
Estrategias de Comunicación
30 de Enero .- Leo en un periódico que un chaval de diecinueve años de un pueblo perdido de León ha estado 14 horas delante del ordenador jugando y que, cuando el webmaster de uno de los juegos on-line no le dejó ganar no sé qué cosa, anunció por el chat que se iba a suicidar. Está vivo gracias a que una patrulla de internet (¿Dios mío, alguna patruya leerá este blog para ver si incito al suicidio o si propago ideas peligrosas?) consiguió localizarle (por su chat, por su línea, por su vaya usted a saber qué cachivache) y le detuvo a tiempo. Mi pregunta es: ¿Qué es lo que sucede para que un chaval pueda estar 14 horas sin parar de jugar? O más aún: si yo hubiera estado alguna vez catorce horas sin salir de mi habitación, mi madre, mi padre, alguien, se hubiera alarmado. Alguien me hubiera preguntado qué me pasaba. Alguna luz roja se hubiera encendido en alguna parte. Alguien hubiera sido tan expeditivo como para arrancar el cable del módem y mandar el aparatejo a tomar viento.
En principio, el ordenador es un electrodoméstico prestigioso. Debido a que, principalmente, está asociado al progreso, a la comunicación, a mejores oportunidades laborales. Cada vez más, el ordenador está asociado a la comunicación entre personas. Sin embargo, en ese proceso de extender redes que cubren todo el mundo, internet también ha condenado a muchas personas al aislamiento. Primero, a las que no tienen a su disposición un ordenador. A los que tienen que bregar cada día para sacar de debajo de la tierra el agua turbia con la que cocinan o se lavan las manos o limpian a sus hijos. Después, a todas aquellas personas, del primer mundo, que utilizan el ordenador como un vínculo anónimo con los demás.
Me he referido otras veces a mis conferencias y mesas redondas en un pueblo de Valencia, el verano pasado. Allí, entre otras cosas, cogí un libro y dije: esto está muerto. Estamos viviendo una ocasión histórica: la de decidir cuál será el soporte de la cultura en el futuro. Por primera vez en la historia de la humanidad dos formas de realidad están conviviendo en el mismo espacio físico: la realidad que conocíamos hasta ahora y la realidad virtual.
Asisto apasionado –y un poco sobrecogido, por qué no- al crecimiento de esta realidad virtual. Una revolución que quizá sólo tiene un parangón en la historia: la aparición de la escritura. Aquella revolución, que también sobrecogió a nuestros antepasados, cambió no sólo su mundo, sino su manera de pensar (estricto sensu) y su manera de percibir las cosas. Gracias a los ecos de aquella revolución hoy nos podemos comunicar nosotros: me puedes leer. La brutalidad del cambio fue tal que el rebaño humano tuvo que procesarlo en forma de mito. Los sabios modernos ven el relato bíblico del éxodo, con Moisés bajando de la montaña con las tablas de la ley, como un reflejo del cisma que provocó la aparición de un nuevo grupo humano excluyente: los analfabetos. Algunos de los sabios del mundo sin letras pudieron sobrevivir gracias a que otros discípulos, más avispados (habían entrado ya a Second Life) perpetuaron su pensamiento en el nuevo método. Gracias a esto, hemos podido saber que Sócrates, por ejemplo, abominaba de la escritura porque la consideraba matadora de la memoria, enemiga del discurso cara a cara. Second Life es un mundo paralelo que, conforme avanza la tecnología, gana en complejidad: ¿Cómo será un mundo en el que la realidad virtual sea tan compleja y rica como la que estamos acostumbrados hasta ahora? ¿Cómo será un mundo en el que las palabras tengan cada vez menos importancia? ¿Cómo se las apañará para comunicarse con imágenes un ser –el hombre- que no puede producirlas por sí mismo?
Quiero terminar con una cosa más ligerita, aunque un poco triste: ha muerto Karel Svoboda.
¿Quién es este señor? Pues un compositor checo que fue el creador de una música que es patrimonio de todos los que fuimos niños en los setenta: la música de la abeja Maya. (para la ZDF). Como sé que alguno de mis lectores estudian alemán, dejo aquí la letra. Dice asín:
In einem unbekannten Land,
En principio, el ordenador es un electrodoméstico prestigioso. Debido a que, principalmente, está asociado al progreso, a la comunicación, a mejores oportunidades laborales. Cada vez más, el ordenador está asociado a la comunicación entre personas. Sin embargo, en ese proceso de extender redes que cubren todo el mundo, internet también ha condenado a muchas personas al aislamiento. Primero, a las que no tienen a su disposición un ordenador. A los que tienen que bregar cada día para sacar de debajo de la tierra el agua turbia con la que cocinan o se lavan las manos o limpian a sus hijos. Después, a todas aquellas personas, del primer mundo, que utilizan el ordenador como un vínculo anónimo con los demás.
Me he referido otras veces a mis conferencias y mesas redondas en un pueblo de Valencia, el verano pasado. Allí, entre otras cosas, cogí un libro y dije: esto está muerto. Estamos viviendo una ocasión histórica: la de decidir cuál será el soporte de la cultura en el futuro. Por primera vez en la historia de la humanidad dos formas de realidad están conviviendo en el mismo espacio físico: la realidad que conocíamos hasta ahora y la realidad virtual.
Asisto apasionado –y un poco sobrecogido, por qué no- al crecimiento de esta realidad virtual. Una revolución que quizá sólo tiene un parangón en la historia: la aparición de la escritura. Aquella revolución, que también sobrecogió a nuestros antepasados, cambió no sólo su mundo, sino su manera de pensar (estricto sensu) y su manera de percibir las cosas. Gracias a los ecos de aquella revolución hoy nos podemos comunicar nosotros: me puedes leer. La brutalidad del cambio fue tal que el rebaño humano tuvo que procesarlo en forma de mito. Los sabios modernos ven el relato bíblico del éxodo, con Moisés bajando de la montaña con las tablas de la ley, como un reflejo del cisma que provocó la aparición de un nuevo grupo humano excluyente: los analfabetos. Algunos de los sabios del mundo sin letras pudieron sobrevivir gracias a que otros discípulos, más avispados (habían entrado ya a Second Life) perpetuaron su pensamiento en el nuevo método. Gracias a esto, hemos podido saber que Sócrates, por ejemplo, abominaba de la escritura porque la consideraba matadora de la memoria, enemiga del discurso cara a cara. Second Life es un mundo paralelo que, conforme avanza la tecnología, gana en complejidad: ¿Cómo será un mundo en el que la realidad virtual sea tan compleja y rica como la que estamos acostumbrados hasta ahora? ¿Cómo será un mundo en el que las palabras tengan cada vez menos importancia? ¿Cómo se las apañará para comunicarse con imágenes un ser –el hombre- que no puede producirlas por sí mismo?
Quiero terminar con una cosa más ligerita, aunque un poco triste: ha muerto Karel Svoboda.
¿Quién es este señor? Pues un compositor checo que fue el creador de una música que es patrimonio de todos los que fuimos niños en los setenta: la música de la abeja Maya. (para la ZDF). Como sé que alguno de mis lectores estudian alemán, dejo aquí la letra. Dice asín:
In einem unbekannten Land,
vor gar nicht allzulanger Zeit,
war eine Biene sehr bekannt,
von der sprach alles weit und breit.
Und diese Biene, die ich meine nennt sich Maja,
kleine, freche, schlaue Biene Maja,
Maja fliegt durch ihre Welt, zeigt uns das was ihr gefällt.
Wir treffen heute uns're Freundin Biene Maja,
diese kleine freche Biene Maja,
Maja, alle lieben Maja, Maja, Maja,
Maja, erzähle uns von dir.
Wenn ich an einem schönen Tag,
durch eine Blumenwiese geh',
und kleine Bienen fliegen seh',
denk ich an eine, die ich mag.
Und diese Biene, die ich meine nennt sich Maja,
kleine, freche, schlaue Biene Maja,
Maja fliegt durch ihre Welt,
zeigt uns das was ihr gefällt.
Wir treffen heute uns're Freundin Biene Maja,
diese kleine freche Biene Maja,
Maja, alle lieben Maja, Maja, Maja,
Maja, erzähle uns von dir.
Maja, alle lieben Maja, Maja, Maja,
Maja, erzähle uns von dir.
1 comentario:
Es verdad; lo he leído esta mañana en la edición online de un periódico. Melodía mítica dónde las haya, ¿eh? (por cierto: danke por la letra, me servirá para practicar la traducción).
En cuanto a tu reflexión sobre Internet, yo también me lo he planteado muchas veces. Desde luego, no se puede negar que ha nacido una forma de comunicación y de relación personal. Progreso y comodidad, sí. Pero todo lo bueno tiene también su lado oscuro y, como tú decías, hay estos casos 'in extremis'.No sé... es que a este chaval me lo imagino con los ojos inyectados en sangre agarrándose al joystick como a una tabla de salvación.
Por otro lado: estoy sin palabras por lo del fistro del Margaretten. Me ha dejado usted pasmá. ¡¡¡Gensanta!!! Please, Detective Paco, siga investigando. (Dios, me estoy volviendo Bewunderer de las peligrosas. ¡Probre Mann!) Bueno... si no puede haber caidita de Roma, me conformaría con eine Freundschaft xD Lo dicho: siga investigando, detective. Por Diosssss, su autógrafo tiene que ser míooooooo. [Vale ya. Relax. Breathe in, Breathe out. Ohmmm]
Bueno, pos ná. Hoy me despediría cantando la abeja maya pero lo de "multicolor", con el bofetón de realidad que don Paco me acaba de dar, sería contraproducente. xD
Lo dicho, que te sigo leyendo y a la espera estoy de noticias fresquillas desde el corazoncillo del país alpino. Y, ya de paso, dejaré mis recomendaciones musicales por aquí: ahora estoy escuchando "Angel of the morning" de Bonnie Tyler [una tylar es lo que necesitaría yo ahora mismo xD] Versión de una canción del año de la pera, pelín melancólica, pero que me encanta (muy de mi estilo). Ale, otro día más. Auf Wiedersehen!
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