11 de Enero.- Después de casi tres meses, mis lectores se preguntarán ¿Dónde está Strache? ¿Será que, decepcionado del mundo, del diablo y de sus pompas se ha retirado a una cartuja? Trabajando (“hasta la extenuidad” que diría el castizo) por los ciudadanos vieneses como prometió durante su campaña electoral última, seguro que no está. El caso es que le dejamos así
y le encontramos...
Así: ni más ni menos que frente al muro de las lamentaciones, en Jerusalem. Sí: Heinz Christian Strache, el mismito que viste y calza relojes de a 30.000 euros la pieza está en Israel, según informa el prestigioso semanario austriaco Profil. La revista, en su número de esta semana, explica las claves, las llaves, los cuándos, los cómos y porqués de un viaje tan poco previsible en alguien que ha coqueteado tanto con el lado más salvaje de la vida.
Si hay que hacerle caso a Profil, la culpa la tiene un millonario de nacionalidad germano-suiza llamado Brinkmann. Dicho señor, el cual ha recavado la amistad de Strache en los últimos tiempos, estaría interesado en construir un movimiento paneuropeo de carácter ultra con dos objetivos fundamentales: catalizar el anti-islamismo y el movimiento anti-mezquitas-con-minaretes y, dos, impedir la entrada en la Unión Europea de la temida Turquía. ¿Y qué pintan los hebreos en todo este fregado? De nuevo, dos cosas: Strache estaría interesado en un lavado de imagen de cara a su entrada en un gobierno cuya existencia, habida cuenta de sus últimos resultados electorales, resulta plausible en un futuro a dos o tres años vista (Dios lo remedie). En ese caso, a nadie le interesaría que ese gabinete fuera torpedeado a causa del antisemitismo de uno de sus miembros más conspícuos.
En segundo lugar, resulta evidente que, en este momento, los políticos más acrisoladamente anti-musulmanes están en el ala más dura de la política israelí. Para llevarse al huerto a los payicos de la kipa, Strache no ha dudado ni un segundo en poner cara de inocencia cuando un equipo de televisión israelí le ha preguntado recientemente por sus juegos de guerra juveniles, sus saludos a la romana y sus contactos con los esquínjes.
No todo el mundo, sin embargo, está contento con esta nueva moda que se ha instalado en la ultraderecha europea. Jean Marie Le Pen, el pope cerril del neofascismo galo, ha declarado que, a los líderes ultras europeos que están flirteando con políticos israelíes se les tenía que caer la cara de vergüenza. Asimismo, la carta abierta que Strache ha publicado en el periódico interno de su partido, en la que justificaba su viaje a Israel, ha aterrizado rápidamente en las páginas preferidas del público que gasta el pelo al uno y las botas Doc Martens de punta de acero.
Los hinchas más acérrimos de la raza aria han manifestado su disgusto por lo que consideran la traición del único político que les representaba (a medias). La opinión del stablishment Strachista, expresada por uno de sus colaboradores, es que “no están los tiempos para hacer ascos y que, los que están vetados –en el límpido territorio de los partidos más ortodoxos, se entiende- no tienen por qué vetar a nadie”.
Mis lectores, en cualquier caso, no tienen por qué asustarse (aún) porque el tiempo en que reine algo de paz en el gallinero ultra europeo parecen estar lejos. El último intento de presentar un frente común en el parlamento de la Unión terminó como el rosario de la aurora al ser acusado su jefe de negación del holocausto y, por lo tanto, llevado ante la justicia. Asimismo, el grupo se disolvió por tensiones entre los ultras franceses e italianos y los ultras rumanos, que se tiraron los trastos a la cabeza debido al asunto de las deportaciones, digoooo, los viajes en bus a Rumanía organizados por el gobierno Sarkozy.
En fin, seguiremos informando.
2 comentarios:
Paco: Paso de política. No nos pongas el listón tan alto.
Pero como te leo practicamente todos los días, aunque no sepa que decir, te mando el beso de rigor.
Hola Chus:
Besos también. Creo, en cualquier caso, que saber por qué pasan las cosas es importante.
En cualquier caso, se agradece que estés ahí.
Cuidate
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