Dominic Heinzl (dcha.) posa junto al director de la ORF (foto:www.kleinezeitung.at)
Feria de las vanidades
15 de Enero.- Como mis lectores más memoriosos saben, Austria es un territorio virgen de telebasura (no cuentan, claro, los dimes y diretes de los políticos del lado salvaje, que darían para un rialiti chou).
La población vive más triste, claro, porque no puede asistir a la paralización del país por la operación nasal de cualquier muchacha de Brigittenau. En los medios de transporte públicos, el personal suspira y pone los ojos en el techo, porque su vida es ajena a avances tan importantes en el campo de la sexualidad humana como el edredoning (dícese de aquella modalidad de juego procaz que consiste en practicar rituales de apareamiento bajo una manta en ambientes vigilados veinticuatro horas por cámaras de televisión).
Se duelen los aborígenes de no ser tratados por la televisión como seres unicelulares y lloran (a escondidas, pero lloran) porque no hay periodistas lagartas ni maricas malas que saquen el lado más pútrido de los personajes conocidos, convirtiendo así la tele en una apestosa pero atractiva alcantarilla.
Sin embargo, hay intentos de aliviar al pueblo de sus cargas y proporcionarle ventanas a mundos que no ha explorado hasta ahora. Hay mentes pensantes preocupadas de que en esto, como en otras cosas de la modernidad, Austria pueda perder el tren del progreso.
Para evitarlo, la televisión pública austriaca ha contratado al ínclito Dominic Heinzl, más conocido en este blog como Megaperraca Triunfadora. Aunque, al paso que va la burra, creo que pronto tendré que cambiarle el sobrenombre.
Megaperra...Digooooo, Heinzl, conducía hasta los últimos días del año pasado el espacio Hi Society, en la cadena privada de televisión ATV+; en él sacaba punta a la vida de esa gente que nadie sabe bien a que se dedica pero que, en ciertos periódicos, llaman famosos B. Cantantastros, deportistas reciclados en vendedores de humo, empresarios de próstata salvaje a la caza de carne fresca y barata, místeres, misses, ganadores de Operación Triunfo, etc. El programa era un éxito y la gente lo veía bastante gerne. Pero Heinzl no estaba contento. Porque él ambicionaba entrar en el club de las estrellas de la ORF, ese selecto grupo que, en este país tan obsesionado por los títulos, permite a sus miembros brillar en sociedad mucho más que si se es un presentador de cadena privada, por exitoso que se sea. Secretamente, nuestro amigo Heinzl se veía presentando el baile de la ópera, compartiendo cámara con la amable Barbara Rett (talmente la señorita Linda Mirada de Barrio Sésamo), arrebatándole el cetro a Alfons Haider, demostrando que, si se es suficientemente desahogao se pueden conjuntar el chaqué con los estilismos modernos.
Dominic ansiaba todo esto y por fin lo ha conseguido. Para su mal. Si hubiera vivido en España, ya hubiera sabido que los cementerios están llenos de insustituibles y que lo que funciona en una cadena, no tiene por qué funcionar en otra. Es más: es bastante probable que no funcione. La ATV no es la ORF y un programa de una cadena pública (algo amuermadilla, como es la austriaca, por otra parte) no puede permitirse ciertas libertades que podría permitirse en una cadena privada.
Suele suceder con quienes van a comerse el mundo que, a veces, algún trozo se les atraganta.
2 comentarios:
La verdad Paco, es que lo de la tele en España es alucinante.
Espero que no se copien esos "exitos" en Austria para dar mas "vidilla" social....
Personalmente me resulta triste y patetico, y lo peor de todo es que acaba siendo la imagen de un pais.
Espero que toque fondo pronto.
Un besazo
Elena
Hola guapa!
Muchas gracias por tu comentario.
Por suerte, el programa no ha tenido nada de éxito. En la última edición lo vieron nada más que 185.000 personas (ná de ná). Así que durará poco.
Volveremos a los concursos y a los documentales.
Aquí, encierran mucho a la gente en sótanos. Pero lo que es la tele la tenemos como una patena :-D
jajajaja
Besos mil
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