero.
A Cleira: va a ser cosa de hacer lo que tú dices jajaja. El otro día, viendo Hable con Ella, salía Madrid y, por primera vez, me entró algo de morrinya al ver il luoggi della mia primma infanzia.
A Marta: todavía nos queda Febrero el traidor, que es cuando vienen las peores olas de frío. Pero es el último cartucho. La primavera, como tú dices, ya está aquí.
A Pyro: no sabía yo lo de los nietos de Carrillo...Jaté de lo que se entera uno (y lo tranquilo que estará él sin saber que le mencionan en un blog :-) Esto de internet es un arma satánica, oyes.
A Arantza: aquí la gente se pira también a países tropicales y cogen vacaciones de invierno en lugares de sol. Yo siempre había pensado que era un lujo para millonarios, pero visto lo visto...
A Joako: aquí, indudablemente, la recomendación de irse por la sombra les trae otras cosas a la cabeza...:-)
Saludos y cuidaros