Brújula de marear columnistas (Primera parte)
27 de Enero.- Querida sobrina: soy un consumidor compulsivo de periódicos. Cada día desayuno con todos los diarios de difusión nacional (española) más un par de digitales; y, desde que el idioma me lo permite, también me echo al coleto un par de periódicos austriacos.


Soy un auténtico fanático de las columnas de opinión, las cuales leo indiscriminadamente porque, salvo honrosísimas excepciones, están fatal escritas y su calado intelectual es irrisorio; digamos que obtengo en ellas lo mismo que aquellos que las leen “en serio” (a mí, me es imposible). Dependiendo del columnista de que se trate, siempre sé lo que voy a encontrar y eso, en este mundo lleno de incertidumbres, me relaja.

Recuerdo que, cuando salió La Razón, trabajaba yo en la tele todavía. Hasta aquel momento, ningún periódico serio se hubiera atrevido con las portadas que caracterizaron la primera etapa de aquel diario. Todos los días, mis compañeros y yo cogíamos aquel papel y nos preguntábamos qué tipo de persona lo compraría. Descubrimos pronto que lo que apreciaban los lectores de La Razón no era lo mismo que los lectores de los periódicos que habíamos conocido hasta entonces: al comprador de La Razón le importaba poco el rigor y parecía traerle muy al fresco que las noticias que su periódico daba fueran verdad. Había nacido un nuevo tipo de lector (o bueno, quizá es el más viejo de todos): aquel que sólo escucha aquello que quiere oir.

Una vez abierto el melón, hollado por primera vez ese territorio preñado de posibilidades en donde el periodismo deportivo se mezcla con el político (ya se sabe: mucha imagen, poco texto y a ser posible simple) los medios tradicionales, que se regían por las reglas del paleoperiodismo, empezaron a resentirse.

La lenta deriva de las cabeceras más antiguas empezó insensiblemente durante la década de los noventa y, durante los primeros años de este siglo se fue pronunciando al mismo tiempo que internet les comía terreno y el mercado publicitario no era ya esa jauja que había sido cuando la tarta se repartía solo entre unos pocos.

Paralelamente, empezó a surgir en España la figura del columnista mediático, un poco a la americana, que escribía en un medio de papel, pero cuya popularidad se retroalimentaba en los ruidosos pesebres de la televisión.

Sin embargo, el panorama estuvo un poco cojo hasta que nació Público, al amparo de un grupo de comunicación afín al Gobierno y afín a los tiempos, cada vez más radicalizados, que corrían. Alguien debió de pensar que, si en los predios de la derecha existía un amplio número de lectores que sólo escuchaban lo que querían oir, en los no menos anquilosados de la izquierda más estereotipada, igualmente existía un amplio número de lectores que andarían poco conformes con la oferta existente. Un mercado así de segmentado, da gusto.

Con el primer número de Público, se cerró el círculo. Los medios tradicionales quedaron atrapados en un sandwich que amenazaba directamente su existencia. ABC, por ejemplo. Las nuevas generaciones de lectores tenían poco que ver con los algo grises que habían ido progresando del llamado franquismo sociológico hacia un centro derecha liberal. La cuenta de resultados del que había sido bastión del periodismo conservador se fue deteriorando durante los noventa y resultó bastante apurada en la década pasada. Corría por Madrid aquel chiste, algo cruel, de que “ABC no perdía lectores, se le morían”.

El País, que había sido el Boletín Oficioso de los Gobiernos Socialistas, también quedó seriamente tocado por la aparición de Público; un periódico con unos columnistas tan agresivos como sus compañeros de La Razón, que dejaban a las prestigiosas aunque algo pacatas firmas del diario de PRISA a la altura de un grupo de temblorosas hermanitas de la madre Teresa de Calcuta.

(Continuará)

5 comentarios:

J.Insausti dijo...

A mi personalmente los periodicos no me gustan nada, tampoco es que tenga mucha experiencia en el tema, pero cada vez que he intentado leer alguno me ha resultado de lo mas aburrido. Cuando lees una noticia con el titular tienes bastante, porque luego el texto sola hace que repetir los mismos datos (cuando los hay) y aporta bien poco, aunque a lo mejor es que solo han caido en mis manos periodicos mediocres, en los que al final solo te puedes fiar de los resultados deportivos y de la esquelas.

cleira dijo...

Y mi pregunta es: tú que te los lees todos, con cuál te quedas?
Yo que también lo hago por profesión, hay algunos que no aguanto y encabezo mi lista por el País, sobre todo los árticulos de opinión, me caen en la nuca y siempre sé por donde van.

María dijo...

¡Ay, guapo! Es lo primero que te enseñan en la facultad de periodismo... Hay que leerse todos los periódicos que puedas (las noticias) y luego creerse de la mitad un cuarto....

Saludos

Luisru dijo...

Parece ser que la nueva sensación en esto de la columnosfera es una tal Luna Miguel, que tiene 19 años y escribe en Público.

A mí, ni fu ni fa: http://blogs.publico.es/lunamiguel

Paco Bernal dijo...

Hola a todos!

Muchas gracias por vuestros comentarios.

Antes de empezar quiero decir que, en esto de los blogs, uno siempre se lleva sorpresas. Yo siempre pensé que este post no le interesaría a nadie más que a mí (y bueno, a mi sobrina) y fijate, cuatro comentarios. Qué bien.


Al Sr. Insausti: los periódicos hay que leerlos como el Pronto, porque son como la guía telefónica: nadie espera que te los leas de cabo a rabo. En general, y más últimamente, están muy mal escritos y eso cuando uno está acostumbrado a cosas de más sustancia, echa para atrás. En fin...Y de fiarse, hay un viejo dicho periodístico que dice que la única información objetiva es la del número de víctimas de los accidentes aereos.

A Cleira: creo, con todos mis respetos que plantearlo así no es del todo acertado. Porque creo que un lector de periódicos no debe quedarse con ninguno en particular, sino leerlos todos para formarse una opinión propia. Mal comparado, es como con las personas: yo tengo amigos de todas las ideologías, creyentes y ateos, de aquí y de allá, y no se me ocurriría nunca pensar que me tengo que quedar con unos. Por otra parte, quedarse solo con un medio me obligaría a acatar a pies juntillas la línea editorial y hay muchas veces que, incluso con los periódicos que leo con más gusto, no estoy nada de acuerdo.
Por ponerte algunos ejemplos, no pasa un miércoles sin leer a Elvira Lindo en El País, pero no puedo con Maruja Torres; también leo con bastante gusto a Carlos Herrera en ABC, y un blog de Público -siendo los demás muy malos en mi opinión- que se llama La Trama Mediática y que está escrito -cosa rara en ese periódico- con mucha gracia.
En cuanto a los artículos de opinión de El País, hay que reconocer que los firma gente con la cabeza muy bien amueblada. Aunque uno no esté de acuerdo con ellos.

A María: lo que yo decía, leer como lo cuentan para formarte tu propia opinión :-)

A Luisru: creo que ya te ha llegado el libro. Al leer tu comentario me he acordado de La Buena Estrella (esa peli en la que está bien hasta Jordi Molla)La has visto? Cuando REsines va a registrar a la chiquilla:
-Qué nombre le ponemos?
-Estrella...Estrella Marina.
-Joé qué nombre más hippy.
La Luna esta redacta bien, pero para escribir bien le hace falta tener opiniones personales. Lo que yo he leido era todo bastante manoseado, no sé. Quizá por eso tenga éxito.

Saludos a todos