Dientes, Michele, dientes, que es lo que les j...Michele y Gottschalk ponen al mal wetter buena cara (foto: ZDF)
Mujeres gordas y rubias, con perro, cigarro y tatuajes
1 de Marzo.- Las teles germanoparlantes aúnan sus fuerzas para producir shows que, generalmente, se emiten el sábado por la tarde-noche (que es cuando todo el mundo, tradicionalmente, espera espectáculo en estos países).
Así, se utiliza la red de Eurovisión para transmitir Wetten, dass...? (Qué apostamos) y ese tipo de programas musicales en los que Nana Mouskuri o cualquier otra vieja gloria canta canciones en playback con un ballet de fondo.
Este sábado tocó apuestas y, como uno llevaba en el cuerpo varias horas de estropajo y acarreo, pues se tiró delante de la tele. La fórmula de Wetten,dass...? es la misma que mis lectores españoles conocen de aquel tiempo en que Televisión Española podía permitirse alegrías presupuestarias.
Se trata de que ciudadanos anónimos apuesten contra invitados famosos a que conseguirán cosas espectaculares y, en apariencia, imposibles. Por ejemplo, reconocer instrumentos quirúrgicos sólo por el sonido que hacen al caer al suelo, o entonar los augustos acordes del Adeste Fideles utilizando todo el poder de sus gases intestinales. O sea, cosas perfectamente inútiles para la vida cotidiana, pero que alegran la noche sabatina.
En el mundo germanoparlante, el anfitrión de estas veladas de entretenimiento de garrafón es el inefable Thomas Gottschalk; un caballero cincuentón, muy alto (hasta para ser alemán) de melena rubia y atuendos marcadamente horteras (el pobre padece una atracción irresistible por el azul celeste y el dorado).
Gottschalk es competente, simpático e, incluso, salió en una película de Whopie Goldberg –una de aquellas producidas por la Disney en las que la actriz probaba las delicias del convento-.
Hasta hace un par de años, Gottschalk era imbatible pero, en los últimos tiempos, Wetten, Dass..., ese espectáculo pensado para toda la familia, está empezando a declinar; causando, por cierto, grandes quebraderos de cabeza a los que ponen dinero para que esta especie de Big Mac hecho programa pueda seguir emitiéndose.
Para intentar remediarlo, los mandamases le han puesto a Gottschalk una pareja, que no es otra que Michele, una bigarda rubia, perpetuamente sonriente, que ni es azafata, ni es asistente, ni es copresentadora pero es todas esas cosas a la vez. La bigarda en cuestión tiene en su curriculum un matrimonio con el divo italiano Eros Ramazotti y, la verdad, citando a mi amigo el Duque de Alterlaa, es el ideal de todas esas mujeres gordas, teñidas de rubio, con tatuaje, perro y perpetuo cigarrillo en la comisura que pueblan los barrios más proletarios de estos países de habla extraña.
A pesar de esta ayuda, y muy probablemente porque entre la tal Michele y Gottschalk hay la misma química que entre una castaña y un rodaballo, los datos de audiencia del Qué Apostamos alemán no terminan de despegar.
Por invitados, desde luego que no fue el sábado. Tuvieron a un boxeador ucraniano (Wladimir Klitschko) que, aquí, es el ídolo de las masas –tanto que puede permitirse el lujo de zurrarle la badana a otros señores en estadios de fútbol-; a un actor alemán que quizá mis lectores conozcan porque hizo de El Barón Rojo en una película por lo demás perfectamente olvidable, a la momia de Sofía Loren que promocionó Nine y aguantó con mucha clase y admirable estoicismo los chistes de dudoso gusto que Gottschalk y la bigarda hicieron a propósito de los italianos y de su forma de hablar. También estuvo una actriz alemana de esas que salvan lo limitado de sus recursos actorales a base de encanto personal (o sea, de reirse mucho y hablar alto) y, por último, Kevin Costner que, casualmente, está de gira por la patria de Adenauer con su grupo pachanguilla.
En Austria, la cosa fue medio bien, pero en Alemania pichí pichá. Qué apostamos a que Gottschalk no se come las uvas este año en el Wetten Dass.
3 comentarios:
Vaya! Y yo sin tele todavía, lo que me estoy perdiendo! jajajaja
Así de primeras en la foto a la Ex-Sra. de Ramazzotti le veo cierto parecido con nuestra Anne, que es mucho más fina, pero que últimamente también ha pasado lo suyo en la tele, la pobre. Abrazos. L.
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