Este post ha sido escrito por especialistas


…No intente repetir lo que en él se dice en su país de origen (y, quien avisa, no traiciona).

Trachten
En Austria, mocicas y mocicos usan los trajes típicos (Archivo Viena Directo)
19 de Septiembre.- Estos días, como cada primavera y cada otoño, una conocida cadena de supermercados alemanes tienta a sus clientes con una serie de galas alpinas (trachten) a precios populares.

La cadena en cuestión, Hofer (Aldi, en Alemania)se forra dos veces al año vendiendo trajes tradicionales o complementos para trajes tradicionales. Imagine usted que, en España,Carrefour vendiera todos los años trajes de fallera o de lagarterana a cien euros la pieza y que la gente hiciera cola. Pues eso.
Este otoño, la novedad es la ropa interior con motivos alpinos. Para que usted pueda demostrarle a su santa que le puede hacer el salto del tigre hecho un machote tirolés (tranquilas: las santas pueden esperar, suspirantes, tendidas en el lecho cubiertas –sólo lo imprescindible- con un conjunto sexi de braguita y sujetador que remite a los pajares o prados más eróticos).
Y es que los trajes típicos del Hofer, de los que yo soy afortunado poseedor, son la única manera de conseguir a un precio normal unas prendas de uso relativamente frecuente en Austria.
Sí: no ha leido usted mal.
En Austria, los trajes tradicionales, al contrario de lo que sucede en el resto del mundo, no han quedado reservados para las fiestas vernáculas (que también) sino que también pueden usarse en determinadas ocasiones sin que a usted le miren como si fuera un marciano que estuviera buscando su casa y su teléfono.
En la capital no es tan frecuente ver personas vestidas de Trachten (ellos, con suslederhosen –pantalones de cuero- -;ellas con su vestido estampado con delantal) pero en el campo, no resulta tan extraño. Particularmente en las zonas limítrofes con el sur de Alemania. Por un lado porque son las zonas más conservadoras de los dos paísesy, por otro, porque los trachten son una indumentaria ideal para según qué trabajos y climas.
A mí, al principio, me hacía mucha gracia ver a la gente en trachten y, la verdad, me inflé de fotografiar a personas vestidas de esta guisa -ahí están mis archivos para demostrarlo-. Me chocaba mucho el contraste entre escenarios del siglo XXI (una discoteca, el metro, una oficina de hacienda) y unas galas que remiten a lo más bucólico de la pintura del siglo XIX.  Sin embargo, ya estoy acostumbrado y no me sorprende nada, por ejemplo, ver a concursantes (más bien concursantas) en programas de televisión vestidas con el traje típico de su región.
Si usted es uno de esos lectores míos que, como es frecuente por aquí, se encuentran en una relación parejil con un ciudadano aborígen (o ciudadana “aborígena”) se habrá dado cuenta de que el trachten se considera apropiado en ocasiones de cierto postín. Por ejemplo, en bodas. Por regla general, la chaqueta trachten se puede usar como una americana normal y a mí, personalmente, combinada con un chaleco de terciopelo (rojo o verde musgo) me parece el colmo de la elegancia transalpina. Por supuesto, si usted quiere meterse en el bolsillo a su mamá política, le sugiero también que compre trachten para sus churumbeles. Es el arma antisuegras definitiva.
Muchos austriacos jóvenes que no se encuentran entre los votantes más conservadores del espectro político también acuden al trachten a modo de gag. Por ejemplo, los bañadores que imitan a los lederhosen han sido un éxito desde que un avispado empresario los inventó. Los originales no se venden en el Hofer porque su precio (60 Euracos) resulta un poco prohibitivo pero, si usted quiere bañarse teniendo la sensación de que atraviesa el Mondsee, puede conseguir imitaciones (que no molan tanto) a un precio más apañado. Pongamos que a partir de treinta euros.
Lo cierto es que la moda trachten, en Austria, es un mercado. Para muestra, los desfiles de moda que los fabricantes realizan anualmente para mostrar las últimas tendencias (lo cual, tratándose de trajes tradicionales, resulta un poco extraño) y una página, Tu Felix Austria, que permite comprar por internet todo lo que usted siempre soñó pero nunca pensó que se pondría.

2 comentarios:

Chus dijo...

Pues las auténticas chaquetas austríacas, pican, un montón.

Anónimo dijo...

Es un gusto para la vista encontrarse a vecinos -sobre todo a vecinas- con esa guisa por Viena.
También sé de una tradición no escrita en el que después de la boda, el novio -ya marido- le regala a su mujer un Dirndl.
Son bastante caros pero duran una eternidad -sobre todo los pantalones para los hombres, eso siempre que no se engorde, jaja-.
ASB