
Alles Waltzer!
16 de Febrero.- Cada día estoy más enamorado de esta ciudad y de las personas que la habitan (de unas más que otras, hoy hubiera matado a una secretaria, pero bueno).
Ayer, cuando salí de trabajar, al ir a casa, me planté en la parada de tranvía habitual (enfrente de la Technisches Universität) y esperé, y esperé y esperé. Tras un rato de espera (cinco minutos, mucho para Viena) me acerqué al poste donde están colocados los horarios de paso del tranvía y me encontré con un cartel que, en inglés y en alemán –aprenda el alcalde de Madrid- decía algo como:
“Es posible que, debido a las previsibles manifestaciones antisistema enfrente de la ópera con motivo del baile anual, queden cortadas algunas líneas que pasen por esa estación. Les rogamos paciencia. El cualquier caso, el servicio se restablecerá a la mayor brevedad posible”
¿Cabe mayor prodigio de sentido común? ¿Cabe cachondeito más fino? No. No cabe. Y yo, la verdad, me fui andando a casa de lo más a gusto –aunque me acordé de la señora madre de Paris Hilton, mil, las cosas como son-.
Ayer, estaba invitado a un par de fiestas, pero no fui. En primer lugar, porque el catarro me dio mucha pereza. Así pues, en pantuflas –sigo con el síndrome Bridyet- me deposité enfrente de la tele y contemplé la programación a propósito del baile de la Ópera –u Opernball-. Como dijeron mi Alfons Haider y mi Arabella Kiesbauer –una especie de Jesus Vazquez y Anne Igartiburu, respectivamente- “el baile de los bailes”. Y mi amor por el pueblo austríaco siguió subiendo como la espuma. Los previos absolutamente fenomenales. Se encargaron de ellos un tal Hohenlohe y un tal Trenkwitz, los dos actores de cabaret –aquí, el cabaret es un género con mucho predicamento, y muy bien llevado, otro día hablaré de él-; para entendernos, el programa era como “El informal”, pero con clase. Yo me reí lo que no está escrito –y eso que no entendía la mitad de los chistes-. Tras esto, el previo del baile en que se entrevistó al Bundespräsident –el equivalente al Rey, en España- y a su santa esposa. Unas personas amabilísimas, en particular la santa esposa del presidente. Tras esto, la retransmisión del baile. Los austríacos saben que el concierto de año nuevo y, en menor medida, el baile de la ópera, son sus escaparates ante el mundo. Venden glamour y lo saben. Millones de japos acuden atraídos por la suave muselina, la música de Strauss y esa cosa de “aunque no tenemos emperadores, el espíritu de Sissi sigue vivo”. El baile empezó con la entrada de los y las debutantes. Ellas, de blanco. Ellos de riguroso frac. Bailaron una polonesa. Tras esto, el ballet de la ópera de Viena ejecutó, en mitad de la sala, una “jota estudiantina” –que se parecía a la jota de verdad lo que un huevo a una castaña- y luego, el ballet infantil –comestible- una versión de la “Polka bajo truenos y relámpagos”. Volvieron a bailar los y las debutantes el Danubio Azul (versión corta) y luego dijeron el grito tradicional:
-¡Alles Waltzer! –o sea: “A bailar vals to quisqui”
Y ya fue el acabose.
Ah! Se me olvidaba. Ana Netrebko –que aspira a ser la próxima María Callas- se cantó unas cuantas arias de Manon Lescault de Massenet. Primero, enfundada en un traje que no la favorecía nada, y después, tachán! En un megatraje fucsia con cola que dejó a la concurrencia –in situ y en la intimidad de sus hogares- con la mandíbula descolgada. La tía debe de ser bastante estúpida, pero no cabe duda de que domina el arte de la puesta en escena.
A cada golpe de efecto, cuidadosamente calculado, M. Me decía:
-Y qué, en España hay eso?
Y yo:
-Pues no. En España, la verdad, desde “goles son amores” no hemos progresado mucho.
A todo esto, Paris Hilton se aburría como una seta, claro. Porque la estrella no era ella.
A las once, como soy un chico bueno, fuime al lecho.
Ayer, cuando salí de trabajar, al ir a casa, me planté en la parada de tranvía habitual (enfrente de la Technisches Universität) y esperé, y esperé y esperé. Tras un rato de espera (cinco minutos, mucho para Viena) me acerqué al poste donde están colocados los horarios de paso del tranvía y me encontré con un cartel que, en inglés y en alemán –aprenda el alcalde de Madrid- decía algo como:
“Es posible que, debido a las previsibles manifestaciones antisistema enfrente de la ópera con motivo del baile anual, queden cortadas algunas líneas que pasen por esa estación. Les rogamos paciencia. El cualquier caso, el servicio se restablecerá a la mayor brevedad posible”
¿Cabe mayor prodigio de sentido común? ¿Cabe cachondeito más fino? No. No cabe. Y yo, la verdad, me fui andando a casa de lo más a gusto –aunque me acordé de la señora madre de Paris Hilton, mil, las cosas como son-.
Ayer, estaba invitado a un par de fiestas, pero no fui. En primer lugar, porque el catarro me dio mucha pereza. Así pues, en pantuflas –sigo con el síndrome Bridyet- me deposité enfrente de la tele y contemplé la programación a propósito del baile de la Ópera –u Opernball-. Como dijeron mi Alfons Haider y mi Arabella Kiesbauer –una especie de Jesus Vazquez y Anne Igartiburu, respectivamente- “el baile de los bailes”. Y mi amor por el pueblo austríaco siguió subiendo como la espuma. Los previos absolutamente fenomenales. Se encargaron de ellos un tal Hohenlohe y un tal Trenkwitz, los dos actores de cabaret –aquí, el cabaret es un género con mucho predicamento, y muy bien llevado, otro día hablaré de él-; para entendernos, el programa era como “El informal”, pero con clase. Yo me reí lo que no está escrito –y eso que no entendía la mitad de los chistes-. Tras esto, el previo del baile en que se entrevistó al Bundespräsident –el equivalente al Rey, en España- y a su santa esposa. Unas personas amabilísimas, en particular la santa esposa del presidente. Tras esto, la retransmisión del baile. Los austríacos saben que el concierto de año nuevo y, en menor medida, el baile de la ópera, son sus escaparates ante el mundo. Venden glamour y lo saben. Millones de japos acuden atraídos por la suave muselina, la música de Strauss y esa cosa de “aunque no tenemos emperadores, el espíritu de Sissi sigue vivo”. El baile empezó con la entrada de los y las debutantes. Ellas, de blanco. Ellos de riguroso frac. Bailaron una polonesa. Tras esto, el ballet de la ópera de Viena ejecutó, en mitad de la sala, una “jota estudiantina” –que se parecía a la jota de verdad lo que un huevo a una castaña- y luego, el ballet infantil –comestible- una versión de la “Polka bajo truenos y relámpagos”. Volvieron a bailar los y las debutantes el Danubio Azul (versión corta) y luego dijeron el grito tradicional:
-¡Alles Waltzer! –o sea: “A bailar vals to quisqui”
Y ya fue el acabose.
Ah! Se me olvidaba. Ana Netrebko –que aspira a ser la próxima María Callas- se cantó unas cuantas arias de Manon Lescault de Massenet. Primero, enfundada en un traje que no la favorecía nada, y después, tachán! En un megatraje fucsia con cola que dejó a la concurrencia –in situ y en la intimidad de sus hogares- con la mandíbula descolgada. La tía debe de ser bastante estúpida, pero no cabe duda de que domina el arte de la puesta en escena.
A cada golpe de efecto, cuidadosamente calculado, M. Me decía:
-Y qué, en España hay eso?
Y yo:
-Pues no. En España, la verdad, desde “goles son amores” no hemos progresado mucho.
A todo esto, Paris Hilton se aburría como una seta, claro. Porque la estrella no era ella.
A las once, como soy un chico bueno, fuime al lecho.
7 comentarios:
xD ¿Así que también hay manifas ansisistema en Viena en contra del baile de la ópera? Vaya, vaya. Veo que en todas partes se cuecen habas. Porcier: que yo creía que el huracán Paris se quitaría el tanga y lo tiraría al aire, dejándolo colgado en alguna lámpara de araña. O, aún mejor, que deleitaría a los presentes con una 'escapada' de teta de esas que ella domina tan bien, que mostraría sus bajos al público cuando los primeros síntomas de embriaguez empezaran a hacer mella en su organismo u otras exquisiteces 'made in Paris'. Lo único que ha trascendido en los periódicos es que la 'Peris' tuvo que suspender una firma de autógrafos en un centro comercial porqué empezaron a lloverle objetos. ¿Qué respondió ella? "Es normal que la gente se excite cuando me ve". Porqué ella es una divorra de cuna, porqué ya hace tiempo que todo le suda la pepitilla y porqué ella lo vale. ¡Qué coño!
¡¡ Good Morning, Paco!!
Bueno, bueno. Me he pasado por mi blog el cual tengo lleno de telarañas y apolillado por la falta de posts por estar de un perezoso subido y me he encontrado con tu post. Como la curiosidad en mi más que un vicio es una característica fundamental de mi caracter me he venido a curiosear el tuyo y, chico, me he encantado.
Agradezco además que me hayas incluido en tu lista de links, después de leer tus textos también me parece buena idea incluirte en los mios tan pronto como mi servidor esté cooperativo porque entre que soy medio analfabeta informática y que este chisme pasa de mi hoy no hay tu tía.
Así que eres profe, vaya, cuéntame de tus ricas anecdotillas de docente que pasados los Pirineos seguro que son muy entretenidas.
Un saludito
Hola Dalia! Gracias por pasarte y dejar un comentario. Espero que se repita.
Pues enseño español a varios sufridos indígenas que lo quieren aprender, sobre todo, para ponerse de cañas y sangría a la que vayan de vacaciones por la península y sus islas :-) No, en serio: tengo ahora mismo cuatro alumnos que son muy buenos y me aprenden mucho. Lo que les cuesta mucho -como a mí a la inversa- es la gramática. Por el orden de las frases, por nuestra capacidad de multiplicar los tiempos verbales del pasado...Aquí hay mucha gente que estudia español. Incluso se edita una revista -ECO- que viene a ser como el Speak Up. Aunque en el ECO sale, te lo creas o no, Ana Obregón y su posado playero anual. Yo, cuando vi esa foto de la Fantástica en Bikini jugando con las olas, quise morirme. No puedes imaginarte lo que es que un austríaco, de entre todos los temas posibles relacionados con tu país, elija preguntarte por Ana Obregón...Por ella (y su seso débil) :-)
Ay, a ver si nos cuentas algo del tal Gedeon Burckhardt (el de Rex), que está muy bueno...Saluditos
Hola Marujita! Gracias por tu comentario. Aprovecho para contarte que me mola mucho tu blog. El bueno de Gedeón hizo aquí una miniserie que se llamó "Die Piefke Saga" (*) y creo que malvive a base de telefilmes de amores basados en novelas de Rosamunde Pilcher (la criatura).
(*) Piefke es el nombre despectivo con el que los austríacos conocen a los alemanes. Viene a ser como si un español llama "sudaca" a un sudamericano. Los austríacos, por cierto, a los italianos, sus vecinos del sur, les llaman "Spaghetti Fresser" o sea "comedores de espaghetis" con la salvedad de que en alemán, los seres humanos "essen" y los animales "fressen". Esta gente del Danubio es que son todo corazón.
Si el material local te estimula las hormonas, te sugiero que busques fotos del bueno de Til Schweigger que, si no me falla la memoria, fue el primer compañero del perro más listo de Viena.
Saludines y hasta más ver (leer):-)
Pues el Til este no está mal, pero me quedo con el bombón de Gedeon. Pobrecito, si no tiene trabajo habrá que hablar con Almodóvar para que se apiade de él (y que de paso nos lo saque en bolas :P)
¡Solo cuatro alumnos! ¿y encima austriacos! (o sea, que te prestarás atención)¡Qué suerte tienes rufián! No me acuerdo de la última vez que me escuchó un alumno.
Conozco "Eco" así que se de qué me hablas, Se la compra mi suegra en su afán de mejorar su español para hablar conmigo, que ya son ganas porque muy aburrid atengo que estar yo para hacer lo mismo con las revistas alemanas aunque me rio yo de los paparazzi españoles comparados con los alemanes, es pasar por un stand de revistas y tan pronto lees: "Letizia está a punto de morir", "La reina quiere quitarle Leonor a Letizia""Letizia en realidad es una extraterrestre"...
En fín, un besín.
Publicar un comentario