29 de Mayo.- Ültimamente me pasa mucho que, estando entre aborígenes instruidos, de cualquier clase social, incluso con ideología presuntamente progresista, empiece una conversación en la que se critica por lo bajinis o en tono normal, que cada vez haya más extranjeros en Austria. Yo callo, claro. Hasta que alguien dice:
-Cuidado, porque Paco, cuando tenemos estas conversaciones, se siente atacado (angegriffen).
Como primera medida yo sonrío (como diría George, What else?) y luego explico que, si me siento inquieto –nunca atacado- es porque soy extranjero.
Aquí, los pechos aborígenes se hinchan, las miradas se hacen condescendientes, las sonrisas adquieren un matiz inconfundible de paternalismo. Como diciendo “tú no tienes nada que temer”. Alguien se convierte en portavoz del grupo:
-Pero es que tú no eres...Vamos, que no te puedes comparar.
-¿Con quién no me puedo comparar?
-Pues...Con los otros.
Yo sé por dónde van los tiros, pero sigo apretando la tuerca:
-¿Con qué otros?
-Pues con los turcos, los rumanos, los yugoslavos...En fin: tú ya me entiendes.
La cosa se queda aquí, porque yo no quiero recordarles que sus antepasados empezaron con los judíos y terminaron cepillándose a personas de toda índole hasta llegar a las consecuencias que todos conocemos. Cuando la barbarie se extiende nadie te pregunta si eres de la Alcarria o de Estambul. Hablas raro y punto. No encajas en el patrón.
O como diría mi madre, que es una señora que las caza al vuelo:
-Tú no eres extranjero porque eres blanquito. Pero si fuera tu hermano ya íbamos a ver –tengo que aclarar que el padre de Ainara es más bien morenito. Podría pasar por turco como muchísimos españoles.
Es el tópico de siempre: mira como a Messi nadie le llama sudaca.
Querer a alguien, y yo quiero a Austria apasionadamente, también implica (o, sobre todo, implica) quererle por sus defectos. A mí me sorprende que los aborígenes no detecten lo que está debajo de las soflamas de los partidos extremistas. Ese ramalazo negro camuflado bajo un maquillaje impecable de civismo y buena educación; bastante parecido, si bien se mira, al lado cafre y cainita que los españoles guardamos bajo nuestra proverbial alegría de vivir.El caso es que, como muchos españoles que juran, si son del PSOE que los del PP son unos fachas, ratas de sacristía, homófobos y racistas; o, si son de la bancada contraria, juran que los del PSOE son maoístas quemaconventos, no hay muchos aborígenes que descubran la contradicción que subyace en una conversación en la que se pone a escurrir a los extranjeros cuando hay uno delante.
Y a veces es muy desasosegante: como ser un negro al que una banda de skin heads hubiera aceptado en sus filas.
4 comentarios:
Yo no creo que sea cuestión del color de la piel sinó de condición social... muchas veces coincide, pero no siempre es así. Y que nosotros tampoco nos salvamos de eso mismo que describes. La conversación que transcribes la he escuchado yo aquí (y en teoría no soy extranjera, pero me siento igual que tú, me dá mucha tirria escuchar según qué cosas...). Es el caldo de cultivo preparadito para que la derecha se cebe. Qué miedo, la verdad.
Estoy de acuerdo contigo menos en lo de "la derecha". En España, por ejemplo, partidos que llevan en las siglas una teórica izquierda permiten y/o patrocinan políticas de un fuerte tinte conservador/nacionalista. Por ejemplo, en Cataluña, la obligación de doblar las películas al catalán. O en el País Vasco, en donde los partidos independentistas son de izquierda o de extrema izquierda (también hay nacionalismos vascos de derechas) y tienen una gran vena nacionalista. Que en España veamos las películas dobladas, por cierto, es uno de los resultados de la política franquista de extender el castellano como lengua omnipresente. Creo que en esto no tiene nada que ver la derecha o la izquierda (como digo en el post, muchas de las personas que han mantenido delante de mí estas conversaciones son de ideología progresista) sino de la sensación que llegan a tener de "invasión" o de "agresión cultural".
Hola,
Discrepo: no creo que doblar las películas al catalán sea una política discriminatoria. Por mí se podrían ver todas en V.O. Simplemente se trata de equilibrar un poco el número de películas que se proyectan aquí dobladas al castellano y al catalán. Defender una lengua no significa que se excluyan o se dejen de considerar las otras. De hecho yo valoro mucho la cultura catalana y me considero bastante nacinoalista, pero se puede ser nacinoalista excluyente o integradora.
Por lo tanto, es evidente que hay partidos nacionalistas de derechas y de izquierdas. Para mí el racismo y la cerrazón de miras son más propias de ideologías conservadoras que son patrimonio de la derecha.
Saludos.
¡Un negro skin! buen oximorón.
Estoy totalmente de acuerdo, hay frases que no admiten un pero:
Yo no soy racista, pero...
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