18 de Septiembre.- A finales del siglo III de nuestra era, el imperio romano noe staba para muchas fiestas. Las guerras de conquista, que proporcionaron metales preciosos y capital humano desde finales del siglo I a.C. habían ido cesando poco a poco y el Imperio se había convertido en una gigantesca entidad cuya unidad, poco a poco, empezaba a ser sacudida por tendencias centrífugas.
La sucesión de los emperadores se convirtió en un juego de intrigas y cuartelazos que no tenía nada que envidiar a los de cualquier república bananera y las tribus bárbaras del norte empezaron a hacer una presión cada vez mayor sobre las fronteras del mundo romano. Por ejemplo sobre el Rhin, una de las barreras naturales que protegía la latinidad del avance de las tribus germanas.
Un día de septiembre de finales del siglo III, los bárbaros cruzaron el río y se adentraron con toda facilidad por el territorio desprotegido del imperio (las legiones más importantes estaban en Asia menor, combatiendo un levantamiento). Los bárbaros no lo sabían, pero habían abierto un melón que llevaría a los europeos a la Edad Media.
La población, aterrorizada e indefensa, escondió sus objetos de valor como mejor pudo. Algunos, enterraron sus pocas pertenencias en lugares a los que pensaban que no llegaría el frenesí rapaz de los atacantes; otros, llenaron barriles con objetos preciosos y los hundieron en los meandros del Rhin.
Los bárbaros sin embargo consiguieron robar muchos objetos y, perseguidos por los romanos, consiguieron ponerlos a salvo en carros y balsas, cruzando de nuevo el río e internándose en los entonces tupidos bosques germanos. Sin embargo, algunas balsas fueron hundidas, algunos tesoros olvidados por sus propietarios y, en los setenta del siglo pasado, fueron recobrados, casi diecisiete siglos después, durante labores de drenaje.
Algunos de los hallazgos se exponen hasta el 30 de noviembre en la localidad de Mistelbach en un museo casi de bolsillo que hará las delicias de los buscadores de maravillas ocultas. Yo estuve el domingo pasado y me enteré de estas cosas que he contado y de algunas otras más. Aquí dejo unas cuantas fotos de las piezas más sobresalientes de la exposición. Algunas, las más hermosas, están mutiladas porque, obviamente, los bárbaros repartían el botín a escote y, si había un vaso de plata especialmente pesado, lo serraban por la mitad y un trozo para un bárbaro y otro para otro. Pero en general, las piezas están en admirable estado de conservación e incluso hay candados encontrados junto con los restos que, una vez despojados de la herrumbre, funcionan aún perfectamente. A ver si el portátil en que escribo funciona lo mismo en dieciocho siglos…
Exposición: Der Barbaren Schatz; MZM Museumzentrum Mistelbach
Museum Lebenswelt Weinviertel & Hermann Nitsch Museum
Waldstrasse 44-46
2130 Mistelbach
Niederösterreich
3 comentarios:
Qué bonitas!
Y,¿se pueden hacer fotos?. Aquí hay una epidemia, cualquier museo... pequeño o grande... no quiere que hagas fotos.
Para "bárbara" la velada interétnica de ayer!:))
Hola a los dos!
A Landahlauts: la verdad es que yo hice fotos y no me dijeron nada. Aquí, normalmente se pueden hacer fotos sin flash, porque no estropean nada.
A Duke: I tell you already! Esa competición de levantamiento de jarra...jajajaja
Saludos
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