Los espíritus que vagan por el ambiente (VI): Manuel López

La única foto que queda de mi tío abuelo Manuel

17 de Julio.- A cualquiera que quiera reconstruir la vida de otra persona, aún la suya propia, no le queda más remedio que trabajar desde fuera. Es entonces cuando uno se da cuenta de cuán desconocidas le son, a cierto nivel, algunas personas a las que de niño juzgaba sencillas, sin recovecos.

Mientras vivió, mi abuelo fue para mí una presencia definidísima. Central. Sin embargo, al ponerme a escribir sobre él, me he dado cuenta de que, en realidad, y fuera de las informaciones imprescindibles y algo instintivas que se aprenden en la infancia, sé poco de los mecanismos profundos de su carácter.

Eso, y el estar lejos de las fuentes documentales que quedan de su vida –me tengo que fiar de mi memoria- ha hecho que pare en las imágenes, en las fotos.

Creo que la primera imagen esencial en la vida de mi abuelo, paradójicamente, no le representa a él, sino a su hermano mayor, Manuel. Mis lectores pueden verla porque encabeza estas líneas: un marinero de la base naval de Cartagena.

Cuando se tomó la fotografía, mi tío abuelo tenía quince años menos de los que yo tengo ahora y aunque la imagen está algo retocada a la moda de la época, y virada al sepia, el tiempo no ha podido borrar del todo la apostura del modelo que tenía (si no me engaño) nos mismos ojos claros que heredó mi madre. En el momento en que el flash de magnesio iluminó al apuesto recluta, mi abuelo, su hermano, tenía cinco o seis años. Poco tiempo después, estalló la Guerra Civil. Cuando los nacionales tomaron Cartagena y como era perfectamente esperable, los juicios se sucedieron sin ninguna garantía legal (en todas las guerras es igual y, si hubiera ganado el bando republicano, hubieran cambiado las caras pero no los procedimientos: la victoria no entiende de misericordia).

El motivo oficial de la condena a muerte de mi tío abuelo fue la pertenencia a quién sabe qué bullicioso sindicato, pero es una incógnita la verdadera causa que lo llevó al patíbulo. A pesar de que hace más de siete décadas que Manuel López ingresó en esa bondad sin fisuras que se atribuye a los muertos, y a pesar de que ya no queda nadie vivo que lo conociese en vida, estoy casi seguro de una cosa: su muerte tuvo que deberse a alguna macabra confusión o a alguna mezquina envidia. A los veinte años uno no ha tenido tiempo de ser malo, aún en tiempo de guerra.

Manuel López, cabo en el momento de la muerte, si la memoria no me falla, fue fusilado al poco de terminar la guerra, sobre las brasas aún ardientes del conflicto. La noche antes de morir escribió una carta que yo encontré por casualidad mucho tiempo después, cuando hojeaba el libro en el que mi abuelo guardaba pulcramente parte de su colección de billetes antiguos. Apenas una cuartilla (¿Cuánto espacio más necesita un hombre joven para despedirse de la vida?) en la que recomienda a su madre y a sus hermanos que no crean lo que oigan de él por muy atroz que sea; en las escasas líneas que le concedieron para despedirse y que no debió de redactar en soledad, reitera su inocencia, afirma que no tiene la sangre de ninguno sobre su conciencia, y se prodiga en unas ternuras familiares de las que solo es capaz alguien que va a la muerte con el corazón puro. Yo era un adolescente cuando leí la carta. Fue una tarde de julio, bochornosa como esta en la que escribo, y recuerdo que, al llegar a la firma, se me hizo un nudo en la garganta y fui totalmente incapaz de llorar ni aún de respirar durante un largo espacio.

(Continuará)

2 comentarios:

Isabel Maria dijo...

Hola guapo que contento estaria tu abuelo si viera lo que has escrito.

La verdad que a mi si me has echo llorar, porque me acordaba de mi abuela cuando leyera la carta de su querido hijo, con ese cariño conque habia escrito el a sus padres.

Un beso cielo

Anónimo dijo...

Quiza el abuelo era demasiado pequeño para podernos contar detalladamente como era en realidad su hermano. Sin embargo él como tu teneis la misma inquietud de saber más sobre el que fuera tu tio abuelo. Siempre busco y al final encontro motivos para esa absurda muerte y tu sin embargo en tu afan de estudiar a cada persona estoy segura de que encontraras la forma de conocerlo más, a pesar de hacer muchos años de no estar con nosotros. Opino como tu madre, tu abuelo estaria orgulloso de ver como tu sigues sus pasos, aunque él simpre estubo orgullosisimo de todos sus nietos. En nombre de él gracias por ser como eres. Te queremos. Buitrago