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5 de Marzo.- Cuando se hacen tantas fotos como yo hago, ver los archivos de uno es como consultar una especie de diario visual. Por un lado, resulta agradable volver a los lugares del pasado en donde uno estuvo y también poder hacerlo con tanto detalle. Pero por otro resulta también desasosegante ver hasta qué punto uno cometía errores en el encuadre, en la iluminación. Mirar atrás es, en esos casos, una lección de humildad.
Cuando hice la mayoría de mis primeras fotos colgadas en Flickr –para sustos seguros, ir a las primeras páginas del album- no tenía ni idea de edición digital. Ahora, tengo un poquito más, pero tampoco mucha. La edición digital plantea, bajo mi punto de vista, un problema que ni George Lucas ni yo hemos sabido resolver: o sea, el problema de no retocar tanto una foto que deje de ser „auténtica“ o reconocible. Por otro lado, tanto George Lucas como yo nos hemos dado cuenta de que la edición digital permite hacer con las fotos lo que los cocineros logran por medio de las salsas: disimular aquellas cosas en las que no estuvimos muy finos sobre el terreno y, por qué no, rentabilizar tomas que, en algún momento, tiramos a la papelera.
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Las fotos que ilustran este post son todas vintage retocado. Fotografías hechas con una cámara compacta (mi vieja IXUS) y retocadas mediante un sencillísimo programa gratuito que ofrece Flickr. Se llama Picnik y permite hacer cuatro cosillas. Cuatro cosillas sin embargo que, combinadas, pueden hacer que una foto que de otra forma sería para tirar, termine siendo una bonita ilustración para una tarde de sábado. Más ejemplos, aquí.
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1 comentario:
Gracias, sigo aprendiendo. Lo probare. Un fuerte abrazo desde Frankfurt am Main, que ando abueleando.
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