Hablando de bestias (*): Auxiliar


auxiliar2.
(Del lat. auxiliāre).
1. tr. Dar auxilio.
2. tr. Ayudar a bien morir.
3. tr. Gram. Dicho de un verbo: Intervenir en la formación de los tiempos compuestos de la conjugación, las perífrasis verbales y ciertas construcciones pasivas.


“En el escrito de acusación, el fiscal relata que Paulino O.R. era el encargado de preparar, elaborar, custodiar y corregir los exámenes de acceso al Cuerpo y Promoción Interna de otros cargos del Instituto Armado.  Entre sus cometidos figuraba también el de auxiliar y vigilar los exámenes hasta su traslado a Baeza (Jaén), donde se celebraban las pruebas.”

Leido en la edición digital de 20 Minutos


Tal como está redactado el párrafo, parece que Paulino O.R., el presunto, tenía entre sus funciones una muy extraña: “auxiliar los exámenes” o, mejor dicho, “a los exámenes”. Dada la escasa movilidad propia que tienen los papeles escritos, es obvio que Paulino debía de encargarse de recogerlos del suelo cuando se caían. Porque es bastante dudoso que los acompañase en el tránsito de entregar su alma al creador.

De cualquier manera, parece que el escribidor quería decir algo parecido a esto (ahorro a mis lectores la primera frase):

“...Entre sus cometidos figuraba también el de realizar labores de auxiliar (o labores auxiliares) tales como custodiar los exámenes hasta su traslado a Baeza (Jaén) donde se celebraban las pruebas”.



(*) El nombre de esta sección viene de una anécdota familiar. Un día, siendo yo un adolescente, subió a mi casa un amigo mío cuyo padre era repartidor de una marca de yougures. El buen hombre estaba de baja y no podía moverse de la cama. Hacía poco que habíamos estado en el zoo, y este amigo nos había acompañado. Total: que si el zoo para arriba, el zoo para abajo, los animales esto, los animales lo otro y, de pronto, dice mi madre:

-Oye, y hablando de bestias ¿Cómo está tu padre?



Se hizo un silencio en el que no sabíamos si reirnos (el padre del chaval no brillaba por sus luces, precisamente) o echarle un capote a mi pobre madre, que tampoco sabía como salir del embolado.
Cuando mi amigo salió por la puerta, nos tuvimos que sentar todos para no sentarnos en el suelo de la risa.

No hay comentarios: