El escritor peruano Jaime Bayly en una foto promocional
Para J. Insausti, amistosamente, de miembro a miembro de la fraternidad sin fronteras de los lectores
10 de Enero.- Uno de los lugares comunes cuando se habla de Raphael es eso de:
-No, si un chorro de voz sí que tiene. Pero es que a mí, sólo verle gesticular, me da dolor de estómago.
Y es que a veces sucede que la idea que tenemos de un artista como persona resulta fundamental para el disfrute de su obra.
A mí, por ejemplo, me pasa con los escritores.
Envidio a los jóvenes que pueden enfrentarse sin prejuicios a los libros de Vargas Llosa, por ejemplo, sin tener presente el perpétuo aire de ratoncito sabihondo que ostenta invariablemente el flamante premio Nóbel. Y qué decir de aquellos que, cándidos, se acercan con la mente vírgen a los libros de Cela, sin acordarse del anciano obeso y perpétuamente ceñudo de sus últimos tiempos (por cierto: últimamente se ha reeditado “Pabellón de Reposo”, que es espléndido).
Imposible resulta leer los artículos o los libros de Juan Manuel de Prada sin tener en cuenta que es uno de los seres peor dotados para las relaciones públicas de las letras hispanoamericanas o, para los que tenemos una edad, disfrutar de las obras más salvables de Antonio Gala (Sonetos de la Zubia, Anillos para una Dama...) sin acordarnos de las imitaciones mil que ha sufrido, por parte de humoristas de toda laya, el diestro cordobés. Y estoy seguro de que la omnipresencia mediática de Boris Izaguirre impide a la mayoría de mis lectores ver con imparcialidad al escritor fino y profundo que es.
Por no hacer largo el cuento, un tanto de lo mismo me pasaba a mí hasta el viernes con Jaime Bayly, autor peruano que, a finales del siglo pasado, me dejó bastante perplejo con su novela “No se lo digas a nadie” –digo lo de la perplejidad porque, tras leer el libro, me parecieron pocas nueces para el ruido mediático que armó-.
El viernes, sin embargo recibí de un atento amigo un sobre conteniendo “El canalla sentimental”, un libro que abrí con todos los prejuicios pero que me hizo abandonarlos todos, sin ningún tipo de cargo de conciencia, al llegar a la página diez.
El libro de Jaime Bayly es, no sólo sumamente entretenido, sino, además, muy gracioso. Lleno de una ironía cansada que se agradece horrores durante estas tardes vienesas en las que se echa tanto de menos la luz del sol.
Cuenta la novela, al estilo de las pelis de Nani Moretti, la vida de un alter ego del escritor, llamado Jaime Baylys. Un señor bisexual, con vida personal algo revuelta y una vida laboral directamente enloquecida gracias a la cual (o por culpa de) se pasa el tiempo subido en aviones, durmiendo en frías camas de hotel y arrastrándose por los platós polvorientos de las televisiones de media América Latina.
A lo largo de la peripecia que se narra en el libro, uno no tiene más remedio que simpatizar con este hombre difícil, reirse con sus pequeñas miserias (de las que él también se ríe) y sentarse con él a mirar el curioso espectáculo de un mundo en el que solamente el escritor y, nosotros, sus lectores, somos los únicos que nos hemos dado cuenta de que la batalla ha terminado y los ideales han quedado hechos confetti por culpa de las groseras urgencias del día a día.
3 comentarios:
Pues mira Paco de todos los escritores que has nombrado, su imagen no influye negativamente en mi para leer algo suyo. Del único que no leería nada por muy fino y buen escritor que digas es del Boris Izaguirre y no por su imagen sino por lo tonto que me ha parecido siempre en sus apariciones televisivas.
Un abrazo
Muchas gracias por la dedicatoria Paco. Tambien queria felicitarte por el modo en que expresas tu ideas. Estoy totalmente de acuerdo en que la imagen de un artista influye y mucho a la hora de ver su obra, incluso hasta el punto de no querer saber nada de una artista solo por alguna frase que ha salido por television. Cuando lei el canalla sentimental no tenia ni idea de quien era Jaime Bayly (ahora tampoco mucha) asi que no me condiciona la lectura gracias a dios. Un saludo y sigue asi.
Hola a los dos y gracias por vuestros comentarios.
A Chus: te recomiendo un libro de Boris Izaguirre que se llama "Morir de Glamour". Es un libro interesantísimo, documentado, y muy bien escrito (y además, barato, Planeta Booklet, seis euros, creo). Y no llevo comisión jajajaja.
A J.: gracias por la felicitación y, otra vez, gracias por le libro. Un abrazo.
Saludos
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