A vueltas con la fotografía deportiva



27 de Marzo.- Uno de los consuelos de los que tenemos la manía de fotografiar desconocidos son las competiciones deportivas. Al amparo del anonimato que garantizan las multitudes reunidas, podemos sacar la réflex y ¡Pimba! Disparar a lo que se nos antoje. Con la ventaja de que el sujeto, si la cosa se hace bien, no se cosca del asunto; lo cual siempre es una ganancia para el resultado final.

La fotografía de acontecimientos deportivos exige un dedo rápido sobre el disparador y una cierta capacidad de anticipación. También hace falta un cierto equipamiento. Si la cosa se aborda con una réflex, lo ideal es de disponer de un teleobjetivo o de una lente con un zoom en condiciones (los profesionales tienen unos cacharros que fomentan la fama de que los objetivos son ese complemento típicamente fálico de cuya longitud, aunque sea inconscientemente, se termina presumiendo). 



Todas las fotos que ilustran este post, menos la última, están hechas con mi viejo objetivo Canon 100-200 mm que tantas y tantas alegrías me ha dado desde que me lo compré en una tienda de segunda mano. La penúltima foto, la hice el domingo pasado, en la Media Maratón de Wien Energie, y está hecha con mi nuevo teleobjetivo de 300, con el que se pueden fotografiar, señoras y señores, hasta los pensamientos. Y la última, es fruto de una excursión dominical con mi vieja IXUS compacta.

Hasta aquí, lo que toca a la técnica, pero también es cierto que la fotografía de asuntos deportivos plantea una serie de interesantes intríngulis estéticos. 


La mayoría de lo (poco) que sé del asunto lo aprendí de la realizadora alemana Leni Riefenstahl, a la que no conocí personalmente, por cierto; pero que dejó un documental estupendo sobre la realización de una de sus obras más famosas: la película sobre los juegos olímpicos de 1936. Al margen de que Riefenstahl, que en paz descanse, era un poco nazi, no se le puede negar un ojo insuperable para la fotografía deportiva y, en general, para la creación de imágenes icónicas y potentísimas. La mayoría de lo que inventó para sus dos películas olímpicas se ha convertido hoy en un estándar. Yo he estudiado los documentales (que son una gozada) y he visto las películas un par de veces como deben verse para aprender: esto es, apuntando mentalmente todas las cosas que me llamaban la atención.




Una de las reflexiones que hacía Riefensthal en el transcurso de los documentales es que es muy difícil hacer fotos interesantes de ciertas disciplinas deportivas. Por ejemplo, del maratón. Fotografiar gente corriendo es un reto constante para la fantasía por las propias características de la competición. Es un esfuerzo lineal y constante, que se realiza sobre un solo plano, no hay movimientos espectaculares. Así pues, hay que apañárselas porque hay muy pocos elementos posibles de los cuales se pueda extraer la “energía” necesaria para que una foto quede resultona. A mi juicio estos elementos son tres: el ángulo de tiro de la foto, la cara del atleta y la composición de la imagen. Fuera de esos tres elementos (combinados con los recursos expresivos que da la edición con la luz y el color) las fotos de corredores son habas contadas.



1 comentario:

María dijo...

¡Hala! ¿Y si nos das los consejos... Yo soy experta en partidos de futbol playeros. Ja,ja.
Experta en hacer fotos a todo el resto menos al partido.