Ventajas de viajar en tren (2/2): La fruta prohibida

El alcalde de Viena, Herr Häupl (izda.) y el candidato ultraderechista Heinz Christian Strache (dcha.) durante un debate de la reciente campaña electoral (foto:www.diepresse.at)



13 de Diciembre.- Mientras el paisaje nevado de las estribaciones de los Alpes salía incesantemente al encuentro del tren, yo seguía profundizando en el libro del profesor Ottomeyer.

Una de cuyas virtudes (del libro y, me parece, del profesor como persona) es decir cosas muy complejas de una manera que todo el mundo pueda entenderlas.  En esta línea, el profesor Ottomeyer explica el actual auge de la ultraderecha populista en Austria no sólo pero, en gran parte, por el uso de un mecanismo psicológico colectivo que es bastante ajeno a las culturas del sur (por lo menos a la española) pero que es moneda corriente en la prensa filoultra de aquí.


El profesor Ottomeyer, siguiendo a otros autores que se han ocupado de la psicología del autoritarismo, lo llama el Mecanismo de la Fruta Prohibida; algo a lo que, los que vivimos aquí y tenemos que sufrir la prensa diaria, estamos acostumbradísimos.

Consiste básicamente en estimular la ira del oyente apelando a dos de las bajas pasiones más poderosas en el comportamiento humano: la codicia y el victimismo (laten bajo todos los nacionalismos) de la manera siguiente: Los X –póngase aquí un grupo suficientemente homogéneo y que el receptor identifique como ajeno o extranjero, fremd en alemán- disfrutan de tales y tales prebendas o riquezas mientras nosotros, los nacionales, nos pudrimos en la pobreza.

Al leer este mecanismo, explicado así, al que escribe esto le vinieron a la cabeza un sinfín de ejemplos y se dio la típica torta en la frente al preguntarse cómo, estando tan claro, siendo tan evidente, no se le había ocurrido antes a él mismo.

Para que este mecanismo funcione, por supuesto, tiene que ser muy fuerte el sentido de identidad del grupo (lo que Ottomeyer llama el Wir-gefühl o, forzando el castellano, “sentimiento de nosotrosidad”).  Factor que, por cierto, quizá explique que esto sólo se dé en España en medios nacionalistas como el vasco o el catalán. Un ejemplo claro sería la argumentación de las reivindicaciones presupuestarias del nacionalismo catalán en frases de la forma: “Mientras nosotros, los catalanes fetén, que trabajamos honradamente, nos rompemos el espinazo para ganar dinero, ese dinero no se invierte en Cataluña para la mejora de la calidad de vida de nuestros hijos, sino que sirve para subsidiar a los andaluces y a los extremeños que, como todo el mundo sabe, son unos vagos que no pegan un sello”.

A cualquiera que haya tenido que sufrir en sus propias carnes la reciente campaña a la alcaldía vienesa le vendrán a la cabeza ejemplos cientouno sacados de la propaganda del FPÖ. Leyendas urbanas en su mayoría que no resisten el más mínimo análisis pero ante las cuales la gente es incapaz, y cuando digo incapaz es incapaz, de conservar la racionalidad. Pongo aquí sólo dos ejemplos: “El Partido Socialista ha entregado las Gemeindebau –viviendas sociales- a los extranjeros, mientras que hay miles de austriacos que viven en la pobreza y no pueden pagarse una vivienda”. Hecho manifiestamente falso porque hay un porcentaje máximo fijado por ley de extranjeros que pueden vivir en un bloque social.

Otro ejemplo: la semana pasada, un titular del Heute (periódico dependiente de la empresa que publica el Kronen Zeitung, totem de la derecha tradicionalista austriaca y el corralito ideológico en el que se mueven la mayoría de los lectores de periódicos de este país) decía, textualmente “Los funcionarios de la Unión Europea se lo montan bien: tienen cincuenta días de vacaciones”.

Titulares como este son cíclicos tanto en el KZ como en el Heute y expresan el feroz antieuropeismo de los medios ultras austriacos.

Naturalmente, tanto en el caso de los extranjeros que usurpan las viviendas sociales (o cuyos hijos perciben ayudas del estado austriaco aunque vivan en Turquía) como en el de los funcionarios de la UE que se dan la gran vida mientras los austriacos sufren el yugo de la miseria, los creadores de opinión dejan a la elección del lector el curso de acción que el Gobierno debería seguir ¿Deportación? ¿Concentración? ¿Cierre de fronteras?

Elige tu propia aventura.

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