El Cid de la Fórmula 1





1 de Septiembre.- Probablemente, la foto que encabeza estas líneas dirá poca cosa a mis lectores. Y no creo que se arregle mucho si digo que el hombre de las gafas de sol  se llamó Jochen Rindt. Sin embargo, Rindt fue uno de los deportistas austriacos más populares de su época y, durante su corta carrera, una de las primeras estrellas pop de la Fórmula 1.


Rindt nació en Maguncia en 1942. Sus padres murieron en 1943, a consecuencia de un bombardeo aliado sobre la ciudad de Hamburgo, por lo cual Rindt fue cuidado por sus abuelos, que residían en Graz. Esta circunstancia motivó que, cuando empezó su carrera deportiva, Rindt compitiese por Austria. A pesar de lo cual, durante toda su vida, Rindt conservó el pasaporte alemán y, durante sus últimos tiempos, vivió en Suiza, junto al lago Lemán.

Al terminar el colegio, Rindt empezó a interesarse por el mundo del motor que, consecuentemente (o no tanto) también empezó a interesarse por él. En 1964, Ford Austria le dio su primera oportunidad, dándole los medios necesarios para disputar dos carreras en Inglaterra en las que venció al entonces campeón del mundo, Graham Hill.

Sus buenos resultados le llevaron a ser compañero de equipo de Bruce Mc Laren (curiosamente, también fallecido en 1970, unos meses antes que Rindt). Su equipo de entonces, Cooper, no era excesivamente potente, pero Rindt se las arregló para ser el cuarto en el Gran Premio de Alemania y el sexto en el Gran Premio de los Estados Unidos.

Rindt era un conductor muy rápido, famoso por sus buenos reflejos. Sin embargo, no fue hasta la temporada de 1969, cuando fichó por Lotus cuando, según los que entienden de esto, encontró un coche que le permitió sacar partido de sus habilidades. Durante la penúltima temporada de la década de los sesenta su carrera despegó y, en el mismo año en que el hombre conquistaba la Luna, Rindt ganó el Grand Prix de los Estados Unidos en el circuito de Watkins Glen. Al año siguiente, 1970, Rindt, imparable, empezó ganando en Mónaco y, ya en racha, ganó el Gran Premio de Holanda, de Francia, de Gran Bretaña y de Alemania.

El 5 de Septiembre de 1970 fue un día fatídico. El día anterior, en Monza, cerca de Milán, durante los entrenamientos, él y sus compañeros de equipo habían acordado practicarles algunas modificaciones a sus coches, al objeto de ganar velocidad. Consiguieron con estos cambios alcanzar una velocidad potencial de 330 Km/h. Sin embargo, ya en la fase de clasificación, Rindt se había quejado de que su coche no funcionaba bien. A veces, una de las ruedas se bloqueaba y le obligaba a ir en zigzag.  Durante el entrenamiento del 5 de Septiembre, al tomar la curva “parabólica” del circuito de Monza, el coche de Rindt no pudo girar y se estrelló contra un muro. Rindt se rompió las piernas y algunas piezas del coche se le clavaron en el pecho y en el abdómen. A pesar de todos los intentos que se hicieron por salvarlo, Rindt murió una hora después y fue enterrado en el Cementerio Central de la ciudad de Graz. Tenía solamente 28 años y dejaba viuda (la finlandesa Nina Lincoln, con la que se había casado en 1967) y una hija de corta edad, llamada Natascha.

Pero sobre todo, Rindt dejó una honda huella en su país de adopción, que aún le recuerda con cariño.

Curiosamente, Jochen Rindt es el único campeón del mundo que lo ha sido a título póstumo. El trofeo le fue entregado a su esposa Nina en 1970. También cuenta con una canción, que compuso Udo Jürgens como homenaje y que se llama “Der Champion” así como una calle en Viena en el distrito 23.

(Naturalmente, todas las informaciones que se contienen en este post, están tomadas de los artículos correspondientes de la Wikipedia)

1 comentario:

La chica de la farmacia dijo...

Muchas cosas de este artículo ya las sabía (excepto lo de la calle con su nombre y la canción que le compusieron). No recuerdo si alguna vez vi algún informe o cómo lo supe.
Deporte de riesgo si los hay. Aún recuerdo la muerte de Ayrton Senna y se me hiela la sangre. Qué día más terrible.
Hace 16 años de ese accidente y aún hoy en Latinoamérica, y no sólo los brasileros, lo recordamos como lo que fue, un héroe. No me extraña que allí recuerden igual a Jochen Rindt.
Interesante nota, sobre todo para los que disfrutamos este deporte.
Un beso.