Vidas paralelas

Aznar y Zapatero: dos destinos parejos

28 de Mayo.- A principios de la década, postrimerías del mandato de Jose María Aznar, yo trabajaba todavía en la tele.

La larga agonía de mi departamento coincidió con el deterioro de la popularidad del presidente y de su gabinete. Recuerdo aquellas largas comidas en la cantina del Mundo Perdido, en las que, sin que se alcanzasen los grados de tensión parlamentaria que se han vivido estos días (al fin y al cabo la gente todavía tenía la andorga llena) compañeros míos partidarios del presidente y compañeros míos partidarios del que entonces pretendía mudarse al Palacio de la Moncloa, se tiraban los trastos a la cabeza.

Mis compañeros más a la izquierda se mesaban los cabellos cuando yo les decía que, pese a su deriva hacia el chulopilinguismo y a pesar de los tics autoritarios que se adivinaban en Jose María Aznar (y que se le siguen adivinando a pesar de que ahora no tenga quien le escriba) el Gobierno conservador había tenido cosas buenas. Y en él habían brillado figuras de una gran talla política (sobre todo durante la primera legislatura). Por ejemplo, Loyola de Palacio, desgraciadamente fallecida. Una político a la que, a diferencia de muchos de los de hoy, no daba vergüenza escuchar. Claro que, junto a ella, y para contentar a la parte más salvaje de su parroquia, que pedía a gritos un mamporrero, Jose María Aznar había transigido con incluir a Alvarez Cascos en su equipo; o, ya en aquellas postrimerías, a Ángel Acebes, cuya planicie agota todos los calificativos.

Asimismo, cuando el hoy candidato a presidente del Gobierno y entonces vicepresidente, Sr. D. Mariano Rajoy, hacía un ejercicio de Elenasalgadismo y ponía la cara para que se la partieran, yo acudía al argumento impajaritable de que si yo, que me considero una persona común y silvestre, tenía claro lo del Prestige y tenía claro que la Guerra de Irak era una operación suicida ¿Por qué los gobernantes de entoces se dedicaban a marear la perdiz de la manera más vil?

En aquellos momentos, y como parte de una estrategia de acoso y derribo brutal al con el Gobierno como objetivo, el departamento correspondiente del Partido Socialista encargó a todos sus voceros que demonizasen (hasta extremos ridículos a veces) al presidente Aznar. Y la población salió a la calle con pancartas (yo incluido) enardecida y exaltada pensando que, derribando a Aznar, se acabaría un reino de ranciedumbre, grisura y estulticia y que llegarían a España vientos de alegría, sexo y modernidad.

Del mismo modo, hoy, pasados los años, la oposición del Partido Popular, siguiendo ese atavismo que lleva a mis paisanos a ser caudillistas y a buscar siempre al macho alfa de la manada para tirarsele a la yugular, personaliza los desastres que asolan a España en la figura del Sr.D. Jose Luis Rodríguez Zapatero. Un hombre, bajo mi punto de vista, incapaz de causar la mitad de los desastres que se le atribuyen, en parte por falta del dominio más elemental de los resortes del Estado y en parte porque, si yo no estoy equivocado, es una persona que ha terminado, como Aznar, por creerse las virtudes casi salvíficas que sus palmeros le atribuyen.

Como dijo aquel, “Esta es Castilla, que faze a los hombres y los gasta”. Después de haber sido aclamado –Zapatero, no nos falles- a Don Jose Luis le espera una larga travesía del desierto. Un gravoso trayecto de amargura, de resentimiento, de declaraciones intempestivas y, lo peor, de desdentada soledad. Cuando salga con sus trastos de la Moncloa y deje su sitio al siguiente macho alfa, los hagiógrafos estarán mirando para otro lado.

4 comentarios:

Álvaro dijo...

Tienes razón, le espera un duro y penoso camino a Don Zapatero. En parte porque él se lo ha buscado, pero también porque es muy patrio lo de vociferar hasta hundir al más débil.

Saludos.

amelche dijo...

¿Y por qué tiene que ser un macho alfa? Igual llega una hembra alfa después de él, ¿quién sabe?

m. dijo...

Mejor no comento sobre el tema porque ya me llueven suficientes palos en mi vida diaria por motivos ajenos a la política y no tengo ganas de que me lluevan en Internet. Sólo diré que yo, a los políticos (sean o no de mi cuerda), no les tengo ni la mitad de la inquina que les tiene el 99% de la población. No sé si sabes, Paco, que cierto personajillo (sí, personajillo, no considero que merezca más calificación) de España que, por la naturaleza de su puesto, tiene prohibido pronunciarse políticamente y meterse en berenjenales de éstos, ha prometido hablar con los políticos para solucionar los problemas del proletariado (ja,ja,ja... qué aires de grandeza, gensanta). Aquí estoy yo porque he venido.

Paco Bernal dijo...

Hola!

Gracias a los tres por vuestros comentarios.

a Alvaro: totalmente de acuerdo. Yo no lo hubiera dicho mejor.

A Amelche: Ojalá, te lo digo de corazón, llegue un día en que tengamos una presidenta del Gobierno. Es más: te digo que hay en Celtiberia un buen número de políticas de todos los partidos muy desaprovechadas.

A m. Si la gente le tiene inquina a los políticos no es raro después del penoso espectáculo de la semana pasada en el Senado. En cuanto al personaje del que hablas, ya nos gustaría a todos que solo con su intervención se pudieran resolver los problemas de la gente. Desgraciadamente, también la gente es bastante responsable de sus problemas, y papá Estado no puede resolverlo todo.

Saludos