Catalina, Sebastián y el idiolecto

Fuente de Cantos, iglesia de la Virgen de la Hermosa (foto: Aurelio Mena Romero)



16 de Febrero.- Querida Ainara: Cuenta Terenci Moix en sus memorias que, en la segunda mitad de la década de los sesenta del siglo pasado, cuando la televisión comenzó a ser un electrodoméstico común en los cuartos de estar de toda España, empezó la demolición paulatina de los acentos regionales. Leí los libros hace muchos años pero me quedó en la memoria la imagen que usaba Moix de que la gente “empezó de pronto a hablar como el hombre del tiempo”.


Es cierto que los acentos de las diferentes regiones españolas se siguen conservando, pero tengo para mí que el proceso de uniformización del vocabulario y de la articulación es imparable. Los ancianos, Ainara, más o menos hasta la edad de tu abuelo (que aún no lo es) son los que conservan aún lo poco que queda de diversidad en una cultura que, cada vez más, se mueve por los mismos impulsos y se divierte con las mismas cosas.

Escuchar hablar a tu bisabuela María, Ainara, era un placer en ese sentido. A pesar de su dependencia constante de la radio conservó durante toda su vida un dialecto extremeño quizá algo despojado de “la música” que tanto nos hacía reir a tu padre y a mí en otros hablantes, pero lleno del sabor que le daba un vocabulario que se remontaba al siglo XVI. Tu bisabuela, Ainara, sin saberlo, hablaba a veces como en el Lazarillo. Vamos, que Santa Teresa y ella hubieran podido tomarse un café juntas y contarse sus cosas, y se hubieran entendido perfectamente.

Del vocabulario de tu abuela (lo que los filólogos llaman “el idiolecto”) nos han quedado en la familia algunas expresiones que usamos constantemente –creo que más yo que tu padre-; ayer, por ejemplo, charlando con tu abuela a medio día, al hilo de la conversación, surgió la ocasión de utilizar un latiguillo que tu bisabuela utilizaba siempre que alguien hacía una afirmación descarada o imprudente sin conocer del todo las circunstancias reales de una situación.

Tu bisabuela, entonces, movía la cabeza y decía sentenciosamente:

“Si supieras, Catalina, los caminos como están”.

Como queriéndole decir a su interlocutor “Si de verdad fulanit@ supiera lo que pasa, no diría tantas tonterías”.

Pues bien: yo siempre pensé que esta expresión era parte de una zarzuela o algo así, pero (gracias a Dios existe Google) he encontrado que se trata de una copla tradicional de la zona de la meseta (la he encontrado referida en un libro de antropología que habla del área cercana a Teruel) y que sigue así:

Si supieras, Catalina, los caminos como están.
Todos llenitos de barro. Ya te entiendo, Sebastián.

Hay otra versión en la que Catalina y Sebastián sostienen un diálogo que se ajusta más a la búsqueda de complicidad que animaba a tu bisabuela a decir esto.

Si supieras, Catalina, los caminos como están.
Tú me entiendes, Catalina. Yo te entiendo, Sebastián.

Cualquiera de las dos es bonita y tiene un sabor antiguo que a mí, personalmente, me trae recuerdos de mi infancia.

Besos de tu tío.

4 comentarios:

amelche dijo...

Tienes razón: por una parte, los medios de comunicación fijan el idioma y así impiden que evolucione a otra lengua, como el latín evolucionó a muchas lenguas, pero, al mismo tiempo, esa uniformidad hace que se pierdan características únicas de cada región.

emejota dijo...

Me ha gustado como están estos caminos. Un fuerte abrazo.

Chus dijo...

Hola Paco: Me alegro que ya estes bien.

Me encantan las cartas a tu sobrina, menuda suerte tiene y no veas lo que la van a gustar cuando tenga 14 o 15 años y comprenda muchas cosas. Te voy a dar una idea. Yo se las encuadernaría, como si fuera un libro, es un recuerdo precioso y si en cada entrada le añades una foto que tenga algo que ver pues mejor que mejor, por ejemplo en esta entrada yo la pondría una foto de la bisabuela.

Bueno comentando el post, te diré que en la casa del pueblo, tenemos una mujer que nos va a limpiar de vez en cuando y nos encanta hablar con ella, su marido tiene ovejas, muchas, viven bueno malviven de ello porque ahora las ovejas ya no dan casi dinero y la lana casi la tienen que tirar, no es como antes que la vendían para los colchones. Pues lo que te decía a mi marido y a mi nos encanta hablar con ella por las historias que nos cuenta y el vocabulario que emplea, no te lo vas a creer, pero habla como los libros de Miguel Delibes, si, si, emplea muchas palabras que solo encuentras en sus libros.

Un besito, que me he enrollado de mala manera

Paco Bernal dijo...

Hola:

A Amelche:se ve sobre todo en los críos, que hablan todos como en la tele y dicen las mismas cosas (supongo que como nosotros cuando entonces).

A Chus: he pensado lo del libro, aunque como siga a este ritmo de produción va a tener que ser por tomos jajaja. No: en serio: lo haré.
De la gente mayor: por ejemplo, la nueva académica de la Lengua (Fernández Ordónyez, sobrina del político) se ha dedicado a grabar a gente mayor para que no se pierda su dialecto. Es algo muy bonito y muy necesario, creo yo.

A Emejota: me alegro de que haya gustado :-)