Etiqueta de champán (foto:Deseo by Codorniu)
Camarero, champán
14 de Diciembre.- Ayer, cuando leía las abracadabrantes noticias sobre la so called consulta independentista catalana no podía evitar acordarme de mis últimos tiempos en España. Trabajaba yo entonces en una empresa cuyo clima laboral estaba casi tan crispado como lo está actualmente el clima político nacional. Mi jefe era un señor, ex militar, que tenía la manía de silbar trozos de “Soldadito español” o “La orgía dorada” mientras caminaba por la oficina. Salvo cierta fijación con el orden, muy característica de su edad, antigua profesión y fondo cultural, y una marcada tendencia a repetir sin analizarlas las consignas del partido más conservador del espectro, mi jefe era un ser bondadoso a su manera e, incluso, yo diría que inofensivo.


Por aquellos días (hablamos finales del 2004) se produjo cierto episodio de la marejadilla política que los partidarios de la defensa de la identidad catalana interpretan como una agresión españolista, y que los políticos madrileños interpretan como las pretensiones intolerables de una pandilla de secesionistas temerarios. Estos episodios se suceden con cierta regularidad desde, por lo menos, la restauración borbónica del siglo XIX y alcanzaron su punto culminante durante los momentos anteriores a nuestra última guerra civil. Pues bien: aquel episodio particular desaguó en el llamado boicot al cava. Mis lectores más memoriosos lo recordarán.

Mi jefe, sus otros compañeros jefes y todos aquellos que querían ganarse un lugar en su corazón y, por ende, en el organigrama de la empresa, al tiempo que le sacaban brillo a sus pines con la bandera de España, expresaron su intención inquebrantable de comprar caldos espumosos elaborados en lugares tan exóticos como Albacete o Alicante, con tal de no darle un sólo euro a aquellos catalanes que, so capa de defender la Sagrada Patria Catalana de las agresiones centralistas de Madrid, estaban desangrando el procomún.

Naturalmente, su fervor se retroalimentaba con la lectura y visionado de diversos materiales panfletarios elaborados por los elementos más fanáticos de la causa. Periodistas, locutores de radio, presentadores de televisión y especialistas en meter ruido del más diverso pelaje. Todo contribuía a mantener artificialmente una exaltación que, pasadas las fechas navideñas, se diluyó en un río de confeti sucio.

Pues bien: ayer, me decidí a pasarme por algunos periódicos catalanes y encontré el mismo tipo de vulgaridades elaboradas con destino a los ya convencidos (como, por otra parte, todo el asunto de la consulta independentista).

Encontré los mismos tópicos tristes, expresados con lenguaje grandilocuente, de la Aldea de Asterix cercada por violentos españolistas que querían arrebatarle sus esencias; banderas rojas y amarillas ondeando ante la presencia de los infieles a la Sagrada Religión de la Cataluña Libre de todo yugo extraño (es curioso como todo este tipo de piezas retóricas se parecen cualquiera que sea el lado del que se coloquen sus emisores).

La verdad es que el espectáculo era tan tragicómico, y a ratos tan bobo, como el martirio que sufrieron las familias de mis jefes por renunciar al sabroso cava catalán en favor de otros caldos de origen mesetario.

En España hace ya tiempo que pasamos del debate ideológico al debate testicular (no se ofendan las mujeres y aténganse a una idea que es tan difícilmente expresable en español sin caer en un lenguaje machista).

El problema de este tipo de asuntos es que nunca están sometidos a una discusión seria (rigurosa, quiero decir) porque hay cosas que son una cuestión de creencias, de vísceras. Y con los creyentes no se puede discutir sin lesionar el derecho de cada cual a tener fe en los OVNIS, en la Santísima Trinidad o en la piedra negra de la Kaaba.
 
Y así nos va.

5 comentarios:

Te de llimona dijo...

Hola!
Comparto tu visión de alguna manera respecto al hecho que algunos movimientos, personajes, discursos independentistas rozan lo grotesco y sinsentido, pero no me parece de recibo comparar el boicot al cava catalán de hace unos años, a una iniciativa popular-reivindicativa nacida no de ningún partido político o lobby sinó de personas de este pueblo.
Hace muchos años que esta convocatoria se podría haber organizado a nivel institucional, pero -no sé por qué- cualquier iniciativa que suponga reconocer el derecho de un pueblo a autodeterminarse es vista como el demonio o como un ataque al resto de los pueblos...
Actualmente, sin embargo, el clima es tan crispado después del proceso que se ha llevado a cabo con el Estatut que muchas personas que no habíamos formado parte de la ideología independentista estrictamente hemos optado por un SÍ a esta opción. Y aunque algún partido político se ha intentado apropiar la convocatoria del referéndum, no es así sinó que surgió del mismo pueblo...

Cada cual lo ve desde su perspectiva, eso está claro, pero yo nunca me he planteado el derecho de las minorías a autogobernarse como un ataque o un boicot contra las mayorías de que forman parte de una manera u otra...

JOAKO dijo...

"¡Qué se joda el capìtan que ahora duermo sin manta!", hay que ver como nos gusta mezclar churras con marinas y sacar todo de quicio, en fín que estoy hoy de lo más "expresivo".

Paco Bernal dijo...

Hola a los dos: gracias por vuestros comentarios.

A Te de Llimona: en primer lugar me gustaría puntualizar que esta convocatoria no hubiera podido realizarse a nivel institucional (porque sería ilegal: en la justicia o injusticia de esta ilegalidad, no entro; pero es así). Por otro lado, a juzgar por las cifras de participación, es obvio que la convocatoria no brota de ese clamor popular que sus promotores pintan en sus discursos.
Por otra parte, dudo muchísimo que eso que tú llamas "el pueblo" exista como fuerza. Al "pueblo" lo mueve siempre alguien. En política (y todo este asunto, de principio a fin, es político) no existe la espontaneidad. O no debería existir en bien de la gente.
En fin: esperemos que se imponga la sensatez. En Austria, una parte de Tirol quiso declararse independiente en los sesenta. Hubo un referendum y hala. Lo que es un tostón (interesadamente mantenido, en mi opinión) es este estado de provisionalidad.

A Joako: me ha gustado mucho el exhabrupto.

Anónimo dijo...

Hola!

respondo de nuevo porque el hilo trae conversación, sin ánimo de crear polémica.
Sí, ya sé que sería ilegal un referéndum, pero a mí me parece que es una forma de participación en política que debería fomentarse más en democracia. De todas formas, no creo que nuestras leyes sean inamovibles ni se supone que tendrían que serlo desde que estamos en democracia.
La participación fue baja, sí, eso está claro. Y no votaron las grandes ciudades (los resultados hubieran sido también otros). Pero, teniendo en cuenta los pocos medios que se utilizaron y a sabiendas que se trataba de algo puramente simbólico, creo que sí que se puede considerar que una buena parte del pueblo catalán se movilizó (no había ningún partido político detrás de ello, por mucho que luego se dijera en los medios lo que se dijera). De todos modos, la abstención en cualesquiera de los comicios en nuestro país (y me atrevo a decir que en Europa) es también muy baja, aunque eso sí que conlleva otro debate.

Probablemente esté de acuerdo contigo respecto al hecho que la entidad "pueblo" como tal, como masa compacta, no exista. Pero, en este caso, no sé qué colectivos en concreto serían los que estarían detras de ello, ya que esta vez personas que no necesariamente se han vinculado con el independentismo, se han movilizado, personas de distintos ámbitos, edades y procedencias.

Ah! Y por último, vuelvo a destacar que seguramente me reiría contigo de algunos comentarios, discursos más propios de la época de Felipe V que de la actual, pero esas formas no quitan la razón que la causa tiene (vamos, creo yo).

PS = Perdón por el tostón.

Tedellimona

Te de llimona dijo...

*Quería decir, obviamente, que la abstención es muy alta.