Aquel radiocasette era todavía más antiguo que este. Tan venerable que no he encontrado ni siquiera foto en internet.

MP3
(O también empedrái)

10 de Octubre.- Como mis lectores saben (o se imaginan facilmente) el estilo de vida de uno es más bien modesto. A medias por falta de posibles y a medias porque, como decía la Agrado en Todo Sobre Mi Madre:


-Con el hambre que hay en el mundo, me voy a comprar yo un Chanel auténtico.

(Lo cual, sin embargo, no le impedía en la peli comer con un ostensible tetrabrick de agua Solán de Cabras en la mesa: en fin).

A lo que yo iba: uno, mientras los cacharros están buenos y funcionan, no los tira (en eso, me parezco a muchos austriacos) y yo tenía un discman MUY HERMOSO que funcionaba divinamente y que tocaba todos los discos de mi numerosa colección. La gente, eso sí, me miraba raro por la calle (en el metro, principalmente). Las ejecutivas iban con sus chismecitos extraplanos, los jóvenes sacaban, como quien no quiere la cosa, sus i-pods de los bolsillos, miraban a mi aparato y se preguntaban por qué llevaba unos auriculares enchufados a la tartera del filete de lomo.

Yo me ponía digno y procuraba mantener el chisme en posición horizontal porque, si no, se activaba no sé qué mecanismo de seguridad y el cd empezaba a escucharse a trompicones.

Sin embargo, con ocasión de mi cumpleaños, mis padres, que son unos soles me mandaron un billete de banco discretamente camuflado en una carta para que me tomara unos vinos a mi salud. Al abrir la carta, como la ratita presumida, medité qué hacer con el billete. Me acudieron a la mente las cosas que deben de venirles a los viejos pobres (“Paco, cómprate unos calcetines abrigaos de invierno, que por los pies se pierde toda la calor” o “Hay unos calzoncillos largos en el Kik Discount que te van a venir de miedo en febrero”) pero de pronto, me lié la manta a la cabeza y me dije:

-¡Se acabó la miseria! Hazte un regalo que de verdad te haga ilusión.

En ese momento, vi sobre un mueble mi viejo discman y le dije:

-Compañero de fatigas, ha llegado la hora de la jubilación.

Tantas horas de carrera bajo la escarcha, tantos kilómetros de cinta andadora...Me dio pena, pero me puse hegemónico conmigo mismo y me encaminé a una de las tiendas del ramo de la electrónica (en España se llamaban, no sé por qué, decomisos, y la más molona en mi pueblo se llamaba –qué tiempos- Andorra 2000). Estuve mirando diferentes modelos y, al final, me decidí por un cacharrito que pesa, según las instrucciones 86 gramos (se me saltaron las lágrimas al pensar en mi tartera) y que reproduce todos los formatos de audio y vídeo imaginables.

En mi domicilio, lo desempaqueté y me quedé mirándolo ¡Cuatro Gigabytes de memoria! Radio, video ¡Incluso libro electrónico! (de palo, porque lo único que hace es reproducir archivos .txt). Me vino a la memoria el radiocasette Sanyo, mono, en el que mi hermano y yo hicimos nuestros primeros pinitos de actores (leíamos delante del aparato nuestro tebeo de Indiana Jones y el Templo Maldito, previo reparto de papeles).

¡Cómo han pasado los años! Pero el casette aún funciona...Lo trajo mi tío Pepe de Ceuta, lo recuerdo bien. En un viaje que debió de hacer con su primer coche: un ochocientoscincuenta de color vainilla que le duró hasta bien entrados los ochenta.

¿Funcionará mi mp3 dentro de 30 años?

5 comentarios:

Landahlauts dijo...

Pues claro que no durará treinta años... para empezar la batería no durará más de un par de años o tres.

De todos modos, los discman eran un coñazo: con un cd se habían acabado unas pilas de aquellas que no eran ni recargables... ufff, se acababa yendo una pasta gansa en pilas.

Y ya... si querías salir con él a hacer footing... ni te cuento: aparatoso, saltaba... un verdadero coñazo.

Saludos.

Te de llimona dijo...

Jajaja, qué gracia, yo también llevé el discman mucho tiempo, cuando ya todo el mundo iba dos aparatos por encima mío... y sí, siempre voy con retraso: me compro el MP3, cuando ya ban por el Ipod y aún me queda pasar por el MP4 ;-) Y mis motivos son los mismos que los tuyos.
Por otro lado, lo que no había oído nunca es la palabra "decomisos", te prometo que aquí no se utiliza... y somos de la misma quinta...

Paco Bernal dijo...

Hola!
Muchas gracias por vuestros comentarios.

a Landhlauts: tienes razón: lo de los discman era una tortura china. Primero, porque eran demasiado grandes y luego que, al ser una cosa física, en cuanto vibraba el disco un poco y variaba la distancia entre la lente y la superficie, ya la habías liao.

!Viva el Mp3!

Saludos

A Te de Llimona: yo no sé de dónde viene la palabra. Supongo que será como lo de "Variantes" una cosa que vendrá de las aduanas...¿Por allí no se usaba? Qué misterio...

Saludetes

El herpato dijo...

Aún recuerdo cuando grabábamos en ese radio-cassette. Qué recuerdos. Y también recuerdo cuando eramos niños y nuestros padres lo ponían a grabar. Siempre acababa la cinta con una pelea de niños. Recuerdo cuando escuchábamos ya de zagalones las cintas. Y ahora todo el mundo puede verse de bebé gracias a las cámaras de video. Qué pena que no hubiese en nuestra época ...

JOAKO dijo...

¡Qué los discman son ya basura !
y yo sin enterarme, recuerdo la ilusión que me hizo tener uno hace...¡Ocho años!...