En brazos de la mujer madura

Archivo VD

7 de Julio.- Hubo una época en que no había verano completo sin posado playero de Ana García Obregón.

Eran tiempos (ay) de vacas gordas en los que parecía normal que, para contribuir al ambiente festivo general, todos hiciéramos ostentación de lo que teníamos.
Y Obregón, cuyo principal talento, según las malas lenguas, no pasaba del de ser la hija de uno de los constructores más forrados del tardofranquismo, nos ofrecía cada año, con una tenacidad que tenía algo de conmovedora, los resultados de su particular batalla contra la ley más implacable de todas: la de la gravedad.
Muchos eran los que encontraban risible esta costumbre anual de someter a peritaje fotográfico la firmeza de sus carnes morenas y, de manera muy machista, reprochaban a la Sra. García que, como hacen muchos de sus colegas varones, ella se acogiese tozudamente a ese refrán oriental que dice que uno tiene la edad de la persona a la que ama. Con el paso de los años, Obregón se ha emparejado con hombres de biografía cada vez más breve, con el denominador común de un pasado presumiblemente turbulento y una dotación bajoventral apta para ser exhibida en cualquier portada de Interviú.
En Austria, sin embargo, el fenómeno presenta otra cara y no hay verano completo sin robado-pactado de la pareja Fiona Swarovsky-Karl Heinz Grasser.
Por supuesto, Fiona no es Ana García Obregón (aunque sus cuentas bancarias son, seguramente, homologables) y Karl Heinz Grasser no se gana la vida dejando que el mujerío le meta en el tanga billetes de diez euros en cualquier tugurio poligonero, pero los teleobjetivos les persiguen igual de hambrientos mientras tratan de olvidarse de sus cuitas en cualquier playa del Mediterráneo. Ella, dejando que el sol le dore los pechos algo flácidos; él, demostrando que estar encausado por diversos presuntos delitos de corrupción no es óbice para dejar de exhibir, cada verano, un cuerpo apolíneo.
Es la de Fiona y Karl una pareja que los medios austriacos contemplan con una cierta sonrisa condescendiente.
No se dice, por supuesto, pero para el caso es como si Karl Heinz fuese uno de los jovencitos neumáticos que Ana Obregón adquiere en el supermercado turbio de la noche.
En este caso, sin embargo, la diferencia de edad existente entre los dos (apenas cuatro años a favor de él, según la Wikipedia) no es vista como un menoscabo de la imágen de Fiona, sino como un desdoro de la virilidad de KHG, cuyos intentos de defender en público lo mucho que quiere a su santa esposa son ridiculizados de la manera más cruel.
Por supuesto, los ataques a KHG tienen todo el fundamento en el terreno de lo político. El exministro de finanzas austriaco representa lo peor del faldicortismo ético que se enseñoreó de este país durante la siniestra coalición Schüssel-Haider pero, a pesar de eso, en los ataques ad hominem que se le infligen hay un desagradable tufillo machista. Como Grasser mismo (y dejo a mis lectores que juzguen sobre la categoría del personaje) quizá su principal delito no ha sido el latrocinio a cuatro manos, sino el ser “demasiado guapo, demasiado rico y demasiado poderoso”.
Ahí queda eso.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Reconozco que albergo (no pocos) prejuicios contra el interfecto (su biografía demuestra que es un trepa dispuesto a traicionar a quien haga falta cuando más convenga: Haider,ÖVP, Fiona?),pero lo cierto es que en los últimos años cuesta encontrar un caso de corrupción en el que no aparezca su nombre. Creo que el pecado que le achacas (demasiado guapo, rico, y poderoso) no es sino un nuevo disfraz para el viejo argumento que todos hemos usado alguna vez para escaparnos de la bronca paterna: Es que me tienen manía (o envidia). No Karl Heinz, no es manía ni envidia, lo que sucede es que cuando el río de los casos de corrupción suena, todo el mundo asume que agua lleva.

En cuanto a su relación con Frau cristales, nada que comentar.

Un abrazo

Maite (Mai) dijo...

Querido Paco,

Tengo serios indicios -un cosquilleo en el estómago- de que yo, en otra vida, regenté la portería de una finca importante porque hay cosillas, que sin ser docta en política y menos en lengua guiri que de la misa la media o algo peor, digo, que hay cosillas que a mí se me dan como que hay mucha mano negra en el retrete...

Recuerdo el año en que aterricé en este país y lo primero que me encontré fue una publicidad con destinos para visitar donde decía algo al estilo "aquí no hay Mozart" temazo que comprendí en el primer paseo por el Spar porque hasta el ketchup llevaba la cara del Wolferl... ese año donde tuvimos a Mozart hasta en la sopa... pues con un par de esas que anda tostando de aquí pa'ya la tía le dijo al Gottschalk en el qué te apuestas que Salzburg celebraba el centenario de su nacimiento... y tan pancha, que por aquel entonces su mari'o era ministro y a ambos se la trajo fresca..

En mi humilde y precaria opinión, aderezada con ese puntico de "razón en portería" creo que hay mucha, pero que mucha tirria por esta pareja que se la trae todo al fresco. Se pasan a todos por el forro del terciopelo y van de super guais porque les da la gana. Las malas lenguas dicen que antes de entrar en un salón, se les oye mucho antes de verlos y en este momento a más de la mitad de la sala le entra el sarampión...

Así que me temo que hay quién va a por la parejilla a saco y la Fiona es mucho más intocable que el Grasser que como todos los adinerados en superlativo tienen mierda en las cajas fuertes para abonar Marte enterico...

Porque a ver Paco, en un país donde las malas lenguas dicen que el 90% de la riqueza del país está en el 10% de la población -creo que se lo he oído decir a la ORF pero no me hagas mucho caso- pues a ver... anda que no habrá mamoneos y fiambres políticos que nos los habrán envasado en el Hofer para uso y disfrute del 90% restante de mis vecinicos que entre otras cosas se comen los mocos de la alta sociedad austriaca que -perdona mi irreverencia- pero tiene un tufo a naftalina del ocho...

En mi opinión la diferencia entre Anita Maravillas la princesa Fiona es que la Maraví no pasearía nunca sus tetas sin recauchutar y la de los cristales se la trae al pairo porque solo ella podría -si la diera la república gana- dejarselas crecer hasta el ombligo más feliz que una perdiz...

Paco Bernal dijo...

Hola!

Al comentarista anónimo: creo que tienes toda la razón. Yo creo que el agua, no es que suene en este caso, es que es un bramido. En cualquier caso, yo no quería defender al personaje, sino resaltar el modo tan machista en el que la prensa trata su relación por el hecho de estar con una mujer que es mayor que él (y presumiblemente, más rica). Lo de demasiado guapo, rico y poderoso, lo dijo él mismo de sí mismo (!) en un programa de televisión. Lo flipas.

A Maite: hombre, tienen todos los ingredientes para que la gente les tenga tirria. Mas los que ellos se han buscado, particularmente él. Con Fiona se meten por el parentesco que, presuntamente, tiene con una mata de habas (yo, ni entro ni salgo) y con él porque está siempre metido en todos los fregados en que se puede ganar dinero o poder y, hasta ahora, siempre ha salido libre de polvo y paja.
Yo creo que representan un lujo tontaina que es facilmente atacable y ellos no se molestan nada (al contrario que los otros ricos) por disimular.
En lo de Ana Obregón te doy toda la razón (y hago un pareado).

Saludos a los dos