Austriacos en Japón

13 de Marzo.- Mientras, al otro lado del mundo, la tierra temblaba, yo estaba en Innsbruck disfrutando del inigualable paisaje tirolés.

Las terribles noticias llegaban, muy a mi pesar, por la radio del coche, permanentemente sintonizada en la emisora pública del Tirol. En una de las conexiones con la zona catastrófica, el presidente de la Asociación de Austriacos en Japón. Escucharle, encogía el corazón. 

El caballero, audiblemente emocionado, explicaba las terribles consecuencias de los seismos que habían asolado el archipiélago nipón. Con un nudo en la garganta, le escuchábamos describir el horroroso panorama de un país que sufre la peor crisis desde la segunda guerra mundial. Con la sangre helada, escuchábamos cómo las centrales nucleares, el alma del milagro económico japonés, tenían la seguridad del país en vilo. A mí, por la parte que me toca, se me escapó una lágrima cuando aquel hombre, tan lejos de su familia, explicaba que había intentado salir de Japón pero que las carreteras estaban colapsadas por la gente que, impotente, trataba de huir de la castástrofe. 

Cuando el locutor devolvió la conexión, en el habitáculo del coche se hubiera podido oir el ruido de un alfiler que se hubiera caido al suelo. Continuó la música sin embargo, y la primera canción que pusiero fue esta. En fin: podían haber elegido otra (*)

(*) Para mis lectores no germanoparlantes, el estribillo dice: "Quiero volverme a casa, aquí me siento tan solo; no necesito el gran mundo, me quiero volver a Fürstenfeld" que es una localidad de Estiria. 

2 comentarios:

Isabel Maria dijo...

Hola guapo yo desde que paso lo del terremoto, estoy fatal sólo de pensar que puede pasar algo y que estas lejos o cuando tu hermano va Alemania, me muero de pensarlo, espero que sólo sea mieditis un beso

Chus dijo...

Isabel, tranquila, ni Austria ni Alemania, son zonas de terremotos. Tenemos mas peligro nosotros en España, que ellos.

Paco, te diré que un amigo de mi hijo le ha cogido el terremoto allí y dice que han exagerado un montón, que en las entrevistas solo ponen el morbo que vende.

Lo ha vivido el en persona.

Un abrazo