Et in arcadia ego
29 de Enero.- Hoy quisiera empezar hablando de un fenómeno al que he bautizado, con mi falta de modestia habitual, como el proceso de “fosilización del inmigrante”. O sea: los inmigrantes, en mayor o menor grado, somos como los judíos sefardíes de Toledo, que se llevaron la llave de su casa colgada al cuello (por cierto, entre las personas que he conocido en Viena está la mujer de uno de los descendientes de esos sefardíes, quizá algún día hable de ella). A lo que yo iba, que me pierdo: lo mismo que los judíos sefardíes conservan la lengua de aquella España del siglo XV, los inmigrantes conservamos, como cámaras acorazadas del tiempo, la España que dejamos. En mi caso personal, este fenómeno se ha manifestado en dos cosas que me tienen un poco preocupado, francamente: a) Ha empezado a gustarme Julio Iglesias (particularmente la canción “Me olvidé de vivir”); es que oigo a Julio y me despepito todo, no sé qué me sucede. B) más grave (si es que lo otro no lo era bastante) me ha empezado a hacer gracia Chiquito de la Calzada. Hasta el punto de que cuando aprendí a bailar, acudí al léxico de Chiquitistán para aprenderme los pasos (patético, lo sé).
La cosa fue así: yo sabía ya bailar el vals (muy mal) pero es que, claro, aunque Viena sea la ciudad de los valses, en los bailes tocan más cosas: chachachás, foxtrots , etc...Qué te voy a contar. M. ha intentado enseñarme todas estas cosas (baila muy bien) pero yo nací con un lamentable defecto: Dios me puso dos pies izquierdos. Y aunque el baile suelto se me da fenomenal, aunque esté mal que yo lo diga, para el baile agarrao yo necesitaría unos cuantos años en la academia de Anne Igartiburu (o en la de Alfons Haider, que me pilla más cerca). Así que, hasta las narices de que le dejara los pies hechos polvo, M. me explicó que todos los bailes, en su versión más simple, se basan en un paso que no tiene nada de difícil y que se puede resumir en un medio galopín de dos pasos adelante, uno atrás.
-El ritmo lo cambias tú, según lo que toque la orquesta.
Y entonces, mientras practicaba por el salón, asiendo el aire con mis brazos extendidos, yo empecé a pensar que aquello era un poco Chiquito. A saber:
No puedo
No puedo
(puedo)
No puedo
No puedo
(puedo)
Y me entró la risa. Una risa de estas tontas. Tan tonta que terminé sentado en el suelo. Por suerte, mi amigo N. también estaba aprendiendo a bailar conmigo (también es español y la galaxia smoking le queda lejana también) y le pudo explicar a M. que no es que yo me hubiera vuelto completamente loco, sino que me había acordado de un humorista español.
Otra historia relacionada con mi extraña afección.
En Viena hay una iglesia de Capuchinos que tiene de particular que en su cripta están depositados los restos de todos los kaisers y las kaiserinas (o sea de los emperadores y las emperatrices). La primera vez que vino aquí mi amiga G.,, con A. y N. , de vuelta a casa después de unas copas, pasamos por delante de la Kirche en cuestión y yo, que tengo un instinto profesoral irreductible, les estuve explicando lo que queda dicho, así como el ritual por el cual introducían al muerto en la iglesia.
Llamaban los nobles a la puerta (toc,toc) y el prior preguntaba:
-¿A quien traeis ahí?
Y los nobles se ponían:
-Al emperador de Austria.
Muy serio, decía el prior:
-No le conocemos.
Los nobles lo volvían a intentar:
-¿A quién traéis ahí?
Un poner:
-Al archiduque de Renania, señor de Jerusalem, vizconde de las altas torres y otras hierbas venenosas.
-No le conocemos.
Lo volvían a intentar:
-¿A quién traéis ahí?
-A Fulanito Habsburgo.
-No le conocemos.
Y por último:
-¿A quién traéis ahí?
-A un pobre pecador
Y entonces abrían la puerta.
Yo no sé si sería por el puntito de las copas, o por la noche de verano, pero fue decir delante de esa puerta, la palabra pecador y es que nos entró la risa a todos, porque empezamos a hacer el Chiquito sin ningún tipo de respeto por las prestigiosas carroñas allí depositadas.
En fin.
Resaca del baile enfrente de la tele, con los DVDs que me ha prestado mi amigo T. de la serie “Retorno a Brideshead” –de ahí el título-; qué belleza. Ayer me acosté a las mil y monas porque no encontraba el momento de darle al botón del stop del mando a distancia...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

xD Tranquilo; lo que te ha sucedido no tiene nada de malo ni de preocupante. Al estar lejos de su tierra, uno siempre tiende a echar de menos lo que antes echaba de más. Por cierto: yo también soy un pato bailando pero, si alguna vez me veo en apuros, recurriré a tu método 'chiquitesco'. ;D

[modo bewunderer obsesa ON]Por cierto: ¿cómo va el tema de ese peaaaaacho rubito molón? ¿Has localizado ya al fistro de la ORF? Si ves a tu vecino dile "Pecador de la ORF!!! Ein Mädchen von Spanien will die guarrerías españolas mit ihm machen!!! xD [modo bewunderer obsesa OFF]

Anónimo dijo...

¿Cual era el nombre del osito? Aloysius. ¡Que util es wikipedia! La melodia inicial de esa serie es probablemente una de las que mas profundamente tengo grabadas en la memoria. Buena elección, aunque la recuerdo muy melancólica. Hay que tomarla a sorbos cortos. Jeremy Irons en estado puro.

Paco Bernal dijo...

Gutten Morgen!!! :-)
Por orden:
No tengo localisado a ese peaso de vesino sessuarr del Margaretten Gurtel de la pradera. Pero me han dicho un par de malas lenguas (jaaarrrr) que la mädchen española sesuarr no podrá hacer con él la caidita de Roma porque él es un fistro de pecadorrr homosesuarr que le gustan má los legionario que a un tonto un pizarrín (jaaaarrrr, no puedo, no puedo)

Pero seguiremos investigandorrrr

XD XD XD

En cuanto al oso, efectivamente, se llama Aloysius. Curiosamente, he buscado la vida del actor que es Sebastian en la serie -tarea ardua, porque se llama Anthony Edwards igual que uno que sale en urgencias-; resulta que este actor, aparte de ser noble él mismo, que parece ser que lo de la nobleza lo lleva en los gérmenes, pues está casado con una rica heredera y como que no se prodiga mucho. Otra curiosidad: tengo un amigo que es exactamente, su vivo retrato (a Dios gracias, y hasta donde yo sé, no es alcohólico. Y sí, es melancólica, pero es que, aunque sea un tópico: ya no se hacen series así. Retorno a Brideshead te reconcilia con lo que puede ser la tele...Y desgraciadamente, no es.