Aquellos ojos verdes
10 de Junio.- Querida sobrina: gracias a Dios no sé lo que es la envidia.
Cada vez que siento la tentación de envidiar a alguien (y créeme, tengo a mi alrededor personas de lo más extraordinario) inmediatamente pienso en si podría conseguir yo mismo lo que envidio a base de trabajo.
La mayoría de las veces doy en que sí. Y saco la consecuencia de que, si no tengo lo que envidio, es porque no me he esforzado bastante.
Con aquellas cosas que no podría conseguir ayudándome de mis propias fuerzas (belleza, inteligencia, sentido del humor) me dedico a admirarlas. Soy de la opinión firme de que, a quien Dios se la da, Paco ha de bendecírsela. Y así, querida mía, vivo feliz disfrutando de las cosas que la vida me ha dado y, cómo no, de las que me he ganado a base de mucho trabajo.
Sin embargo, no todo el mundo es así.
A mí me ha costado varios disgustos darme cuenta de que, yo mismo, en mi modestia, soy a veces una persona envidiable para otros y que, esos otros, no son de tan buen conformar como el que te escribe todos los miércoles.
En cualquier caso, siempre se da cuenta uno demasiado tarde de que, a su alrededor, pululan seres humanos aquejados de ese mal tan hortera de la envidia; y no sólo eso, sino que, además, no se paran en barras a la hora de intentar machacar la felicidad ajena.
Al principio, Ainara, me sentía muy mal. A veces, los envidiosos consiguen que creamos que somos culpables de nuestra propia felicidad y, si uno no se anda con ojo, pueden hacerte creer que, si ellos te hacen trastadas, es por tu culpa.
-Si te cortamos la cabeza –parecen sostener- es porque tu cabeza sobresale. Así que escóndete. Sé feliz sin que nadie se dé cuenta. Porque tu felicidad nos ofende.
Pero después, cuando me di cuenta de que no tenía que pedirle perdón a nadie por estar contento, o por tener una familia fantástica que me apoya cuando lo necesito, o por haber conseguido eso de integrarme en un país extranjero, o por tantas otras cosas, empecé a pensar que empequeñecerse, disimular la felicidad, los logros, sentirse culpable por el buen trabajo realizado, no es más que hacerles el juego a aquellos que intentan que este mundo se convierta en un lugar más imbécil en el que vivir.
Y eso no se puede consentir, Ainara. La causa de la inteligencia está perdida de antemano, pero lo decente en esta vida es luchar del lado de las causas perdidas.
En fin, Ainara, quisiera terminar con un pensamiento de tu abuelo que es una de los mejores extintores que conozco para cuando uno se enciende. Escúchale:
-Hijo –me dice siempre- si, a lo largo del día, uno tuviera que mandar a tomar por saco a todo el que se lo mereciese, no acababa uno nunca.
Y qué verdad que es.
Pues eso, querida, tranquilidad y besos, hoy, muchísimo más cercanos de lo normal.
4 comentarios:
La envidia, el odío, son sentimientos inútiles, puesto que dañan principalmente al que los siente, yo además soy muy despistado y bien pensado, por lo cual casi nunca me percato de que pueda haber generado envidia´pero cuando me percato...me sorprendo mucho y no lo entiendo, y por otra parte soy un negado para la envidia, no puedo dejar de alegrarme de los éxitos o del dinero de otros...y es esto lo que siento, alegria por ellos, y para remater un pensamiento de mi padre (un confucio vocacional), "mejor que tener tu dinero es que tus amigos lo tengan" y no lo dice por bondad precisamente.
¡Qué razón tiene tu padre! Aunque, oye, mandar a unos cuantos a tomar por saco relaja bastante, ¿eh? Y te ahorras luego de mandar a todos los demás que también se lo merecen, ¡ja,ja!
Me encanta el vídeo que has puesto. Canta maravillosamente y tiene un acento precioso :-)
Saludos,
Lille Skvat
http://lilleskvat.blogspot.com/
Hola a todos!
Gracias por vuestros comentarios.
A Joako: !A mí me pasa igual! Yo presumo mucho de los éxitos de mis amigos. Casi más que si los tuviera yo. En cuanto a lo de tu padre, Truman Capote decía que mejor que ser uno rico personalmente, era tener amigos ricos. Uno tenía todas las ventajas y no tenía los costosos inconvenientes (el mantenimiento y tal). Va por ahí, ¿Verdad? :-)
a Amelche: hija, qué razón tienes !Otro gallo me hubiera cantado a mí algunas veces si hubiera mandado a tomar por saco a uno o dos! jajaja.
A Lille: bienvenida! A mí me gusta mucho Nat King Cole y me parece que "Ansiedad" nadie la ha cantado como él. Son versiones intemporales de grandes canciones. Por cierto, fueron un éxito inesperado porque Nat King Cole grabó aquellas canciones por encargo, casi de tapadillo.
Saludetes
Publicar un comentario