Viena Directo

Cuando los dinosaurios dominaban la tierra

El frotar se va a acabar

12 de Noviembre.- Ayer, 11 del 11 a las 11 de la mañana empezó el carnaval, o sea, la temporada de bailes, que se interrumpe durante el periodo navideño y que termina más o menos en febrero. Sin embargo, esta festiva ocasión, que se repite alle Jahre wieder no es lo que más preocupa a los austriacos.

La gripe A, más conocida en estos parajes como gripe porcina, empieza a cerrar colegios e, incluso, a dejar fuera de juego a todo un equipo de voley. Se reparten consejos para no caer infectado por el mal que viaja por los mefíticos miasmas, al tiempo que se esparce por los grupos de riesgo la tremenda duda: ¿Me vacuno o no me vacuno?

Por otra parte, nuestro amigo el canciller Faymann se encuentra de visita oficial en Moscú, intentando convencer al zar de todos los gases (Putin) para que no nos cierre el grifo como el año pasado (aunque se pelee con Ucrania). En las fotografías oficiales posa el ruso glacial, estrechándole la mano a nuestro canciller cuya inanidad queda mucho más patente al lado del exjerarca soviético.

Una de las cosas que los austriacos le reprochan más a Faymann es que se deslice como una sombra traslúcida por los telediarios, que pose en las fotografías oficiales y, como en aquella película, uno se quede siempre con la duda de si no será el hombre que nunca estuvo allí. El canciller Faymann es el típico caso del político con el que las democracias actuales trufan sus gabinetes. Personas que ingresan en las Juventudes del Partido a una tierna edad y que escalan por el organigrama repitiendo las consignas inventadas ad-hoc por el departamento correspondiente. Indivíduos hechos a imagen y semejanza del líder en torno al cual cierran filas. En fin, grisallas y sonrisas bobaliconas para las fotos oficiales.

En torno a quienes nadie cierra filas son los empleados de la rama austriaca de la firma Quelle, dependientes del consorcio alemán Arcandor. Quelle, que este año cumple cinco décadas de vida, fue el líder del sector de venta por catálogo. Sin embargo, el signo de los tiempos (internet) y los problemas financieros que atraviesa la casa madre han puesto a la filial austriaca contra las cuerdas. Durante las últimas semanas las esperanzas de los 1200 miembros de la plantilla se cifraban en la aparición de un comprador que inyectase fondos en las maltrechas cuentas de la empresa. Sin embargo, ayer la situación se hizo insostenible y la empresa no tuvo más remedio que anunciar que el frotar se va a acabar.

Dentro de poco, los trabajadores de la plantilla engrosarán las listas del AMS (Servicio Austriaco de Empleo) en la que será la tercera quiebra en importancia después de la de Konsum y Libro.

Pasando a noticias más mundanas: según publica el Österreich (esa gran fuente de rumores jugosos) una de las caras más conocidas de los telediarios austriacos, Frau Danielle Spera, “ha echado un currículum” para convertirse en directora del Museo Judío de Viena. “Si la cogen” (dicho en el más peninsular de los sentidos) la buena mujer, que lleva presentando el telediario prácticamente desde que los dinosaurios dominaban la tierra, desaparecerá de las pantallas. Este hecho amenaza con tener unas consecuencias apocalípticas en el chiquimundo televisivo austriaco (un club que cabría en una tasquilla de un tamaño regular). Para el Österreich, especializado en envasar rumores como si fueran noticias y noticias como si fueran solamente rumores, la hipotética marcha de Frau Spera abre todo un mundo de intrigas y puñaladas traperas en la cumbre catódica transalpina. Pero para puñalada trapera, el titular con el que el Österreich, a falta de cosa mejor, encabeza un suelto sobre la pobre Natascha Kampus. Se podría traducir por “NK no es una mosquita muerta” (“un conejito, en el original”, aunque sin duda el redactor austriaco del suelto no está al corriente de las eróticas asociaciones que dicho animalito podría suscitar en el inconsciente de los lectores hispanos de este blog).

Dejo para el final la noticia más gozosa: hoy, después de casi dos semanas, hemos recordado que el sol existe. Mola.