Maria Taferl y Artstetten


4 de Abril.- Cerca de Viena (una hora en coche), en la Baja Austria, queda el Wachau. Es una zona que está habitada desde que el ser humano aprendió a domesticar las plantas por ser una zona del Danubio feraz de clima propicio a la agricultura.

Debido a su incontable riqueza, artística y natural, es Patrimonio de la Humanidad y, personalmente, uno de los sitios más hermosos a los que se puede ir si uno pasa por este rincón del mundo.

Hoy, me he acercado  dos monumentos que están muy próximos: el primero, al que corresponden estas fotos, es la basílica de Maria Taferl, que está situada en una elevación por encima del nivel del río, en una especie de meseta (la Taferl del nombre). La basílica, una joya del barroco que fue proyectada por el mismo arquitecto que proyectó la también cercana -y espectacular- abadía de Melk, ha estado en restauración desde hace por lo menos un quinquenio. Pero ya han retirado los andamios del interior y sólo está cubierta la fachada; por lo cual se puede admirar en todo su esplendor.
La ilustración sobre estas líneas corresponde a una de las figuras que adornan el púlpito y, abajo, está el altar mayor que reproduce -aunque no se ve bien- el roble sobre el que se apareció la Virgen -dieron fe, hace 35 décadas, más de una treintena de testigos-; el roble pereció en un incendio durante el siglo XVIII pero, los aborígenes lo reprodujeron más tarde en bronce dorado

La basílica también cuenta con un órgano recién restaurado y con una cámara de tesoros, en la que ocupan un lugar prominente los ex votos (o sea miniaturas que representan la parte del cuerpo que, supuestamente, la Virgen ayudó a curar con su intercesión). En la cámara del tesoro de la basílica de Maria Taferl se exhibe también una casulla que se bordó con el hilo de plata del vestido de novia de la emperatriz Elisabeth (Sissi y siempre Sissi)
No lejos de Maria Taferl está el castillo de Arstetten. El antecedente primero de este palacio fue una fortaleza medieval, que fue adquirida mucho más tarde por los Habsburgo y que terminó siendo la residencia de Franz Ferdinand y de su mujer la princesa de Hohenberg (de soltera, condesa Sofia Chotek). Fue cuando ellos y sus hijos habitaron el castillo, en 1912, cuando se construyeron los característicos remates de las torres, en forma de bulbo.
Como todo el mundo sabe, Sofia y su marido, el archiduque Franz Ferdinand, fueron asesinados en Sarajevo; hecho que, después de que actuara el mecanismo de relés de las alianzas de la época, provocó el principio de la primera guerra general.

Franz Ferdinand y su mujer, sin embargo, no están enterrados en la cripta de los capuchinos de Viena, sino que reposan aquí, en el castillo. Franz Ferdinand tuvo que vencer una enorme oposición para poder casarse con su mujer ya que, si bien a la muchacha estaba adornada con no pocas prendas personales, presentaba la pega de no ser princesa de sangre real. Pero Franz Ferdinand opinaba, con Sabina, que Sofia "no era princesa, pero era persona" y no paró hasta que le dejaron convertirla en su mujer.

Tuvo que firmar, eso sí, un protocolo en el que renunciaba a la sucesión del imperio para sus hijos (si llega a saber el pobre cómo acabó la historia le da algo). Y, de hecho, los nietos de Franz Ferdinand, que andan aún por el mundo, no se llaman Habsburg, como su padre, sino Hohemberg, como su madre.

Bajo estas líneas, la tumba de la pareja malograda en Sarajevo.
Una foto de ellos con uno de sus hijos que está a la entrada del castillo, hoy convertido en un (caro) museo privado. Ocho jEur la entrada y dos la audioguía. No digo más.
Franz Ferdinand, como todos los Habsburg era muy religioso y, junto a su castillo, había una iglesia cuya decoración supervisó personalmente.
Hay en ella diferentes elementos barrocos y medievales dispuestos, en general, en un equilibrio muy agradable.

Como siempre, más fotos en flickr.

1 comentario:

Isa dijo...

¡Qué impresionante, Paco! Además, tus fotos son estupendas, que ganas de verlo de cerca!