29 de Junio.- Uno de estos jueves, mis compañeros de tertulia se reían conmigo –parece ser que soy especialista en hacer comparaciones sorprendentes- cuando yo les explicaba que escribir el post diario es como ese momento all bran que la civilización occidental ha condenado al oscuro armario de los tabúes.
Yo, tanto para mi momento all bran como para escribir los posts, necesito café.
El café mañanero me da la energía necesaria para berrear la bilirrubina o similiar en la ducha y, a través de misteriosas operaciones de reconversión en las que ni entro ni salgo, ni sobre las que, por supuesto, tengo ningún mando (ya quisiera yo) la cafeína se convierte en la primera frase de cada post.
Sin embargo, hay días en que la cafeína se equivoca, o se vuelve hiperactiva, y entonces tenemos tres o cuatro primeras frases.
A pesar de lo que pueda pensar el lector, no son estos días felices porque, por experiencia, se sabe que de las cuatro frases, por lo menos tres no conducen a ninguna parte.
Normalmente, las frases mentirosas se desenmascaran a sí mismas cuando uno lleva la mitad del post escrito (medio folio) y fastidia mucho tener que volver a empezar.
El fracaso suele sobrevenir porque el tema que, en principio, bajo la ducha parecía tan atractivo, en realidad no tiene información suficiente para llenar un folio (o yo no se la sé sacar). O bien porque, de pronto, uno se da cuenta de que ha escrito ya un post contando lo mismo (cada vez, claro, es más difícil encontrar nuevos temas con los que sorprender a la audiencia).
Hoy ha sido uno de esos días en los que tres primeras frases han acudido a la cita matinal. Han sido estas:
POSIBILIDAD 1-“Yo he tenido la suerte, que tendrá mi sobrina si Dios quiere, de tener abuelos jóvenes”.
POSIBILIDAD 2-“A cualquiera que leyera los periódicos ayer, le venían a la cabeza inevitablemente los monjes medievales que acopiaban conocimiento convencidos de que el advenimiento del fin de los tiempos, el apocalípsis, estaba cerca”.
POSIBILIDAD 3-“El presentador español Jesús Vázquez ha decidido someterse a una sesión de photoshop y ha accedido a que la revista Interviú publique el resultado”.
La primera de las tres frases irá a parar, si Dios quiere, a un post de la serie “Los espíritus que vagan por el ambiente”. Hoy, sin embargo, no. Tengo bastantes molestias en donde la dentista estuvo hurgando ayer y, en esas condiciones, la mente no vuela con gusto a las elegíacas estaciones del camino del recuerdo.
La segunda la he descartado porque, en estos tiempos, resulta una ordinariez ser pesimista (lo es todo el mundo) y porque me gusta pensar que quien viene a Viena Directo lo hace para relajarse, siquiera por los tres minutos y medio que dura la lectura de este artículo.
La tercera es, evidentemente, fruto de la envidia pero es que, además, me obligaría a contar la primera vez que me encontré con Jesús Vázquez en carne mortal y a admitir, para mi vergüenza que, como me pasó con Jean Claude Van Damme, no le reconocí y que lo único que acerté a pensar de él fue “Dios de mi vida, qué hombre más cabezón” (algún día haré un post de mis encuentros con famosos, que tienen su gracia).
Así pues ¿Sobre qué más puede escribir uno en un día en el que se le ocurren tres ideas y ninguna de las tres le sirve?
1 comentario:
Efectivamente, venimos a leer para relajarnos, para airearnos y para leer algo nuevo. Y lo conseguimos, al menos en mi caso, lo consigo.
Me gusta leerte.
Además, sorpresa hoy, porque por aquello de las sincronicidades o lo que sea, también yo escribo (en mi sitio) sobre el café.
Un saludo y avanti, nos cuesta comentar, pero leerte, te leemos.
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